OpiniónEL MIRADOR
La Comunicación existe desde que hay vida
en la Tierra. La facultad de comunicar es innata en el ser humano y
éste se ha preocupado de mejorarla y perfeccionarla a través de los
tiempos. El hombre, desde que existió, buscó siempre una forma, aunque
ésta sea primitiva de comunicar sus pensamientos y a su vez las
acciones.
La historia de la comunicación define a ésta última como la
transmisión y recepción de ideas, mensajes e información. En los
últimos años se fueron desarrollando distintas formas que nos
permitieron acceder a diferentes tipos de comunicación: visual,
verbal, escrita o auditiva.
Uno de los hitos a tener en cuenta es la irrupción de la escritura en
la Historia de la Humanidad, que permite que las personas que leen el
mismo material se sientan conectadas, independientemente de la
distancia física que las separa. Esto no se plasmará hasta el siglo
XV, cuando Johann Gutenberg desarrolló y perfeccionó la imprenta, la
cual, iluminó la oscuridad en la que estaba sumida la cultura en la
Edad Media. Su expansión por los países de la Europa Occidental en los
inicios del Renacimiento contribuye a la formación de la nueva
mentalidad de la Edad Moderna. El telégrafo y el teléfono anuncian la aparición de la radio, el cine, la televisión y demás medios de comunicación de masas, que tanta influencia tienen en la sociedad y en el proceso de formación de la llamada opinión pública. Los avances e innovaciones tecnológicas han ido modificando los canales de transmisión de ideas, noticias, información y conocimiento. Internet, la telefonía móvil, las comunicaciones inalámbricas o los satélites son algunos ejemplos del abanico de posibilidades que abre ante nosotros la evolución y la carrera tecnológica, cuyos límites, como podemos apreciar cada día, no existen. |
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