Bichos raros

por Adrián Casabó

Resulta extraño, casi alarmante en la actualidad, ver a un joven con un libro entre manos. En una sociedad en la que todo está en la red, el placer de leer a la “antigua usanza” parece una actividad relegada tan sólo a un sector de la sociedad casi arcaico y que no está a la moda. Esos bichos raros que dedican su tiempo libre a devorar páginas y páginas de libros están actualmente en peligro de extinción. Cada vez es menor el número de personas que se dedican a soñar y dejarse llevar cada vez que abren un nuevo libro. Como indica Enric Sòria en su artículo Un món que s’abandona, publicado en El País (17/10/02), “los alumnos no leen. No tienen la costumbre y ni tan sólo ven la necesidad. Nuestros jóvenes leen y aprenden por Internet”. Sí bien es cierto que la letra escrita ha sido el vehículo principal de todas las civilizaciones, hay que tener en cuenta que actualmente los métodos de aprendizaje han cambiado. La letra escrita ya no tiene el papel protagonista y ahora es la letra electrónica la que está de moda. Pues si conocemos el problema, hay que buscar la forma de despertar en los jóvenes un mínimo interés por la lectura. ¿Cómo? Pues haciendo que los libros les resulten más cercanos, que no vean esos montones de páginas como algo aburrido y siempre relacionado con la vida académica, y tratando de desmitificar ese concepto de bichos raros que se atribuye a los jóvenes lectores. No podemos ocultar que el sistema educativo actual no ayuda a potenciar la lectura como una afición apasionante. Leer por obligación libros que nada te interesan es cierto que no resulta muy motivante. Leer se presenta en las escuelas más como una necesidad, que no seré yo el que diga que no lo es, que como un placer. Jugarte un punto de tu calificación en Lengua y literatura de segundo de ESO con un trabajo sobre un libro, que en la mayoría de ocasiones no llegas ni a leerte, no podemos decir que sea demasiado estimulante. Parece que el problema no nos importa sólo a unos cuantos que tenemos esa costumbre poco fashion de dejarnos llevar por las letras de un libro. Incluso los gobernantes, probablemente por la relación que tenga la falta de hábito lector de nuestros jóvenes con el hecho de que España esté a la cola de la educación europea, se han sentado a analizar el problema y desde Ministerio de Cultura se ha lanzado un Plan de Fomento a la Lectura. Como bien se puede leer en las intenciones de este plan, es distinta la tarea de fomentar la lectura que la de la formación de la habilidad de leer. La primera es una tarea que si bien puede apoyarse desde la familia o desde la escuela, necesita de lugares y personas que permitan el acercamiento a los libros. Hay que desempolvar los libros y acercarlos a los jóvenes, que no sean sólo las bibliotecas los lugares en los que un joven pueda pasarse horas devorando un libro y ojala, de este modo, podamos hablar de la reproducción veloz del número de bichos raros apasionados por la lectura. .


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