Ficha de representación: Hedda Gabler, de Henrik Ibsen

 

Vista el: sábado, 2 de octubre de 2004

En: Teatro Rialto, Valencia

Carlos Rubio Alcalá

 

            Al terminar la representación de Hedda Gabler, la sensación más fuerte que me quedó fue la de la gran diferencia que encontraba entre los sentimientos causados por el texto escrito de la obra, que no me había causado una impresión muy profunda, y su puesta en escena. Esto debe ser a causa del trabajo de los actores y una aproximación a los personajes diferente a la que el texto me sugería en un principio. El texto representado es idéntico al original, con algunas supresiones breves de líneas y del personaje de Berta, y lo que en mi opinión son dos grandes aciertos: hacer más explícitos tanto el embarazo de Hedda desde el principio, como la atracción que el juez Brack siente hacia ella.

            Aunque la interpretación de todos los actores es más que correcta, en general quedan mejor tratados e interpretados los personajes femeninos que los masculinos. Hedda Gabler, más que altiva o fría, es una presencia agresiva y amenazante, que acecha a los demás personajes como un tigre, y que con sus movimientos en el ring de boxeo, elemento esencial de la escenografía, parece también por momentos un felino enjaulado. Por su parte, la señorita Tesman y la señora Elvsted transmiten, respectivamente, ternura y fragilidad, que llegan a ser conmovedoras. En el caso de los personajes masculinos, sin embargo, cada uno tiene algo que parece fallar: Jorge Tesman es algo brusco, Lovborg es demasiado agitado y no transmite la impresión de hombre inteligente y con talento de la obra de Ibsen, mientras que el juez Brack, quizás el mejor de los personajes masculinos, hace una interpretación algo exagerada por momentos.

            La escenografía, consistente sobre todo en un ring de boxeo que representa la casa de los Tesman, sacrifica la movilidad de personajes y habitaciones del texto original a favor del símbolo que indica el enfrentamiento de los personajes que suben al ring con Hedda, quien sólo desciende para el momento final de la obra. Todo ello actualiza la representación, alejándola del clasicismo de la puesta en escena sugerida por el autor. Por el contrario, el vestuario sí resulta clásico, y quizás se lo podría haber armonizado más con la escenografía con ropa más moderna. Sin embargo, el vestido de Hedda resulta muy vistoso, destaca los movimientos elegantes de la actriz y le da un aspecto de mujer fatal, estilo Gilda, que queda muy bien con ese carácter amenazante que se le ha dado al personaje.

            Uno de los mejores aspectos de la puesta en escena es la elección de la música, que acompaña y resalta perfectamente la acción hasta el final con el tema muy apropiado de Alicia en el País de las Maravillas (Within a world of my own) tras el suicidio de Hedda. Relacionado con la música está uno de los momentos más sorprendentes de esta versión de Hedda Gabler: el baile entre la protagonista y el juez, con una estética y coreografía de musical que constituyen una sorpresa muy agradable.

            La iluminación, aunque sencilla, consigue algunos efectos muy logrados, como el de la luz de la mañana que entra por la ventana. También es de destacar la proyección sobre el fondo, que aunque normalmente es un cielo nublado, cambia para ser el fuego que quema el libro de Lovborg y la imagen de Hedda muerta al final.

            En general es una obra muy recomendable, aunque el teatro en el que se representa tiene el inconveniente de la falta de visibilidad e incomodidad de los asientos superiores de anfiteatro.