Obra: Blasted,
Sarah Kane, ed. Eyre Methuen, Londres, 1995
Carlos Rubio Alcalá- Grupo B
Se ha dicho en ocasiones que Blasted causó con su estreno una sensación similar de rechazo y polémica a la que en su día suscitó Saved. En efecto, ambas obras muestran con descaro y de la forma más desagradable posible lo que los espectadores no están en modo alguno habituados a ver en un escenario. Si en Saved era la violencia más primitiva y sin sentido, fruto de la indiferencia y la ignorancia, en Blasted se trata de sexo descarnado, desprovisto de todo amor o sentimientos. También hay violencia, y mucha, pero resulta menos rompedora por ser algo que estamos más acostumbrados a ver. Sin embargo, ambas obras no son demasiado comparables en tanto que desde mi punto de vista Saved es muy superior. En ella el espectador o lector reflexiona sobre lo que ha visto, atisba temas profundos y aunque le repugne, se conmueve. Sin embargo, la autora de Blasted pretende de forma deliberada aturdir con su sórdida historia sexual, pero sucede que no hay nada detrás de ella. No hay reflexión, no hay conciencia social, apenas si hay argumento.
Aparecen en esta obra tres personajes: Ian, Cate y un Soldado. Ian es un periodista paranoico que teme morir en la guerra en la que se encuentran. Sabe cercana su muerte, y decide aprovechar la presencia de Cate, su antigua pareja, en su hotel para convencerla de que se le someta sexualmente. Ella resulta un personaje bastante simple: es una chica inocente pero tonta que no desea aceptar lo que Ian le propone para acabar accediendo por su insistencia violenta y por la compasión que siente hacia él. El Soldado, por su parte, es aún más sencillo: un hombre que aprovecha su superior poder (va armado) para aterrorizar y posteriormente violar a Ian. Entre los sucesivos encuentros sexuales, los personajes pasan la mayor parte del tiempo discutiendo.
En la obra aparece un solo escenario: la habitación de hotel de Ian, que cambia cuando es destruida por una explosión. De hecho, algo positivo que sacar de la obra es sus posibilidades escénicas. Bien llevada a escena puede ser interesante desde un punto de vista escenográfico, aunque no sea más que un envoltorio vacío. El tiempo transcurre entre un atardecer y la mañana del día siguiente principalmente. Al final de la escena cuarta, se suceden momentos muy rápidos en intervalos de luz y oscuridad que pueden mostrar el paso de los días, aunque esto no está claro en el texto.
Se pretende crear un clímax en esos últimos momentos mediante el método de superar en violencia todo lo anterior aparecido en la obra. Sin embargo, el clímax es fallido, pues no está reforzado por el texto, ni por ninguna emoción que nos puedan provocar los personajes.
Sarah Kane divide su obra en cuatro escenas, organizadas de forma simétrica: en las dos centrales aparecen Ian y el Soldado; en las dos extremas, Ian y Cate. El disparo de mortero que destroza la habitación marca el punto central de la obra.
Mi
opinión es que Blasted
es una obra fracasada. El sexo extremo que hay en ella podría ser un medio para
lograr cualquier objetivo teatral, pero cuando la autora intenta que sea el
único fin de la obra, se vuelve aburrido y sin sentido. Retornando al principio
de la ficha y la comparación con Saved, me parece poco probable que Blasted vaya a aguantar el paso
del tiempo como aquélla, aún motivo de apasionadas reacciones y estudio
cuarenta años después de su estreno.