Obra: The Dumb Waiter, Harold Pinter, ed. Faber and Faber, Londres, 1960

 

         Carlos Rubio Alcalá- Grupo B

 

         En The Dumb Waiter se nos presentan dos personajes, Gus y Ben, que se encuentran en un sótano recién alquilado, esperando una llamada para poder realizar un “trabajo”. La deducción a la que se llega es que se trata de un asesinato, pues los hombres van armados con pistolas y comentan cómo van a realizarlo, pero el hecho de que sea un crimen nunca se explicita. El “dumb waiter” al que se refiere el título de la obra es un montacargas que los personajes utilizan para comunicarse con la habitación que se encuentra encima de ellos, y desde la cual se les pide comida, de la que ellos carecen. La obra comienza in media res, con los protagonistas ya establecidos y a la espera de la señal que pondrá en marcha la acción. De la misma forma, cuando termina la representación, el argumento no se ha resuelto, pues aunque la llamada se produce, quien entra finalmente por la puerta supuestamente para ser asesinado es uno de ellos, Gus. El telón cae con los dos mirándose mutuamente.

            Gus y Ben son los dos únicos personajes en The Dumb Waiter. A lo largo de la obra conversan, repasan las normas para su “trabajo”, comentan las noticias del periódico que Ben lee y se envían notas a través del montacargas. Ben parece el jefe de los dos: se pasa la obra ordenando a Gus que le prepare un té, y sobre todo, le oculta información a su compañero, cambiando de tema ante las preguntas de Gus sobre el trabajo (p.131). Por su parte, Gus está más distraído, más aburrido y no para de hacer preguntas a Ben. Es, además, menos profesional: no ha comprobado el estado de su pistola ni ha terminado de vestirse (p.153).

            La conversación que mantienen Ben y Gus es muy realista y coloquial: abunda en muletillas y en muchos momentos en los que no se entienden el uno al otro: “BEN. Open it. GUS. What?. BEN.  Open it!” (p.139). En ella se mezclan momentos de humor, de enfado, de casi desesperación (“WE’VE GOT NOTHING LEFT! NOTHING! DO YOU UNDERSTAND?, p.162), con otros en los que el diálogo llega al absurdo, como al discutir si está bien dicho “to light the kettle”, si pueden ir a ver un partido o cuáles son las normas del trabajo. Gus y Ben y sus conversaciones recuerdan a Waiting for Godot, o buscando un ejemplo reciente, a los matones de una película de Quentin Tarantino (Reservoir Dogs, Pulp Fiction).

            El espacio de la obra es único: una habitación con dos camas, un montacargas y un tubo por el que se producirá la llamada indicando que el trabajo debe comenzar. También hay dos puertas, una  al baño y la cocina y otra al pasillo. Gus entra a menudo al baño durante la obra, siempre encontrando problemas con la cisterna. La puerta del pasillo sólo se abre al final, dejando entrar a Gus y enfrentándolo a Ben.

El tiempo también es único, y la obra no se divide en actos ni escenas. The Dumb Waiter es una obra breve. En cierto sentido es como si hubieran cortado el primer acto, en el que se explicaría el trabajo y la llegada de los personajes a su habitación, y el tercero, con la resolución. No es una obra, pues, que siga los esquemas clásicos. Debido a su sencillez escénica, a que sólo emplea dos actores y a su brevedad, se puede representar The Dumb Waiter con pocos medios, lo que la convierte en una buena obra para compañías pequeñas.