Harold Pinter. Party Time

Faber and Faber. 1991

 

Dramatis personae

Terry: Un hombre de cuarenta años, marido de Dusty, pertenece a un club del que habla muy bien. Conoce a Melissa desde hace 30 años, y se niega a hablar de Jimmy, Se le ve muy apurado durante toda la obra, y siempre intentando agradar a Gavin, del que más tarde dirá que es un hombre importante.

Gavin: A sus 50 años, parece un hombre importante del que poco se sabe o se habla. Su apellido es White y es el anfitrión de la fiesta.

Dusty: Una joven de 20 y tantos, la esposa de Terry, una muchacha alegre que se pasa la mayor parte de la obra preguntando por su hermano Jimmy. Parece desafiar a todos y a todos, hablando de cosas de las que nadie quiere hablar.

Melissa: Una anciana de 70 años, nueva en el club del que todos hablan, que se deja adular por Terry, y al final pronuncia un discurso en favor del club y de sus valores morales.

Liz: Una mujer de treintaytantos, casada con Douglas, y que cuenta un inquietante episodio sobre un hombre que la enamoró con sólo mirarla. Su marido dice que ella es responsable, y muy capaz de llevar toda la casa y a los hijos sola.

Charlotte: Mujer de 30 y tantos años, parece amiga de Liz, y conoce a Fred de tiempo atrás, presumiblemente fueron amantes. Estuvo casada con un hombre que murió.

Fred: Es un hombre de unos cuarenta años, amigo de Douglas, con quien mantiene una inquietante conversación sobre una paz de acero. Visiblemente colgado de Charlotte, de quien admira una y otra vez su belleza, y a quien propone veladamente escaparse juntos.

Douglas: Un hombre de 50 años, marido de Liz y amigo de Fred, a quien admira por su aparente inquebrantabilidad. Parece un hombre rico -tiene una isla- y con un estilo de vida impecable. Al principio de su matrimonio era un comerciante que viajaba mucho.

Jimmy: Un joven del que poco sabemos, a parte de que es hermano de Liz, y que sólo aparece al final de la obra, durante la cual su hermana Dusty ha estado preguntando que le ha ocurrido, y nadie le respondía y Terry intentaba hacerle callar. En su aparición describe de forma borrosa lo que podrían interpretarse como torturas.

 

Trama

La obra nos sitúa en una fiesta en la que participan ocho personas. El anfitrión es Gavin White, que da la fiesta en su piso. La acción tiene lugar en una gran habitación del mismo, con sofás, armarios, y gente sentada y de pie. Hay un camarero que ofrece bebidas. Hay dos puertas, una de ella que nunca se usa, medio abierta, con una luz opaca. Una música de fondo nos introduce en la dinámica de focalizar la acción por grupos de conversaciones. Mientras la luz apunta a dos o más personajes hablando, el resto se mantiene de pie, a media luz, bebiendo.

Así, asistimos primero a una conversación en la que Terry habla a Gavin de las cualidades de un club al que pertenece y en el que le gustaría que Gavin entrara. Dusty se une a la charla, preguntando por su hermano. Los dos la hacen callar, y Terry le hace hablar también de las bondades del club. De pronto se les une Melissa, les pregunta que está pasando fuera, porque no hay nadie en la calle excepto soldados que les hacen parar el coche.

La acción pasa a Liz y Charlotte, la primera le cuenta a la segunda como un hombre que estaba con su mujer le miró fijamente y la enamoró.

A continuación, Fred habla con Douglas de poner orden en el país y hacerlo funcionar, de una paz con mano dura.

La acción se vuelve a centrar en Terry, Gavin, Dusty y Melissa. Terry y Dusty alaban la belleza de Melissa, como se ha conservado, y esta les dice que probablemente es por ser miembro del club. Aprovechan así de nuevo para hablar maravillas de él, hasta que Dusty vuelve a preguntar por su hermano. Terry le hace callar de nuevo, de forma cortante. Gavin parece estar incómodo con esa insubordinación de Dusty.

Douglas presenta a Fred a Liz, y esta a su vez le presenta a Charlotte. Pero Fred y Charlotte ya se conocían, Liz divaga sobre la belleza de la fiesta y su marido habla sobre una isla a la que va en verano.

La atención pasa a Terry y a Dusty, que en un rincón discuten sobre la actitud de esta. Terry le recuerda lo importante que es Gavin, y ella, que sigue queriendo saber que le ha pasado su hermano, parece desafiarlo pese a sus misteriosas amenazas.

A continuación son Fred y Charlotte los que hablan solos de un pasado en común, de lo guapos que siguen los dos, y de un marido muerto. El matrimonio de Douglas y Liz se une a la conversación, sacando otro tema.

Por fin, todos aparecen juntos, Terry les expone de nuevo lo ideal que es el club, y Melissa lo apoya, resaltando los valores morales del mismo. Todos aplauden el discurso. Finalmente invitan a Gavin a entrar, y este les da las gracias por ello y por haber ido a su fiesta y se disculpa por el estado de las calles, por como les ha costado a algunos llegar.

De pronto entra luz por la puerta, y aparece Jimmy, que interviene para describir como el ruido ha cesado y todo está en calma. 

 

La obra se desarrolla en un espacio único, cerrado, y bastante simple, en el piso de Gavin, presumiblemente en un entorno urbano, ya que se habla de calles vacías. La acción suele pasar de un lugar a otro de la habitación mediante los focos.

 

El autor nos sitúa en un tiempo indefinido, pero por el ambiente elegante y el trato, además de por la tensión del conflicto que amenaza fuera, intuimos que muy probablemente se trata de los años cuarenta. Aunque realmente es extrapolable a cualquier época. Es de noche. Parecen haber pequeños saltos temporales indefinidos al final de algunas conversaciones, marcados por la intensificación de la luz que entra por la puerta y que contrasta con el oscurecimiento de la luz de la habitación.

 

El lenguaje es distendido, nada artificial, y se guardan menos las formas según la conversación. Se utilizan algunas palabras malsonantes (fuck).

 

Por último valorar la sutil intención por parte del autor de que el público introduzca la acción de la obra en un contexto de tiempos de guerra.

 

Opinión personal

La obra de Pinter me parece bastante desconcertante a veces, en todo momento se apela a que el lector se plantee una y otra vez todo lo que sucede en ella, y le busque un significado más allá de las acciones y diálogos absurdos que parece exponer Pinter. Así, advirtiendo el trasfondo de denuncia política que el dramaturgo quiere hacernos ver, podemos concluir que Party Time es otra gran obra que confirma los rasgos que hicieron grande a Harold Pinter y su aportación al teatro: esa sensación de amenaza constante que planea en todo momento sobre los protagonistas y sobre nosotros mismos, como lectores y por tanto parte implícita del proceso creativo.