William Shakespeare. La Tempestad

UR Teatro

      Reparto (por orden alfabético):

      Esteban, contramaestre: Álex Angulo. Próspero: Ramón Barea.

      Ariel: Jorge Basanta. Gonzalo: Jesús Berenguer. Sebastián: Jacobo Dicenta.

      Trínculo: Vicente Díez. Fernando: Mikel Losada. Miranda: Concha Milla.

      Antonio: José Tomé. Alonso: Fernando Ústarroz. Calibán: Pepe Viyuela.  

      Versión y dirección: Helena Pimenta. Diseño de producción: UR Teatro.

      Dirección de producción: Gina Aguiar. Escenografía y vestuario: José Tomé.

      Iluminación: Miguel Ángel Camacho (A.A.I.). Espacio Sonoro: Eduardo Vasco.

      Diseño gráfico: Gianni Ferrero. Fotografías: Julián Villanueva.

      Prensa: Isabel Juanco. Realización de Vestuario: Sastrería Cornejo.

      Realización escenografía: Pinto’s y Gerriets España. Sastra: Elena Gómez.

      Dirección técnica/técnico de luces: Tecni-front. Técnico de sonido: Juan Lacasa.

      Maquinista y regidor: Luis Aguiar. Adjunto a la dirección: José Tomé.

      Ayudante de dirección: Raul Fuertes. Ayudante de producción: Henar Montoya.

      Ayudante escenografía y vestuario: Henar Montoya. Distribución: Emilia Yagüe.

      Distribución en Cataluña: Bito Producciones.

27 de noviembre de 2004. Teatre Principal. Valencia.

 

Dramatis personae

Próspero: Es el protagonista, un hombre de unos cincuenta años, alto, de complexión recia, no demasiado delgado, con el pelo y la barba aparentemente descuidados, como sus ropajes, anchos y desgastados. Maneja una voz potente, una gran dicción, la fuerza de su mirada sólo es comparable a la de su expresión corporal, se mueve por el escenario seguro de si mismo, imponiendo a los demás personajes su ley.

Miranda: La joven hija de Próspero, es una doncella hermosa, y que transmite fragilidad y compasión en cada uno de sus gestos. Un tono de voz dulce y una dicción dramatizada dan forma a esta mujer generosa y leal a su padre, y cuyo desconocimiento del mundo y de los hombres la hace libre de cualquier prejuicio, casi ingenua.

Ariel: Espíritu bondadoso, leal, y presto a servir a su dueño, aunque ansioso de libertad. Está representado por un joven que anda siempre entre las sombras del escenario semidesnudo, y habla a través de una voz ampliada por el efecto de un altavoz, pero siempre entre susurros, con una dicción suave.

Calibán: Mitad hombre, mitad criatura, esclavo de Próspero, encadenado al cuello siempre, y vestido con una capa de pintura ocre y un taparrabos. Siempre maldiciendo todo y a todos, su voz es casi serpenteante, quejumbrosa, y sus modales y gestos son los de una criatura salvaje que habla. Zalamero con quien le interesa y rebelde con el resto, parece a veces más temible de lo que sabe ser.

Fernando: Apuesto joven, hijo de Alonso y por tanto príncipe de Nápoles. Vestido de forma elegante, y con buen porte, se ve en parte despojado de esa presencia en la isla, esclavizado por próspero y por el amor a Miranda, y a la que se parece a veces en su pureza y su ingenuidad.

Alonso: Rey de Nápoles, hombre de cierta edad, elegante en el vestir como corresponde a su condición, pero preso de la desesperación no mantiene el porte ni el carácter de un rey, si no que se lamenta a cada rato la supuesta muerte de su hijo y su cruel destino, arrepintiéndose de muchas cosas.

Antonio: Hermano de Próspero, pronto demuestra su hambre de poder cuando tienta a Sebastián a matar y a ocupar el trono de su hermano Alonso. Es un hombre de unos treinta años, de complexión normal, alto, no demasiado corpulento y moreno. Nunca habla directamente al criticar, aunque no se corta en ello.

