vive el mar

Historia
Sin ningún lugar a dudas, el escollo más importante que le
quedaba al hombre para poder establecerse en cualquier lugar que deseara, era el
de la conquista de los mares. El mar ha sido el vínculo que ha permitido conocer
otras culturas, comerciar con ellas, expandirlas... El dominio del mar era el
dominio del Mundo. Y eso, lo comprendió rápidamente el codicioso ser humano.
Cartago,
fundada en el año 814 a.C. aproximadamente por la mítica reina Dido,
se trataba en realidad, de una colonia fundada por la ciudad fenicia
de Tiro. Los fenicios, en fiera competencia comercial y colonial con
las ciudades griegas, expandieron sus rutas comerciales hacia el
Mediterráneo occidental. Tanto en las costas africanas, como en
Sicilia, Córcega, Cerdeña y el levante español. La caída de los
ciudades fenicias en manos de los asirios permitió a la incipiente
ciudad de Cartago asumir el papel de potencia marítima y comercial
en el occidente mediterráneo. En sus viajes de descubrimiento y
comercio rebasaron las columnas de Hércules (Estrecho de Gibraltar)
y establecieron rutas comerciales por las costas de Portugal, hacia
Inglaterra e Irlanda, ricas en estaño, y por las costas africanas
hasta el Golfo de Guinea, ricas en marfil y maderas preciosas. |
Para proteger el comercio de sus naves y atacar a las griegas,
Cartago dispuso de una importantísima flota de guerra compuesta por
veloces monorremes (con un sólo orden de remos movidos cada uno por
dos remeros) empleados en misiones de avanzada y ataque a mercantes,
y las míticas
penteras.
La venganza de Roma, tras la última Guerra Púnica, borró todo rastro
de la configuración de la
pentera
y de su estructura. Ante la imposibilidad de determinar con
exactitud como serían las penteras, hay historiadores que se
inclinan por calificarlos como barcos con 5 órdenes de remos, algo
difícilmente creíble, porque 5 órdenes superpuestos daría lugar a
barcos muy altos e inestables, mientras que otros se inclinan por
veloces barcos de un orden de remos movidos por cinco remeros, algo
también difícil de creer por la longitud de los mismos. Los
descubrimientos recientes de restos de barcos fenicios en las costas
sicilianas y francesas permiten afirmar que las penteras eran barcos
con dos órdenes de remos. Los inferiores movidos por dos remeros y
los superiores por tres. |
La tripulación era de unos trescientos hombres, incluidos los soldados. Tenía
también una vela cuadrada en un mástil central que ayudaba en la navegación. La
técnica constructiva era, en la Antigüedad, similar en todos los países y
distinta de la de la Edad Media. Mientras que en los veleros de la Edad Media y
posteriores, se construía primero la quilla, luego las cuadernas del armazón y
se terminaba forrando el casco con el tablazón, en la antigüedad la técnica
variaba: primero se construía la quilla, luego el tablazón y por último, e
invirtiendo el proceso, las cuadernas. Además los cartagineses introdujeron una
técnica constructiva especial: los elementos prefabricados que le permitían
construir gran número de barcos en poco tiempo, ensamblando las piezas numeradas
para facilitar la labor a los carpinteros.
La técnica de combate era el ataque al espolón para luego remar hacia atrás y
dejar que el agua entrar en el barco enemigo. Mediante esta técnica lograron
importantes victorias navales contra griegos y romanos. Sin embargo, los romanos
que eran una potencia terrestre y no naval, desarrollaron una estrategia de
enfrentamiento con las veloces penteras que era dotar a sus trirremes de un
artilugio llamado cuervo. El cuervo era una plancha de madera, con unos garfios
en los extremos que se clavaban en la cubierta enemiga, trabando los barcos, y
permitían que la infantería romana pudiera abordar el barco enemigo. Esta
táctica convertía las batallas navales en una prolongación de las batallas
terrestres en las que no importaba la calidad de los barcos sino de las tropas.
