Alcubillas pudo ser ese "En un lugar de La Mancha..."

La velocidad de Rocinante y Rucio ha sido una de las claves para determinar que la localidad de Villanueva de los Infantes, en la provincia de Ciudad Real, es ese "lugar de La Mancha" en el que vivió don Quijote y que Cervantes no quiso recordar, según concluye una investigación realizada por un equipo de profesores de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). El equipo, dirigido por el catedrático de Sociología Francisco Parra, expuso en rueda de prensa las conclusiones del estudio, en el que 10 catedráticos han invertido unos dos años de trabajo. El método de la investigación parte de tres hipótesis fundamentales: la velocidad de Rocinante y Rucio, la venta donde se produjo el manteo de Sancho (Maritormes) y el camino entre Venta de Cárdenas y Cartagena. Las frecuentes referencias temporales que hace Cervantes, como "está a dos días y una noche...", llevaron al equipo de investigadores a calcular la velocidad de cabalgadura de Rocinante y Rucio, tanto en verano como en invierno, para determinar así la distancia que hay entre los lugares que se citan en el Quijote. Con estos datos, marcaban sobre el mapa y calculaban, a partir de las coordenadas que facilita Cervantes, los lugares a los que se dirigían don Quijote y Sancho Panza, que, para sorpresa de los investigadores, confluyen en la localidad de Villanueva de los Infantes. Parra desglosó las siete variables tenidas en cuenta en la elaboración del estudio (como las topográficas y las probabilísticas), que llevan indefectiblemente a Villanueva de los Infantes, desbancando así a Alcubillas (Ciudad Real), que era la favorita de los investigadores, y a otras poblaciones que también se han apuntado como posible localización del famoso "lugar de La Mancha".

Calle típica manchega


Alcubillas pueblo de cal inmaculada como nevado reducto en mitad de la llanura. De cortijo a villa sus sencillos y nobles habitantes subsistiendo a base de gachas, migas y gazpachos. Rebaños, vides y cultivos secanos en la remota España dejada de la mano de Dios. Blanco nuclear. Para paliar los peligros derivados del encalado reciente, sus moradores delimitan los muros de sus casas con el añil del cielo. Los actos más cotidianos y superfluos invitan a la indagación, a buscar más allá del simple hecho, a plantearse la vida campesina bajo el sol. No son sólo arquitecturas ampulosas las que esperan al viajero, si no la inconfundible personalidad de sus casas encaladas con aroma de labranza, cuajadas de encantos.

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