Sebastián: Hermano del rey Alonso, siempre anda criticando con Antonio todo lo que les ocurre, y al rey y a Gonzalo. Como Antonio, es agresivo y cobarde, es fácilmente influenciado por Antonio. Los dos tienen una complexión parecida y la misma ropa: un traje de chaqueta moderno.

Gonzalo: Un viejo y honorable señor, que ayudó a escapar a Próspero y a su hija cuando les usurparon el trono, y llega a la isla con Alonso y el resto. También lleva traje y va con un bastón. Elegante y distinguido, es de talante accesible y de una visión muy positiva de todo cuanto le rodea. Parece poseer más presencia moral que cualquier otro personaje.

Esteban: Un cocinero borracho del que poco sabemos salvo que llega a la isal en el barco del rey. Aporta el toque cómico a la obra, al ir siempre asido a una botella de vino, con los efectos que ello conlleva. Es un hombre bajo, calvo, de peso medio, con barba y bigote. Su dicción es claramente confusa, al estar durante toda la obra borracho.

Trínculo: Joven marinero que viene a la isla con Alonso y compañía, y es el otro recurso cómico junto con Esteban. Le encuentra cuando este ya va muy borracho, y cuando encuentra también a Calibán. Tiene una voz muy cómica, con un tono y una dicción pensados para causar la carcajada, acorde con los estúpidos comentarios que realiza.

 

La obra se sitúa en un espacio escénico muy neutral, un escenario blanco, un panel blanco de proyección de luz al fondo, y poco más. El único espacio que se representa es el de la isla, con sus distintos rincones (cueva, playa, montaña), salvo la excepción del principio, cuando aparece la escena dramática a bordo del barco que naufraga.

 

La iluminación es un elemento muy importante, con mucha luz blanca para destacar el día, y oscuridad para los espacios cerrados, o las sombras de Ariel. A destacar los efectos de tormenta del principio.

 

El vestuario ofrece varias muestras de heterogeneidad, aunque por lo general es bastante moderno para intentar ser realista, con el destacado efecto de confusión que provocan los trajes de chaqueta y corbata de Antonio y Sebastián.

 

En el atrezzo, destacaremos el efecto de las dos señales de tráfico que plantan en diferentes momentos los encargados de la escenografía (unos hombres con una especie de traje de desinfección blanco, que entran aunque la acción aun esté en marcha e iluminada). Estas dos señales son la de Stop (cuando Fernando para de trabajar para hablar con Miranda) y la de unos columpios (cuando aparece de nuevo la pareja de enamorados, esta vez jugando en la playa). Además, destacar el uso de alfombras rojas para marcar los senderos que siguen los viajantes perdidos.

 

En cuanto al ambiente del teatro principal, destacar la corrección del público, y el general conocimiento de la obra por gran parte del mismo, como demuestran los aplausos justo después de la última palabra de Próspero.

 

 

 

Opinión personal

 

Con las obras de Shakespeare parece que siempre ocurre lo mismo: al ser considerado el dramaturgo más grande de todos los tiempos pocos se atreven a criticar su obra. Dejando al margen la consideración del texto (escrito en 1611, por lo que es casi un testamento escénico), podemos decir que la puesta en escena por parte de UR Teatro, una asentada compañía en la escena de nuestro país, disfruta de los privilegios de dicho asentamiento, a saber: unos actores mucho más que correctos, una escenografía sutil y bien pensada, un ritmo visual muy bien llevado, etc. Los diálogos son casi idénticos al texto, y las libertades que se toma la directora son más bien escasas y muy aisladas (elementos escénicos, breves incisiones en el diálogo para otorgarle dinamismo y modernidad). En general, la obra ofrece lo que se espera de ella, y más en un  teatro como este: una interpretación seria y fiel de un texto de Shakespeare. Pero aquí la que es en mi opinión su mayor debilidad: lo poco que realmente tiene que ofrecernos la compañía artísticamente, la escasa reinterpretación del texto casi sagrado del gran Shakespeare, todo ello impulsa el lamento por parte de muchos, el pensar que se podía haber hecho con la misma magnífica factura  técnica y un poco más de originalidad.