DESCRIPCIÓN DE LA RUTA
1. La ruta comienza en el aparcamiento habilitado junto a la carretera. Desde el mismo nos dirigimos a la laguna más próxima, la de la cruz, en cuyo caso nos adentraremos para rodearla completamente por una trocha a media ladera del talud inferior. La vuelta iniciática nos permitirá tomar conciencia plena de las formas y dimensiones del paisaje lagunar. En el camino advertiremos la presencia de juncos, sabinas, enebros, labiadas como la menta etc. Tras abandonar el círculo pétreo nos dirigiremos al oeste para rodear el Lagunillo del Tejo, con un nivel de agua muy disminuido y colonizado por abundante vegetación acuática. Casi adyacente a esta pequeña torca, se encuentra tangente en una situación cercana a la coalescencia, la de mayor tamaño; la Laguna del Tejo. La bordearemos por su margen septentrional, disfrutando de la espectacular perspectiva de sus cantiles. Rodearemos esta gran laguna tomando altura hasta alcanzar la mayor cota (1050m.) del conjunto topográfico donde se localizan las Torcas de agua. Desde esta zona se divisa una magnifica panorámica del valle con fondo plano del río Guadazaón que se extiende hacia el E-NE, así como el cerro del castillo donde finaliza la ruta situado ala izquierda del cauce, desde nuestra posición. Desviándonos de la gran cuenca de la laguna del Tejo aparece una pista a la derecha que seguiremos unos metros, hasta tomar otra a la izquierda, en malas condiciones, que nos conducirá en un claro descenso por el fondo del Vallejo llamado de La Laguna Llana. Unos 200 metros después toparemos con una valla que limita la proipiedad privada del aula de la naturaleza llamada “siete leguas”. La superaremos sin problemas y nos encontraremos con una pista asfaltada por la que se accede a las instalaciones donde sus responsables nos guiarán por un recorrido que transita por la Laguna de La Parra “la de mayor belleza del conjunto”, la de Cardenillas, la pequeña Laguna de Las Tortugas, llamada así por la cantidad de quelonios que albergaba, y por último la Laguna Llana, donde nos llamará la atención sus dos enormes sabinas y un hermoso quejigo. El recorrido no supera los 45 minutos y transita por pistas y sendas bien señalizadas.
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2.Una vez completado el circuito saldremos de la propiedad de “Siete Leguas” por la puerta de la valla localizada junto a la laguna llana ascendiendo una corta pendiente hasta un curioso palomar perteneciente al rento del Tío Cantarranas que encontraremos inmediatamente. Esta construcción de ruinas constituye un ejemplo magnifico de arquitectura popular, actualmente en estado ruinoso. Desde el mismo, parte una pista hacia el NO que crestea el cordal divisorio entre el vallejo de Laguna Llana y el fondo plano del “Polge del Guadazaón”.
Primero a la derecha y más tarde a nuestra izquierda, aparecerán hermosas torcas “secas”, unas incorporadas a los bordes del “Polge” y otras coalescentes y profundas. La pista se encamina hacia el punto de partida, en la Laguna de la Cruz; nosotros nos desviaremos a la derecha, hacia el NE, descendiendo por la vertiente hacia la carretera hasta encontrarnos con una senda que transita paralela a la misma.Siguiéndola, hallaremos los restos de un antiguo horno de cal o calero. Cruzamos la carretera donde ésta traza una curva. Al otro lado de la vía seguimos hacia la derecha en dirección NO, por otra senda. Una valla alambrada, situada a nuestra izquierda nos guiará en todo momento. Comenzamos la ligera ascensión al Collado de las Migas por este paraje denominado La Pinosa. Habrá que tener cuidado con las aulagas que pueblan el ralo sotobosque del pinar pues nos pueden producir pequeños arañazos, si no avanzamos sorteándolas. El descenso una vez superado el collado, no ofrece tampoco ninguna dificultad, manteniendo siempre a nuestra izquierda la alambrada. |
3.Alcanzaremos la población abandonada de los oteros y la atravesaremos, no sin antes admirar un sillar con inscripción romana reutilizado para la pared de una vivienda que forma parte de la tipología constructiva serrana tradicional, bien representada en este núcleo. Pasando junto a la escuela, nos dirigiremos por una pista hacia el norte, siguiendo el Vallejo de los Oteros. Franqueamos una puerta rústica y penetramos en una finca particular perteneciente al Marqués de Cañete. Suele estar frecuentada por ganado ovino manso, que reúne en torno a la fuente de los Oteros, de la que manará agua si acudimos en una estación húmeda. Ésta, aparece custodiada por álamos y un magnífico quejigo. A partir de aquí seguiremos hacia el SE, remontando la ladera por una senda que se ramifica continuamente por el paso del ganado. Hallaremos una ladera escalonada por antiguos bancales, abandonados al tiempo que la población, de los que únicamente queda la morfología. Ya sólo nos resta a cometer el ascenso campo a través, pues no hay senda, al cerro del castillo que domina el pueblo. Serán pocos metros pero la pendiente es pronunciada. Arriba encontraremos los restos de lo que parece un asentamiento medieval, con segmentos de un lienzo de muralla y una plataforma cimera desde donde se aprecia una perspectiva estratégica del amplio y hermoso valle del Guadazaón, cultivado en toda su extensión por cereales. |