1. Implantación y desarrollo del disco embrionario bilaminar
En el comienzo de la segunda semana de desarrollo embrionario, tras el contacto del blastocisto con el endometrio se produce la proliferación del trofoblasto del polo embrionario dando lugar a una masa de células sin membrana conocidas con el nombre de sincitiotrofoblasto. Por el contrario, las células del trofoblasto que forman la pared del blastocisto conservan sus membranas constituyendo el citotrofoblasto. Cabe destacar la actividad enzimática del sincitiotrofoblasto que degrada la matriz existente en las células endometriales conforme aumenta el tamaño del embrión. Asimismo, a medida que la implantación del embrión progresa, el sincitiotrofoblasto rodea gradualmente al blastocisto, hasta que finalmente, en el noveno día, todo el blastocisto queda recubierto excepto el pequeño agujero por el cual se implantó en la pared endometrial, que en último lugar queda sellado por material acelular y que constituye el tapón de cierre.
Alrededor del octavo día, el embrioblasto se diferencia en dos capas; una capa externa de células cilíndricas denominada epiblasto o ectodermo primario y una capa interna de células cúbicas llamada hipoblasto o endodermo primario. Al embrioblasto bilaminar se le denomina disco embrionario bilaminar. Asimismo, en el mismo día comienza a acumularse líquido entre las células del epiblasto desplazando a un grupo de células ectodérmicas hacia el polo embrionario y constituyendo una fina membrana denominada membrana amniótica. La nueva cavidad que dicha membrana delimita recibe además el nombre de cavidad amniótica.
Posteriormente, del hipoblasto emigra una capa de células que recubren la parte interna del citotrofoblasto y que forman una membrana denominada membrana de Heuser o exocelómica. Es por tanto cuando la cavidad del blastocisto o blastocele recibe ahora el nombre de saco vitelino primitivo o cavidad exocelómica. Al mismo tiempo que se forma el saco vitelino primitivo, se secreta una capa de material acelular entre la membrana de Heuser y el citotrofoblasto denominada retículo extraembrionario.
Hacia el día 12 o 13 proliferan células procedentes del epiblasto del extremo caudal del disco embrionario y emigran para formas dos capas: una que recubre la superficie externa de la membrana de Heuser y otra que recubre la superficie interna del citotrofoblasto, de modo que el retículo extraembrionario queda atrapado entre estas dos capas donde posteriormente se degradará y pasará a constituir la cavidad coriónica.
De nuevo, alrededor del día 12, las células del hipoblasto comienzan de nuevo a proliferar emigrando hacia fuera y empujando al saco vitelino primitivo hacia el polo extraembrionario. Es entonces cuando el saco vitelino primitivo se desprende del embrión y se desintegra formando los quistes exocelómicos, que finalmente degenerarán. El nuevo espacio que se origina recibe el nombre de saco vitelino definitivo o secundario.
Alrededor del noveno día, las denominadas lagunas trofoblásticas se abren en el interior del sincitiotrofoblasto permitiendo que las sangres materna y fetal entren en contacto al fluir por la placenta. Más adelante, los capilares maternos próximos al sincitiotrofoblasto se expanden para formar los sinusoides maternos que se fusionan rápidamente con las lagunas trofoblásticas. Finalmente, el mesodermo extraembrionario induce al citotrofoblasto en su crecimiento hacia el interior del sincitiotrofoblasto dando como resultado unas proyecciones denominadas vellosidades primitivas. Hacia el día 16, el mesodermo extraembrionario asociado al citotrofoblasto penetra en las vellosidades primitivas transformándolas en vellosidades troncales secundarias. Será más adelante, al final de la tercera semana, cuando el mesodermo vellositario se diferencie en los vasos sanguíneos que conecten con los vasos del embrión estableciendo una circulación uteroplacentaria. Las vellosidades que contienen los vasos sanguíneos diferenciados reciben el nombre de vellosidades terciarias.