Obra: Waiting
for Godot, a Tragicomedy in Two Acts, Samuel Beckett, ed. Faber and Faber, Londres, 1956
Carlos Rubio Alcalá
La obra más conocida de Samuel Beckett y del llamado teatro del absurdo es precisamente este Waiting for Godot, llena de acciones y palabras que se nos antojan incomprensibles, y con unos personajes, que bordeando tanto la comedia como la tragedia, nos llevan a veces a la risa, mientras que otras nos producen una profunda turbación.
La acción transcurre junto a un camino, en un escenario casi vacío, en el que sólo hay un árbol. En dos días consecutivos, Vladimir y Estragon esperan a Godot junto al árbol. Los espectadores o lectores no sabemos quién es Godot ni por qué tiene que venir, y de hecho los propios personajes no parecen saberlo. Su única función es esperarlo. Las largas conversaciones mantenidas por Vladimir y Estragon son interrumpidas por la aparición de Pozzo y Lucky. Finalmente, al atardecer de cada día, un muchacho llega para advertir a Vladimir y Estragon que Godot no vendrá ese día, pero lo hará sin duda al siguiente.
Los personajes de Vladimir y Estragon son muy parecidos. Los dos parlotean de la misma manera, los dos están de acuerdo en casi todos los asuntos. Como característica especial de Estragon podemos nombrar el hecho de que cada noche pierde la memoria y no recuerda los sucesos del día anterior. Vladimir parece ser el que ha quedado con Godot de los dos (aunque luego no lo reconoce y piensa que Pozzo es Godot), y el que recuerda su larga espera. Como contraste a los personajes de Pozzo y Lucky, Vladimir y Estragon se tratan como iguales, más aún, como amigos: cada mañana, Vladimir quiere saludar con un abrazo a Estragon, y les aterra la idea de quedarse el uno sin el otro (recordemos su discusión para ver quién se ahorca primero).
Por su parte, Pozzo y Lucky mantienen una relación de amo/esclavo en la que Pozzo se presenta como un personaje desagradable por el mal trato que dispensa a Lucky. Sin embargo, ante esta situación, Vladimir y Estragon se muestran ambiguos: al principio reprochan a Pozzo su comportamiento, pero cuando éste les dice que Lucky lo hace sufrir, los reproches son para el esclavo, “por hacer sufrir a un amo tan bueno”. El personaje de Lucky se identifica con ciertas características animales (cerdo, mula de carga, pato porque grazna, bestia porque muerde a Estragon) y sus largos años de servicio lo han dejado incapaz de pensar. Así, cuando se le da la orden de pensar, sólo es capaz de producir un larguísimo párrafo sin sentido hasta que es reducido violentamente por los demás. Estos papeles quedan desfigurados en el segundo acto, cuando Pozzo aparece ciego y Lucky ha pasado de ser esclavo a lazarillo (otro animal).
El espacio en Waiting for Godot es único, el camino junto al árbol. Aunque es un espacio abierto, causa desasosiego por su desnudez, por la soledad que transmite. El tiempo, como se ha dicho, es el atardecer de dos días consecutivos, pero lo que es interesante es la sensación de bucle temporal infinito: los dos días mostrados son iguales, pero los personajes dicen que llevan esperando a Godot “cincuenta años, quizá”, y que no es la primera vez que se encuentran con Pozzo y Lucky. En esa situación, la pérdida de memoria de Estragon puede constituir una verdadera bendición.
A pesar de su absurdez, la obra no está desprovista de momentos líricos, como la llegada de la noche repentina y el alzado de la luna. Es, en suma, una obra complicada y sobre la que se pueden dar una infinidad de interpretaciones.