Tom Stoppard. If you’re Glad I’ll be Frank,

a play for radio

Faber and Faber. 1969. Londres.

 

Dramatis personae

Frank: Es un conductor de autobuses obsesionado por cumplir con todo a tiempo, obsesión sólo superada por la crisis que le causa saber cualquier cosa de la esposa que perdió.

Gladys: La mujer de Frank, que ahora parece estar atrapada en algún universo paralelo de tiempo, y aparece como la voz que da la hora en un servicio de llamadas. Durante la obra su voz va dando la hora, mientras por otro lado sus pensamientos nos desvelan detalles misteriosos.

Ivy: Una conductora de autobús compañera de Frank y preocupada por él y sus paradas en servicio para buscar a su esposa. Está constantemente dando prisa a Frank para que vuelva al autobús antes de causar más caos.

Myrtle: Una mujer que trabaja en la oficina de correos, mantiene una realación más cariñosa con Mortimer.

Mortimer: Es un hombre mayor que trabaja en el mismo sitio que Myrtle, de quien dice estar enamorado.

1st Lord: Es el encargado de la oficina de correos, responsable especialmente de los servicios telefónicos.

Beryl Bligh: la nueva secretaria, es quien nos introduce de alguna manera en la dinámica de la oficina.   

Sir John: Parece un jefe secundario en la oficina, tiene una reunión con el jefe.

Mr. Courtney Smith: Otro de los encargados de mayor rango. Como todos estos personajes secundarios, tiene el único peso dramático de frenar a Frank e introducir agilidad y comicidad.

 

Trama

Frank, le conductor de autobuses, cree oír a su mujer perdida como la voz que da la hora a través de un servicio telefónico de la oficina de correos en el Big Ben. Desde ese momento, empieza a creer que alguien ha secuestrado a su esposa perdida y la retiene en alguna parte contra su voluntad trabajando para ese servicio telefónico. Frank, excitado, hace todo lo posible por encontrarla, llama por teléfono al operador, da con el número de la oficina de correos y también les llama, se sale de su ruta y deja su autobús repleto de gente varias veces para ir al edificio él mismo y preguntar en persona... pero parece que nadie le escucha o le entiende, primero los porteros del edificio le hacen volver varias veces, después debe pasar por todo el personal para llegar hasta el jefe de la oficina, y todo para que al final este le explique que es imposible que haya oído a su mujer por el teléfono, porque quien da la hora puntualmente es una máquina. Durante toda la obra, se intercalaban fragmentos en los que Gladis daba la hora a través del teléfono y por otro lado oíamos sus pensamientos, como recordaba a Frank, como lo echaba de menos y deseaba que fuera a rescatarle. Se plantea varias dudas y sentencias sobre el tiempo y sus recovecos, y duda si saltarse todas las normas y el sistema y dejar de decir la hora para saludar a Frank a través del teléfono. En la escena final, justo después de marcharse Frank abatido, Beryl avisa al jefe de la oficina de que Gladis está llorando mientras da la hora. Llora y maldice todo lo que está viviendo encerrada. Pero el jefe le llama la atención a través del teléfono, y la hace volver a entrar en razón, y a seguir diciendo la hora bien y puntualmente.

La obra se desarrolla en su mayor parte en la oficina de correos, en Londres (Big Ben), donde está todo el personal trabajando y donde Frank va a buscar a su esposa. De todas formas las acotaciones espaciales no son muy claras en muchas ocasiones (no se dice donde estamos cuando Frank llama por teléfono, ni se especifica nada sobre los momentos en los que Frank va mas allá del recibidor del edificio). Esto se debe posiblemente al formato de la obra (para radio).

 

En una obra de estas características, los aspectos temporales son de vital importancia, y en estos sí que existen algunas acotaciones. Hay 14 escenas, con saltos temporales no especificados entre ellas, aunque muy probablemente toda se desarrolle en el mismo día (marcado por la urgencia de Frank, aunque sujeta a la puntualidad de su turno). Cada escena equivale a un momento de continuidad temporal. En algunas escenas los monólogos de Gladis mientras paralelamente da la hora, marcan el tiempo de una forma más exacta lógicamente.

 

El lenguaje no ofrece demasiadas complicaciones, dado que debe resultar ágil y rápido. Aunque observamos un trato más formal en la figura de los jefes de la oficina. Conviene destacar el contraste entre el lenguaje de los diálogos y el lirismo de los pensamientos de Gladis (claramente diferenciados en columnas distintas).

 

Merece especial mención la singularidad del formato de la obra, ideada para la radio y emitida por la BBC inglesa en 1996. Observamos este rasgo en la brevedad y el dinamismo del texto, y en las contadas acotaciones espaciales que hace Stoppard.

 

Opinión personal

Llegados a este punto lo que más marca la opinión que pueda tener de esta obra, es su formato. Ese estilo mucho más directo que en el teatro tiene sus ventajas e inconvenientes. La principal ventaja es que es mucho más accesible para el espectador/lector, y que no deja que se aburra. Pero su principal ventaja es también su mayor debilidad. A mi juicio las reflexiones de Gladis es un elemento que priva al lector de la opción de reflexionar y extraer sus propias conclusiones. Se nos delimita lo que debemos pensar de la obra, como debemos plantearnos la tiranía del tiempo, la opresión del reloj. Y aunque agradezco que al menos la linealidad me permita acercarme más a las obras, siempre me ha gustado en el fondo que se me estimule dejándome cosas fuera de campo, dejando que el misterio me permita nadar en un mar abierto de dudas y reflexiones. De todos modos, es una obra que he encontrado de mi agrado, y que creo que ofrece muchos elementos reseñables que la elevan por encima de otras. El ritmo frenético, el magistral manejo del tiempo y los difuminados y caóticos personajes secundarios me llevan a concluir que he leído una gran pieza.