La Diosa Afrodita


En la mitología griega, Afrodita (en griego antiguo ‘surgida de la espuma del mar’) es la diosa del amor y la belleza. Sus poderes son inmensos: protege a los esposos, fecunda los hogares y está presente en los partos. También simboliza la pasión desencadenada que destruye las uniones legítimas e incita a los mortales a toda clase de voluptuosidades y vicios. Sus atribuciones son los secretos de las doncellas, las sonrisas, los engaños, el placer, el amor y la dulzura.

Nacimiento de Afrodita


   La historia más famosa sobre el nacimiento de la ‘surgida de la espuma’ Afrodita es la contada por Hesíodo, quien afirma que surgió de la espuma del mar cerca de Pafos (Chipre) después de que Crono cortase durante la Titanomaquia los genitales con una hoz adamantina a Urano y los arrojase al mar. En su Teogonía, Hesíodo cuenta que «fueron luego llevados por el piélago durante mucho tiempo. A su alrededor surgía del miembro inmortal una blanca espuma y en medio de ella nació una doncella» ya adulta. Por esto, Afrodita es de una generación anterior a la de Zeus, y la mayor de los dioses olímpicos. Algunos autores consideran que de esta forma su madre sería Talasa, la personificación femenina del mar.

   El principal centro de adoración a Afrodita permaneció en Pafos, al suroeste de la costa de Chipre, donde la diosa del deseo había sido adorada desde mucho tiempo atrás como Ishtar y Astarté. Se dice que desembarcó tentativamente primero en Citera, un lugar de parada para el comercio y la cultura entre Creta y el Peloponeso. Así quizás tengamos pistas del camino del culto original a Afrodita desde el Levante hasta el continente griego.

Estrellas de Afrodita

   En muchos de los mitos en los que participa, Afrodita aparece vanidosa, malhumorada y susceptible. Aunque es uno de los pocos dioses del panteón griego realmente casados, le es infiel a su marido con frecuencia. Hefesto, por supuesto, es una de las deidades helénicas más ecuánimes, y Afrodita parece preferir a Ares, el voluble dios de la guerra. En La Ilíada de Homero Afrodita interviene en la batalla para salvar a su hijo, pero le abandona (de hecho, le deja caer mientras vuela por el aire) cuando la hieren, como también hace Ares. Es además la causante original de la propia Guerra de Troya: no sólo inició todo el conflicto al ofrecerle Helena de Troya a Paris, sino que el rapto se llevó a cabo cuando Paris, al ver a Helena por primera vez, fue abrumado por el deseo de poseerla, lo que corresponde a la esfera de Afrodita. Su dominio puede incluir el amor, pero no incluye el romance, tendiendo más bien hacia la lujuria, el deseo irracional humano.

Petrou de Romnou

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