Los barcos
griegos
eran ligeros, con un orden de remos impulsado por cincuenta remeros, y se
llamaban
pentecóntoras.
Más
adelante, en el siglo V a.C., el buque principal era la
triere,
antecesor del trirreme, que tenía 50 metros de eslora por 7 de
manga y estaba impulsado por tres órdenes de remos. La quilla y las cuadernas
estaban hechas de madera de fresno y el casco de abeto. Por lo general la
triere
sólo tenía un mástil con una verga y una vela cuadrada y empleaba, a modo de
timón, dos grandes remos sujetos a ambos lados de la popa.
Su dotación era de 170 remeros a los que se unían 10 marineros de maniobra para
la vela, 10 soldados de infantería (hoplitas)
y 10 oficiales, lo que completaba los 200 tripulantes. La longitud de los remos
oscilaba entre los 3 metros del orden de remos más alto y 1,60 metros del más
bajo. En la época dorada de la Atenas de Pericles, la ciudad tenía una fuerza
regular de más de 400 trieres.
La
Roma
republicana, era una potencia eminentemente terrestre; pero la confrontación con
Cartago, en la Primera Guerra Púnica (264 a.C.), la obligó a desafiar a la
potencia naval del momento. Con los restos de un buque cartaginés que varó cerca
de Roma, copiaron su diseño y, en menos de 2 años, habían construido más de
doscientas trirremes.
Aunque en la primera confrontación naval entre ambas potencias, Roma perdió su
flota, en tres años reconstruyó la flota adaptándola a nuevas técnicas de
combate más próximas a las terrestres. El trirreme medía unos 50 metros de
eslora y portaba una vela cuadrada. Sus tres órdenes de remos le impulsaban a
gran velocidad contra el barco enemigo al ritmo que el "cómitre" marcaba y, una
vez que el espolón se clavaba en el costado del adversario, dejaban caer el
"cuervo". Así unidos, las tropas de asalto pasaban al buque adversario
trabándose una lucha que terminaba con la captura de uno de los barcos.
Más tarde, en la época de Julio César, se dotó a los trirremes romanos de armas
ofensivas como catapultas y ballestas que lanzaban bolas incendiarias. El
trirreme fue el rey del Mediterráneo hasta el final del Imperio Romano.
No se sabe a ciencia
cierta donde o cómo se inició el hombre en esto de la navegación. Podemos
suponer que después de que descubriese que su cuerpo se sostenía sobre un
tronco, se le ocurrió unir dos o más troncos para formar una balsa como
transporte. A partir de aquí todo sería cuestión de lógica: se sabe que en la
Edad de Piedra, ya se construían embarcaciones ahuecando un tronco y como medio
de impulso se usaban remos cortos. Con posterioridad se recubrieron de tejidos
impermeables y tras esto se construyeron utilizando planchas de madera, atadas o
cosidas entre sí, o sujetas con clavijas a una armadura interna. Tras esto, se
pudo comprobar que si se les ponían velas a los barcos, éstos se movían más
rápido impulsados por el viento. Estas velas probablemente en un principio eran
de juncos entretejidos o pieles.
Recientes investigaciones (finales de 2005) han demostrado que la embarcación
más antigua hallada, corresponde a un barco de pesca, descubierto en Corea del
Sur por el equipo científico del Museo Nacional Gimhae. Dicha embarcación está
confeccionada en madera de pino y medía cuatro metros y medio de largo por
sesenta centímetros de ancho. Su calado era de veinte centímetros, ideal para la
navegación en zonas poco profundas. Su antigüedad: 8000 años.
Los
primeros navegantes.
El descubrimiento de la embarcación coreana no quita el hecho de que los pueblos
de la cuenca del Mediterráneo fueron los primeros en volcarse al mar como si de
una autopista se tratara.
Los
cretenses
son quizá el más enigmático de los primeros pueblos de navegantes. A diferencia
de los demás barcos construidos por griegos, egipcios, romanos o cartagineses,
no se han hallado restos suficientes de bajeles cretenses que nos permitan una
detallada reconstrucción. Sólo de las pinturas y esculturas minoicas pueden
deducirse algunos detalles de los barcos que construyó la primera potencia naval
de la que se tiene noticia.
