HISTORIA
Granada antigua
Los orígenes fundacionales no están historiados y las investigaciones se basan en especulaciones teóricas. La documentación más antigua los remonta a la tribu ibérica de los túrdulos, una de las más avanzadas de entre los primeros pobladores peninsulares ibéricos. Esta tribu fundó la ciudad con el nombre de Ihverir.
Entre los siglos I y II a.C. los romanos la conquistaron y convirtieron en capital municipal, y la nominaron tanto en lengua ibérica, Iliberis, como en latín, Florentia. Esta población romana ocupaba los actuales barrios de la Alcazaba y el Albaicín y se extendía hasta la colina de la Alhambra.
Se han localizado monedas y medallas visigóticas, lo que indica que conservó la capitalidad. Iliberis compartía asentamiento con Granata, más una barriada que una población autónoma que se alzaba en la frontera de la Alcazaba de Iliberis y habitada por una mayoría judía.
Granada musulmana
Con la llegada de los musulmanes a la Península Ibérica, Granada vivirá su época de máximo esplendor, que comienza con su traslado, cerro arriba, desde la antigua Elvira hacia las más seguras y defendibles laderas del Albaicín alrededor del año 1000. Dos siglos más tarde, Ibn al-Ahmar, fundó la nueva dinastía de los Nazaríes que se encargaría de levantar la ciudadela de la Alhambra y que mantendría a Granada como capital de su reino.
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Granada renacentista
La conquista de la ciudad por los Reyes Católicos (1492) abre una nueva época de esplendor y de conflictos para Granada que alcanza su clímax en 1571 con la expulsión de los moriscos sublevados y la llegada de nuevos cristianos que convierten la capital en un puro espectáculo barroco y contrarreformista: las bases de la decadencia venidera estaban sentadas para los siglos venideros.
Granada contemporánea
A partir siglo XIX volverá a experimentar interesantes transformaciones en las que se mezclarán los espacios liberados por la desamortización con los gustos franceses e ingleses en la creación de plazas y jardines. El Salón, la Bomba son el resultado, aunque para construirlas hizo falta deshacer gran parte del antiguo trazado urbano, como pasó al construir la Gran Vía por la que se sacrificó el viejo barrio de la Mezquita Mayor.