La ortodoncia 3d

La ortodoncia sin duda se ha visto influida por el desarrollo tecnológico, pero aun así las manos del ortodoncista continúan siendo la de un artesano, en este caso dental.

Ensayos sobre la cuestión dental y los ortodoncistas

Richard Sennett publicó en el 2008 El artesano, un ensayo sobre la relación entre el hacer y el pensar, a partir de un diálogo interior que establecía con una conversación entre Hannah Arendt, la autora de La condición humana, y él mismo. Hannah Arendt sostenía que el productor material de una cosa no era dueño de lo que fabricaba. La política era el órgano rector de su trabajo, ya que, según decía ella, “las personas que producen cosas no comprenden lo que hacen”. El hombre de Arendt es bidimensional, que por una parte hace cosas, absorto en una tarea sin moralidad, y por otra vive una vida superior de análisis cuando detiene esa producción. Según Sennett, esta manera de pensar desvalora al animal laborans que tiene la capacidad de pensar a través de una dialéctica con los materiales y a la vez con las personas que trabajan juntas.

Habilidades artesanales en las ortodoncias

La artesanía se funda en una habilidad desarrollada y la condición de artesano es el compromiso que se adquiere con esa práctica, que conforme se progresa en esa habilidad, ya no es una actividad mecánica sino es el hacer y el pensar con mayor profundidad. En realidad, lo que hace Sennett es humanizar la idea del demiurgo platónico del Timeo, que a partir de una materia informe, fabrica las cosas del mundo teniendo como base la verdadera realidad, que era la realidad de las ideas. El demiurgo hacía lo que pensaba o daba forma a las ideas en la materia. Al artesano antiguo se le llamaba demiurgo, lugar que ocupaban los trabajadores manuales cualificados como los alfareros, médicos y magistrados. Podemos decir que el ortodoncista puede entrar perfectamente dentro de la definición de artesano tal y como la explica Sennert en su libro. Sennett desarrolla a lo largo del libro una filosofía pragmatista a partir de la crítica a Harendt, ya que explica que el trabajo se enriquece por las habilidades y el espíritu del artesano. Estas habilidades son las capacidades de trabajar bien, de indagar, localizar y desvelar los problemas que van surgiendo en el día a día con el desarrollo del propio impulso a realizar correctamente el trabajo. El espíritu artesanal pertenece al pragmatismo como filosofía. El pragmatismo mantiene que para trabajar bien se necesita libertad entre la relación de medios y fines, que en el caso de la artesanía se centra en los objetos en sí, donde además orienta al artesano hacia un afuera de la valoración del gusto por su trabajo. El argumento final del libro sostiene que el oficio de producir objetos modela nuestras relaciones sociales desde la visión interna del hacer una cosa que en realidad es pensar. Fabricar es pensar y aprender a relacionarse con los demás, es la conclusión de R. Sennett en el ameno e interesante ensayo sobre la relación de los oficios en los que interviene la habilidad para producir una cosa.

Punto de vista dental

Desde este punto de vista el ortodoncista como artesano desarrolla sus habilidades dentro de un compromiso con el trabajo bien hecho, lo cual según Sennett, nos lleva a una profundidad del pensar y a una mayor experimentación en la relación social. Ese modo de pensar, a mi juicio, no es del todo cierto, ya que centrarse en el objeto de la habilidad en sí puede suceder todo lo contrario, apartarse de la realidad humana del individuo en tratamiento. La mayoría de los ortodoncistas que se liberan de la relación entre medios y fines, es decir, los que no se guían solo bajo un fin monetario, que es el malentendido pragmatismo del dinero, aman a su trabajo. y además intentan contar con la última tecnología ya sea un escaner dental o el último software de trabajo. El problema es que muchos de ellos, por ese mismo pensamiento demiúrgico, pretenden dar forma a la realidad perfecta de una idea, manteniéndose al margen de la realidad vital de la persona. Esa persona tiene un entorno, un espacio topológico de comportamiento, que es su realidad individual y no la realidad ideal que quiere materializar su ortodoncista. Con esto quiero decir que no existe una Teoría de las Ideas de la Ortodoncia, donde se vaya a alcanzar un ideal de perfección y completud, con la fabricación demiúrgica de un tratamiento de ortodoncia.

Los pacientes del ortodoncista

Entonces, pensado de esta forma tan platónica, lo que se despliega es una separación entre la realidad absoluta de la idea y la realidad relativa del individuo, como disociación del trayecto que se comienza conjuntamente entre el ortodoncista y su paciente/cliente. El ortodoncista no solo mejora a través de las habilidades o el compromiso con el trabajo bien hecho. Mejora precisamente con la consecuencia que explica Sennett de ello, que es el aprender de la experimentación social con el paciente/cliente. Ocurre sencillamente de sentirlo empáticamente. El verdadero artesano ortodoncista no es el que pretende hacer su trabajo y los tratamientos del modo más ideal posible, sino el que escucha a sus pacientes, aprende a relacionarse con ellos y de ahí a evolucionar como persona y consolidar sus conocimientos dentales. A partir de este punto, es cuando verdaderamente irá mejorando en su trabajo de un modo paulatino, hasta ofrecer a cada uno de sus pacientes lo que es mejor de un modo singular. Sennett dice del artesano que “hacer es pensar” yo concluiría que para el artesano ortodoncista “escuchar es mejorar”.