La Catedral valenciana había de ser modelo y madre de las iglesias menores. Como marco de las solemnidades espirituales y profanas, los valencianos planearon una Catedral de tradición románica tardía, en el curso de cuya construcción fueron incorporándose elementos góticos, que muy pronto se convirtieron en dominantes.
En su piedra fundacional se fecha el inicio de las obras el 22 de Junio de 1262 durante el pontificado del obispo dominico fray Andrés Albalat. Primero se construyó la cabecera del templo con su girola y crucero, y después siguió la nave a medida que lo permitieron los fondos disponibles hasta alcanzar su estructura global a comienzos del siglo XIV.
En el siglo XVII, Juan Bautista Pérez Castiel revistió el prebisterio con una lujosa y espectacular ornamentación barroca. A principios del siglo XVIII, se comenzó la construcción de la portada principal, llamada popularmente «dels ferros» por la verja metálica que cierra delante de ella una especie de plazuela. La reforma arquitectónica más importante llevada a cabo en este templo fue a la que fue sometida en el último tercio del siglo XVIII. El Cabildo encargó al arquitecto Antonio Gilabert la gran empresa de transformar la Catedral.
VISITA.La portada del Palau, que recae a la plaza del Palacio Arzobispal, es la parte más antigua, con un muy diferenciado arcaísmo románico con notas decorativas de modejarismo. Doblando a la derecha hacia la nave del desambulatorio se encuentra al acceso a la Sacristía Mayor, una ojiva de ennegrecidas piedras dominada por un ventanuco. El paso, de gruesos muros, aún conserva elevada la puerta blindada abatible por un rastrillo, mandada colocar en 1521 por el Cabildo a causa de las revueltas de Germanías y que servía para fortificar esta sacristía, convertida en cámara del Tesoro. Su estructura fue levantada en el siglo XIII, cubriéndola con una bóveda de piedra, sobre ocho nervaturas. Encima del paso, o corredor de entrada hay una estancia abovedada accesible sólo a través de una ventana situada a cinco metros de altura del suelo de la sacristía. Esta sala semisecreta fue reconditorio eucarístico y de insignes reliquias, donde se guardaron la Santa Espina, regalada por San Luis de Francia, y la Madera de la Cruz ofrecida por Constanza de Suabia. A tal efecto uno de los muros tiene una pequeña hornacina a modo de sagrario, y está adornado con pinturas murales del siglo XIV.
Al otro extremo de la nave del crucero está la Puerta de los apóstoles construida a principios del siglo XIV y tradicionalmente atribuida a Nicolás de Ancona. Con sus numerosas esculturas de personajes del Antiguo y Nuevo Testamento, esta portada constituye una verdadera exposición de la Historio de la Salvación en piedra finamente labrada. Tiene tres arquivoltas decoradas respectivamente con catorce estatuillas de ángeles, dieciséis de santos y dieciocho de profetas. Las estatuas de los apóstoles se apoyan sobre pilares de sección triangular, adornados con esculturas en relieve, emblemas gremiales y escudos de la ciudad y de las familias Borja, Ximénez y Mercader. En los extremos, en sendas hornacinas están las efigies de San Sixto y San Lorenzo, y San Vicente y San Valero.
La portada está coronada por una galería, posteriormente cegada, en la que figuraban las estatuas de Abraham, Jacob, Daniel, Salomón, Isaías, Miqueas, Simeón y San Juan Bautista. Todas estas esculturas estuvieron policromadas y eran continuamente reparadas y restauradas con gran ciudado por el Cabildo hasta 1522. Muchas han sido retiradas al Museo Catedralicio y algunas sustituídas por copias.
El rosetón tiene 6.5 metros de diámetro, y tuvo que ser renovado totalmente en 1960, reparándose sus vidrieras y la tracería que dibuja la estrella de David, conocida popularmente como el «Salomó de la Seu». Delante de esta portada y protegido por una verja de hierro que existía hasta el siglo XIX, se celebra cada jueves las sesiones del Tribunal e las Aguas, reliquia milenaria de la administración de justicia de los huertanos valencianos.
El cimborrio que corona la nave del crucero constituye una especie de torre octogonal de dos cuerpos, elevada sobre el crucero; obra de un gótico muy airoso y refinado que contrasta con la pesadez de las naves. Fue construido en el siglo XIV, pero posteriormente se realizaron importantes obras de restauración y adorno. Tuvo vidrieras de colores, pero actualmente cierra sus vanos una piedra alabastrina que no impide el paso de la luz.
Las naves se dividen en cuatro tramos, añadido posteriormente el de los pies, señalados al exterior por falsos arbotantes, que sólo sirven de desaguaderos del sistema de terrazas que cubrió originalmente este templo. El último tramo construido en el siglo XV,sigue el trazado del resto en lo esencial, pero muestra en multitud de pequeños detalles la pericia de los pequeños canteros de la época.
Desde aquí se llega a la Sala Capitular Vieja, hoy Capilla del Santo Cáliz, a través de un pasadizo construido a finales del siglo XV por Pere Compte con la ayuda de Asensi Fos, cubierto por una bóveda estrellada rica en clave esculpidas. En la pared hay dos pinturas murales trasladadas a lienzo: la Adoración de los Reyes de Nicolás Florentino y la Adoración de los Pastores, obra de Francisco Pagano, pintadas en el siglo XV.
LA CAPILLA DEL GRIAL
La Sala Capitular fue construida a instancias del obispo Vidal de
Blanes, a mediados del siglo XIV, quizá por el mismo Andreu Juliá que
comenzó la edificación del Miguelete. Es una instancia cuadrada de notables
proporciones y gruesos muros, cubierta por una bóveda estrellada de ocho
puntas. En cada una de sus doce claves
figura un apóstol en relieve que con
el gran medallón central que representaba la coronación de la Virgen y las
esculturas de las repisas vieron restaurado su antiguo recorrido en 1979.En
esta sala se encuentra la célebre reliquia del Santo Cáliz, regalado a la
Catedral en 1437 por Alfonso V el Magnánimo.