DESCRIPCIÓN DE LA RUTA
1. La ruta toma su inicio en la pista que arranca en el punto kilométrico 3,2 de la carretera de los Palancares, a la izquierda de la misma. Dicha pista se dirige hacia el fondo de una amplia vallonada, separando una mancha de pinar de pino carrasco del campo de labor. Aparece una pista a la derecha que desestimamos y finalmente, otra también a la derecha que esta vez si seguiremos, recorriendo el rodal de pinos. A unos 150 metros el bosquete desaparece al pie de la abrupta ladera de la muela y nos internamos en el barranco, por la margen izquierda del arroyo. Enseguida la senda comienza a ganar altura zigzagueando, lo que nos permitirá apreciar los magníficos farallones rocosos que buzan en ciertos tramos más de 50º al suroeste.
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2. Alcanzamos la ermita de San Miguel, excavada en la roca, y superamos un umbral rocoso de dolomías Turonenses en las que se encaja el barranco. En este estrecho se puede apreciar perfectamente la disposición de toda serie geológica en un pliegue en rodilla volcado. Tras la barrera rocosa encontramos un pequeño altar rupestre y el barranco pasa a ser un cañón encajado de fondo plano, festoneado por paredes verticales de los niveles Turonenses que ya buzan escasos grados y se aproximada la subhorizontalidad. En este ambiente umbroso y recoleto se refugia el bosque de quejigos, bajo cuyo dosel discurre la ruta, sin una clara señalización, pues la senda se pierde entre la abundante hierba. Siguiendo la línea mínima pendiente, por el fondo del valle, veremos cómo a la izquierda se abre otro valle tributario, igualmente encajado en paredes verticales. Continuaremos por el principal, alcanzando grandes bloques de roca desprendidas por gravedad. Es esta la zona más húmeda y fragorosa del trayecto. Finalmente se alcanza el escarpe abrupto, en extraplomo por la descamación de la dolomía, que deja colgado el curso superior del arroyo. La continuidad de la pared, de unos 30 metros en semicírculo, aparentemente parece insalvable.
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3. Remontaremos entonces la ladera hasta el pie del escarpe, hacia la izquierda. Una vez alcanzada la pared retrocedemos hacia el oeste siguiéndolo hasta penetrar en el valle tributario. Continuando por una pequeña senda, abierta por el ganado, se seguirá hasta el otro anfiteatro que cierra el paso y deja colgado el cauce del arroyo tributario de San Miguel. Así se podrá admirar cómo el salto de agua precipita carbonato cálcico (toba) en el área de cascada, cuando en período de lluvias la escorrentía superficial es activa. Antes de alcanzar la cascada se encuentra, a la derecha, el paso que asciende por el desnivel Turoniense, en un paraje donde la continuidad del escarpe se rompe. Para localizar el paso nos servirán de referencia los restos de una valla metálica. Este es el tramo más complicado, pues la senda se pierde en la zona rocosa. Pero sólo es necesario ganar altura de nuevo, en dirección al valle principal, hasta alcanzar la cornisa y seguir por ella en dirección a la cabecera principal del barranco de San Miguel. Por estos lugares, el retroceso de la vertiente ha dejado pináculos exentos de la pared y miradores espectaculares, a los que con cierta precaución merece la pena asomarse. Por doquier aparecen especies rupícolas como el té de roca, y en las áreas rocosas, con suelos menos evolucionados, las formaciones potenciales de encinas.
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4. Así, retrocediendo por la cornisa, regresamos al cauce seco del arroyo de San Miguel, pero esta vez, sobre el escarpe. Desde el borde del mismo se contemplará, a vista de pájaro, el anfiteatro que ha formado el retroceso de la vertiente, por la acción erosiva remontante del cauce, e imaginar cómo se desploma el agua cuando el arroyo está activo. Ahora no tendremos más que seguir remontando el valle río arriba por el fondo del mismo. Más adelante, aparecerá una bifurcación en la vallonada,tomaremos la opción de la derecha, siguiendo el fondo del valle principal. Alcanzaremos una pista de tierra rodada por camiones de la explotación forestal, y nos encaminaremos a la derecha, en dirección sur-sureste. La pista desciende ligeramente y de frente surgirán los relieves del Pico del Royo y de la Atalaya, culminada por una torre de observación antiincendios que nos servirá de referencia. Desestimaremos una pista que aparecerá a nuestra izquierda, perpendicular a nuestra marcha, y continuaremos ladera abajo. Finalmente hallaremos una construcción pastoril llamada la “Tinada del Rollo”. La rodearemos y tomaremos la pista que sale a la izquierda en dirección este-noreste hasta alcanzar la curva de una carretera asfaltada.
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5. Descenderemos por ésta a mano derecha, en dirección sureste, unos 700 metros hasta que, a la izquierda, aparezca una pista estrecha y poco usada que remonta el fondo de un pequeño vallejo a lo largo de 1,2 Km., hasta llegar a otra pista más ancha. Seguiremos otro kilómetro por esta última a mano derecha, en dirección este-sureste; cruzaremos perpendicularmente una carretera asfaltada y continuaremos al otro lado por la pista en la misma dirección. A la izquierda, se atisba la enorme depresión endorreica de la Torca de Las Colmenas y, unos metros más adelante, aparece la señalización de la ruta convencional de las Torcas de Los Palancares, marcando la Torca de Agustín.
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6. Entonces podremos seguir las flechas verdes en dirección opuesta (hacia el sur), pasando por la Torca del Lobo y entre la del Agua y el Torcazo, hasta llegar al aparcamiento, o bien continuar el paseo señalizado, que discurre por la Torca del Sastre, de los Avellanos, Honda, Aliagosa, Covacha, Larga, Zorra, para finalmentE dirigirse al sur donde, al otro lado de la carretera de los Palancares, se encuentran dos ejemplares singulares de Pinus Nigra subsp., denominados “candelabro” y “abuelo”, y finalmente regresar al aparcamiento. Seguir esta ruta prolongará el paseo una hora y media, ya que supone cinco kilómetros adicionales. Por último, la caseta de información habilitada en el aparcamiento, se encuentra abierta de 11:00 a 14:30 y de 16:00 a 20:30 desde el 1 de Julio al 30 de Septiembre. |