La cocina de Mijares goza de las mismas caracteristicas de su comarca. Es, si se quiere,
humilde y sencilla, pero suficiente para cubrir las necesidades y, por lo mismo, apetitosa
y nutritiva.
Recuerdo en mi infancia el menu invariable y repetitivo durante todos los dias del año,
excepto fiestas, en casa de mi abuelo: con las primeras luces, tia Manuela ya andaba
trajinando en la cocina entre pucheros y sartenes. Para esa hora ya había puesto sobre
la mesa una humeante cazuela de rojo barro de Sartajada, rebosante de patatas a la cachuela,
donde amo, gañanes y criados metían todos la cuchara, sin remilgos de clases sociales y en
comandita todos ellos. A veces se sustituía por unas sopas de ajo, y más raramente por migas.
Lo que si era insustituible era la comida del mediodía. Consistia, sin excepción alguna, en el puchero,
cocido de garbanzos de la tierra. Y esto era el consumo diario en todas las casas,
ya fueran pobres o ricas. Y tan obligatoria era esta costumbre, que cualquier día, y a eso
de las doce horas, se podía ver a muchas mujeres por los caminos con una cesta de mimbre
tapada con un paño, caminar apresuradamente a llevar a sus hombres que en el campo trabajaban,
el sabroso y nutricio cocido. A media tarde se solía tomar la meriendilla, consistía tal
en rebanadas de pan acompañadas de chorizo, jamón y las más de las veces de simple tocino.
La cena era un poco más variada; se alternaban las carillas con costillas de cerdo, judías
blancas o patatas rehogadas en sartén, acompañadas y regadas todas ellas por la única bebida
que se conocía, el rico vinillo de nuestra tierra.
Si nos remitimos al resto de la tradición culinaria, habremos de destacar como platos típicos
los siguientes:
El cuchifrito, carne de cabrito cocido en caldereta.
Sopa de cachuela o de tomate, ya fueran condimentadas con resto de matanza o con el fruto de la tomatera.
Asadurilla, frito de asadura de cerdo o cabrito rehogada con especias, orçegano, cebolla y pimientos.
Somarro, carne de cerdo a las brasas.
Salmorejo, ejecutado con hígado de cerdo y especias.
Burrajo, frito del relleno de morcilla.
Sofrito, hecho a la sarten con tomate, pimiento, ajo y cebolla.
Rin-ran, gazpacho que se servía en cazuela de barro a base de pimientos, cebolla, pimentón, ajo y
trozos de pan duro disuelto en agua y vinagre; era almuerzo obligatorio de los segadores, quienes
hacían una pausa a las doce para degustarlo como refresco.
Sopa de ajo con torreznos y huevo escalfado.
Patatas guisadas: se hacen en sartén con pimiento, cebollas, pimentón y ajo, a fuego de leña muy lento.
Carillas, en puchero y rehogadas con oreja de cerdo y morcilla.
Migas, con trozos de pan atrasado humedecidos en agua y fritos con aceite, ajos y pimentón; se le añaden
torreznos y chorizo.
Ensalada de patatas: se asan patatas pequeñas sin pelar en el rescoldo, cubiertas de ceniza; se trocean
a cachuelo en olla de barro, se le pican cebolla y se rehogan con aceite de oliva y vinagre.
Por último, las típicas patatas al calderillo: es el plato típico de nuestra comarca. Plato de pastores,
vaqueros y cabreros, aunque hoy día esté; de moda incluso en mesas más exquisitas y comercializadas cara
al turismo que nos visita. Su receta es la siguiente: patatas colorás; partidas en finas rodajas
guisadas en calderillo y fuego de leña, sal, pimientos, tomates, ajos y pimentón de la Vera. Aseguro a
aquellos que aún no las probaron que si están bien guisadas y batidas, rebañarán el caldero hasta el
último bocado. Los cabreros, pastores y vaqueros llevaban en el morral los avíos en contenedores
hechos con cuernas de vaca y hermeticamente cerrados con tapones de corcho; así había una cuerna para
el aceite y otras tantas para cada uno de los avíos: sal, pimentón, etc.
Otro aspecto no escaso de nuestra gastronomía son los postres. Muchos de ellos, ante el facil consumismo
de preparados comercializados, hoy desgraciadamente solo existen en el recuerdo, sustituidos por esos
insipidos preparados estandarizados de abrir y comer; otros afortunadamente siguen fabricándose, aunque
sea sólo para fechas señaladas, como publicorios, bautizos y matanzas. Así;, por ejemplo:
Cortaíllos, en forma de roeles y hechos con harina, huevos, anises y azúcar, cocidos en horno de leña.
Flores, pasta finísima de harina y huevos, troquelada con un instrumento en forma de flor y largo
mango de hierro.
Natillas y arroz con leche, postres obligados en matanzas y bodas que se preciaran de tal.
Arrope, dulce hecho a partir de calabaza endurecida con cal y melaza de higos negros.
Buñuelos de huevos y harina candeal.
El Sopetón, rodaja de pan pringada en aceite nuevo, tostada al fuego y espolvoreada con azucar..
Hornazo, bollo con huevo, miel y azucar.
Palomitas, torta de granos de maiz mezclados con miel y tostados en sartén.
Calostros, especie de yogurt dulce a partir de las primeras leches que dan las vacas despues del parto.