Durante muchos siglos los cretenses dominaron el comercio en el Mar
Mediterráneo. Para proteger dicho comercio, se necesitaba una flota de guerra
que dominara las rutas comerciales con Asiria, Egipto o Grecia.
Los primeros barcos de guerra, según se desprende de esculturas y pinturas,
tenían una roda alta y a popa presentaban un remo a modo de timón. Carecían de
vela y se impulsaban por remos. Inicialmente no tenían cubierta y eran manejados
por unos treinta remeros. A proa y popa presentaban unas pequeñas plataformas de
combate. En los primeros tiempos, estas pequeñas embarcaciones tenían una misión
de vigilancia costera. Más adelante, el aumento del tráfico mercante y los
primeros ataques de piratas y barcos de otras potencias mediterráneas a los
barcos cretenses, lejos de la protección de estas fuerzas costeras, impulsó a
los cretenses a la construcción de barcos más grandes dotados ya de velas y
capaces de lograr la supremacía en el mar. Estos barcos tendrían unos 30 metros
de eslora, por 5 de manga, y estaban impulsados por 50 remeros. En estos modelos
ya se incluía una vela para facilitar los desplazamientos por alta mar. El
mástil que sujetaba la vela estaba compuesto por dos palos apoyados en las
bordas que se unían en el extremo superior, de la misma forma que los barcos
egipcios. La diferencia entre éstos y los cretenses eran básicamente dos: el
sistema de aparejo y la existencia de una roda elevada a proa mediante un
tajamar, mucho más alta que la de popa. La madera empleada era, posiblemente, de
ciprés.
La decadencia comercial de Creta, unida al incremento del poder naval de los
fenicios, griegos y egipcios, marcó el final de Creta como potencia naval.
Los
fenicios,
originarios del actual Líbano, disponían de diferentes tipos de embarcaciones.
Por un lado, existía la llamada
gauloi
(bañeras)
por los griegos, que era una embarcación de carga y que recibía este apodo
debido a que era de forma ancha y redondeada. Solía tener entre 20 y 30 metros
de eslora y de 6 a 7 de manga. El calado era de unos 1,5 metros y el casco
estaba impermeabilizado con pez. Para proteger a la embarcación de posibles
maleficios, llevaban en la proa una figura con la forma de algún animal; la popa
solía ser de perfil redondeado y terminaba en forma de cola de pescado.
Por otro lado, encontramos la galera de guerra fenicia. Era un birreme
(impulsado por dos órdenes de remos), con un mástil en el centro de su eslora.
La característica más notable de estos navíos es que eran rápidos, manejables y
de escaso calado. Fue su estrecha pasarela de combate y su poderoso espolón en
forma de cuerno, una innovación muy plagiada posteriormente. La pasarela de
combate albergaba a las tropas de infantería que, durante la batalla, tenían
como misión la defensa del barco y el abordaje del contrario. Sabemos que los
fenicios llegaron por el norte hasta Britania e incluso se están cuestionando
una serie de hallazgos en Brasil que podrían ser testimonio de su presencia en
dichas latitudes. Podría rebatir esta posibilidad el hecho de que preferían
navegar al abrigo de las costas.
La técnica constructiva de los barcos
egipcios
estaba limitada por el tipo de árboles que crecían en las riberas del Nilo.
Carecían de quilla y armazón, ya que estaban construidos por pequeños bloques de
"acacia nilótica" unidos entre sí como si fueran ladrillos. El ariete de proa
estaba reforzado con bronce y un poderoso remo en la popa hacía las veces de
timón. Un mástil único presentaba en su extremo superior la primera cofa de
combate. Las velas, amplias y bien diseñadas, podían ser cargadas sin necesidad
de tenerlas que arriar. Una borda alta y robusta protegía a los remeros.
"....El sextante, que me indica la
latitud por la altura del sol......"
(20.000 Leguas de Viaje
Submarino, Julio Verne) |
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