nuca chico Recorridos debilitados

por Carlos Fernández

Todo empezó con el 11-S. El caos tras el atentado contra las torres gemelas inició uno de los recorridos más crudos de la existencia humana. La tensión tras el acontecimiento podía palparse en todos los hogares, y los “piques” entre EE.UU. e Irak no habían hecho más que empezar. Incluso llegó a hablarse de la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial. Por suerte, ésta no se ha iniciado todavía, aunque después del 11-S llegó el atentado de la estación de Atocha, en Madrid, y más tarde el de Londres. Ahora, la presencia de las tropas norteamericanas en Irak está provocando el despertar de la ira de sus ciudadanos, que amenazan con volver a atentar contra las potencias que apoyaron en su momento a EE.UU. (entre las cuales nos encontramos). Me gustaría saber cuál será el desenlace de todo esto, ya que ambos países son claros vencedores y vencidos al mismo tiempo, aunque de momento sólo jueguen a derribar castillitos de arena.

Pero como ya he dicho, éste es sólo uno de los desastrosos recorridos acaecidos a nivel mundial. Y la situación no cambia. Tres semanas he estado de viaje y cuando vuelvo todo sigue igual; puede que incluso peor. La guerra de Irak sigue su curso y a ella se suman acontecimientos de gran magnitud como el conflicto entre palestinos e israelíes, que parece no encontrar un fin próximo. Son hechos de los que uno puede hartarse atendiendo a los medios de comunicación en todas sus variantes, estando en el país en el que se esté.

No obstante, las raíces tiran y, al volver a España tras aprovechar las tres semanas de vacaciones, me extraño al asombrarme de que nada va mejor, sino todo lo contrario. Nuestro país es un blanco fijo para el terrorismo exterior y, por si fuera poco, también lo es para los propios españoles. El grupo terrorista ETA ha vuelto a actuar tras su comunicado de la ruptura del alto el fuego y no dudará en volver a hacerlo. Y entre atentado y atentado, los seguidores del grupo terrorista arrasan las calles a su paso. Arrasadas han quedado también unas fotografías del Rey que un grupo de catalanes han considerado gracioso quemar estos últimos días. Por otro lado, la violencia doméstica se hace cada vez más frecuente en la vida diaria, y la inmigración se está convirtiendo en un problema masivo que ya ha alcanzado la costa peninsular.

Quizás sean demasiados quebraderos de cabeza para una sola persona. Aún así, nuestro presidente del Gobierno malgasta su tiempo en discutir pequeñeces con el líder de la oposición. Unas posturas que, sin ir más lejos, no podrían ser más contrarias. Y es que a Zapatero se le ha venido todo encima, y le viene grande. Y los españoles se han dado cuenta. La necesidad de un cambio se está haciendo cada vez más inminente y así pudo observarse con el resultado de las últimas elecciones municipales. Pero ahora no es el momento de estar a favor o en contra del sistema de gobierno establecido; lo que sí digo es que, ante esta ya alarmante situación de caos crónico, lo más sensato sería dejar las diferencias a un lado e intentar colaborar con la oposición para no perder el control de España y del mundo en su conjunto. Un control que, inevitablemente, se está debilitando.


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