HISTORIA
Los Orígenes
Parece improbable que Gandia existiera como núcleo urbano antes de 1.240, año en que el Rey de la Corona de Aragón, Jaime I, tras largas y costosas negociaciones con los árabes, tomó posesión pacíficamente del castillo de Bayren y de otros territorios de los entornos gandienses. La presencia humana en la actual comarca de la Safor se remonta al Paleolítico, como demuestran las excavaciones realizadas en las cuevas del Parpalló y les Meravelles. También se han encontrado restos ibéricos y se ha podido comprobar un intenso proceso de romanización. En el "Llibre del Repartiment" de Jaime I, en el que se indican las donaciones que el rey hace a los caballeros y soldados que le acompañan, de Gandia no hay ninguna referencia a edificios singulares, lo que avala la teoría expuesta. A partir de la conquista cristiana de Gandia, este caserío inicial empieza a expandirse como consecuencia de la fuerza del trabajo de los moriscos y de los que el historiador Ferran Garcia-Oliver denomina "hòmens de vila", grupo de ciudadanos incentivadores de la actividad económica.
La Villa Medieval
La política de expansión urbana que ejercieron los monarcas catalano-aragoneses -- exención de impuestos para obras, concesión de Feria (1.310) y establecimiento de justicias y jurados -- y la propia capacidad ciudadana, hicieron de Gandia, a principios del siglo XIV, una pequeña villa medieval floreciente basada en una rica economía urbana ligada a la agricultura (caña de azúcar), el comercio y la artesanía, situada estratégicamente en el eje costero Norte-Sur del Reino de Valencia. Además, la construcción de un recinto amurallado en los primeros años del siglo XIV, proporciona el espacio unitario idóneo para agrupar los núcleos de población dispersos por la zona. El plano medieval de la villa presenta planta rectangular con un urbanismo octogonal articulado sobre tres ejes principales paralelos al río: la calle Mayor, la calle de la Plaza y la calle del Río, que se unen entre sí mediante una red de callejuelas. Esta disposición urbana es todavía constatable en el sector antiguo de la ciudad. En 1.323 el rey Jaime I concede el Señorío de Gandia a su hijo, el infante Pere, hecho que supone una vinculación directa con la familia Real. El hijo de éste, Alfons el Vell, hereda en el año 1.359 el Señorío de Gandia que al ser proclamado rey lo elevará a la categoría de Ducado. El nuevo Duque de Gandia, Martí L'Humá hará de Gandia su residencia habitual convirtiéndola en una pequeña corte medieval, probable caldo de cultivo para que surgieran en el campo literario Ausias Marc, Joanot Martorell y Roís de Corella. Al mismo tiempo realizará obras arquitectónicas considerables, como el palacio Ducal (fotografía), el Convento de San Jerónimo de Cotalba (alquería a pocos kilómetros de Gandia) o la reforma de la Iglesia de Santa María la Mayor, actual Colegiata. Cuando muere Alfons el Vell en 1.412, su hijo hereda el Ducado y al no dejar heredero legítimo a su muerte en 1.422, revierte éste a la corona de Aragón. Pasado un cierto tiempo, el Rey Alfonso el Magnánimo lo cede a su hermano Juan que, a su vez, lo cede a su hijo el Príncipe de Viana pasando a su muerte a manos de su esposa Juana Enríquez. Durante todo este período, ninguno de los poseedores del Ducado residirá en Gandia. A pesar de ello se produce un hecho destacable en esta época de absentismo que fue la construcción de un convento de monjas clarisas que continúa ejerciendo como tal en la actualidad.
Los Borja. Valencianos Universales
A final del siglo XV tendrá lugar un acontecimiento decisivo en la historia de Gandia: Pere Lluís de Borja compra en el año 1485 el Ducado gandiense al rey Fernando el Católico. Con la llegada de los Borja a la capital de la Safor se inicia una segunda época de esplendor, después de la propiciada por Alfons el Vell. A lo largo del siglo XVI, Gandia ampliará notablemente la superficie urbana, la economía es verdaderamente floreciente, se construyen nuevos edificios y se remodelan otros antiguos, y Los Borja son uno de los linajes más poderosos e influyentes universales, que consiguieron el Papado de Roma dos veces: Alfons de Borja será nombrado Papa en 1455 con el nombre de Calixte III y su sobrino, Roderic de Borja, lo será en 1492 con el de Alexandre VI. Este último Papa fue el padre de Pere Lluís de Borja. Siguiendo una política matrimonial dirigida a emparentarse con familias de la alta nobleza, el nuevo propietario del ducado de Gandia se casará con María Enríquez de Luna, que pertenece a una familia castellana, ligada por consanguinidad a los Reyes Católicos. Pere Lluís, muere muy pronto, en 1488. Y es su hermano Joan quien hereda el ducado y se casa con María Enríquez. Sin embargo, en un viaje a Roma en 1497, este nuevo duque es asesinado. Entonces y hasta que su hijo Joan tenga la edad para gobernar, María Enríquez se hace cargo del ducado, que aumentará considerablemente en posesiones durante su mandato. También conseguirá erigir la iglesia de Santa María en colegiata. Cuando María Enríquez ingresa en el convento de las clarisas de Gandia en donde llegará a ser abadesa, su hijo Joan comienza a gobernar el ducado. A causa de la Guerra de les Germanies (revuelta popular contra el gran poder de la nobleza), como consecuencia de su huida de Gandia que había sido presa por los amotinados en 1.521, el primogénito del duque, Francesc de Borja, entra a formar parte de la corte de Carlos I, a quién servirá en diferentes empresas, en especial como virrey de Cataluña. Y a la muerte de su padre en 1.543 volverá a Gandia a tomar posesión del Ducado. El futuro santo emprenderá entonces obras de gran relieve: una segunda muralla que expandirá la población por el flanco occidental en dos calles rectilíneas y paralelas (Vila-Nova de Sant Roc o actual Duc Carles de Borja y Vila-Nova del Trapig o actual Sant Francesc de Borja) y un colegio que muy pronto se convertirá en la Universitat de Gandia. En 1.550, cuando ingresa en la orden de la Compañía de Jesús, abdica en su hijo Carles de Borja que será elegido General de la Compañía en 1.565, morirá en 1.572 y canonizado en 1.671. Gracias a la boda de Carles de Borja con Magdalena Centelles y Folch, hermana y heredera del conde de Oliva, Gandia será uno de los estados más florecientes de la península y de los más poderosos entre la nobleza española. La segunda mitad del siglo XVI es una época de estabilidad y bonanza económica (la caña de azúcar continúa proporcionando sustanciosos beneficios). A partir de la última década del siglo, cuando a Carles de Borja le ha sucedido su hijo Francesc de Borja y Centelles (que ostenta los títulos de duque de Gandia y conde de Oliva) comienzan a detectarse síntomas de crisis generalizada, que se concretará a lo largo de gran parte del siglo XVII. El déficit de la hacienda, que se traduce en presión fiscal, el endeudamiento de la nobleza, el absentismo, la expulsión de los moriscos, la decadencia del cultivo de la caña de azúcar, el descenso demográfico, la peste, el bandolerismo y la segunda Germanía serán factores que determinaran un siglo crítico para la historia de Gandia.
El decreto de Nueva Planta
El siglo XVIII se inicia marcado por la guerra de sucesión a la corona española, entre el Borbón Felipe de Anjou y el archiduque Carlos de Austria. Mientras que el duque de Gandia se pone al lado del Borbón, la mayoría de la población tomará partido por el archiduque. Este apoyo popular a la causa austracista supuso para el Reino de Valencia la pérdida de sus Fueros, después de la batalla de Almansa en 1.707 en donde el Borbón se impone a las fuerzas del archiduque. A pesar de ello, durante este siglo, se produce una revitalización de la economía y de la demografía. La seda se convierte en el XVIII, en el principal factor de desarrollo económico, a parte de la gran producción agraria que durante esta centuria permite comercializar los excedentes. Esta producción agraria favorable servirá de estímulo a las manufacturas y al comercio. Por otra parte, los duques de Gandia, ausentes desde hacía tiempo en sus posesiones en la Safor, delegan en personas de su confianza para que defiendan sus intereses en la ciudad, hecho que origina una cada vez mayor oposición contra la situación de dominio señorial. Este absentismo se evidencia más cuando en 1.740 muere en Madrid el último de los Borja, Lluís Ignasi, pasando el Ducado a manos del conde-duque de Benavente y, posteriormente, a los Osuna. En este sentido, las medidas reformistas que introducirán los Borbones harán posible que las poblaciones bajo el dominio señorial opten por la vía legal de incorporación a la jurisdicción de la corona. Un exponente de este espíritu reformador es la magnífica fachada del Ayuntamiento de Gandia, que simboliza el proceso de enfrentamiento con el poder ducal por parte de la ciudad.
Hasta nuestros días
El siglo XIX se caracteriza por ser un período muy complejo en el que se producen cambios en todos los órdenes: políticos, sociales, económicos, culturales... Es una época de revoluciones, conflictos bélicos, constituciones, avances científicos, etc. Las Cortes de Cádiz (1812) traen consigo la abolición del régimen señorial. Al desaparecer la estratificación propia del Antiguo Régimen en una ciudad ducal como Gandia, la población quedará estructurada en una sociedad clasista, fundamentada en una floreciente burguesía propietaria, comercial y financiera, y en un grupo heterogéneo de artesanos, pequeños comerciantes y labradores. Este nuevo orden social exige una transformación de la ciudad, al mismo tiempo que nuevos servicios públicos e infraestructuras. En Gandia, hay todo un proceso de embellecimiento y mejora de la ciudad: se adoquinan calles y plazas, se abren nuevas calles, se construyen nuevos edificios públicos (el mercado, el matadero, la estafeta de correos y telégrafos, el teatro, etc.), se arreglan carreteras, caminos vecinales... 1.881 ha sido un año emblemático para la historiografía de Gandia. En este año comienza la demolición de las murallas que pertenecen ya a otros tiempos, se ensancha la ciudad, se inician las obras para transformar el tranvía de caballos de Carcaixent a Gandia en ferrocarril de vapor, sale a la calle el primer periódico de la ciudad, "El Litoral", y se celebra una Exposición Regional durante las fiestas patronales. Aún en los años siguientes, habrá más novedades en la ciudad: en 1886 se inaugura el puerto, en 1.893 se inaugura el ferrocarril que une el puerto con la ciudad de Alcoi. Pero necesitaríamos mucho espacio para enumerar las intervenciones, las obras y las mejoras de la ciudad: tan sólo cabe decir que el final del siglo XIX supone para Gandia una actividad febril que cierra el concepto de ciudad antigua y asienta los fundamentos de desarrollo continuado hasta nuestros días.
Fue también por estas fechas que comenzó a introducirse el cultivo del naranjo que tan enorme trascendencia económica tendrá para la comarca. A pesar de las crisis periódicas, a pesar de la guerra civil española y de la durísima post-guerra, Gandia y la Safor han sabido recuperarse una y otra vez con el cultivo de la naranja y, a partir de los años 60, con un nuevo producto: el turismo.