­Hipertextos. Reflexión personal


Héctor Hernández

Locura

Llegados a tercero de carrera, Teoría y Práctica del Hipertexto se cruzó en nuestro camino. ¡Pobres de nosotros! Aún recuerdo la desidia con la que comenzamos ese año las clases, incapaces de comprender en que consistia aquello, que quería decir esto o como coño se hacía lo otro. Un mundo de locos y con gente muy poco cuerda que transformó totalmente el concepto red que había en mí.

50 años después escribo esta reflexión. Padezco arritmia. Tengo la tensión por las nubes. Me estoy quedando ciego. Allí entendí que mi trabajo se iba a "limitar" a un ordenador,un editor de texto y una conexión telefónica. Que los medios de comunicación no tenían futuro sin este canal y que el volumen de información sería de tal magnitud que solo nos podría invadir el miedo al contemplarlo. He pasado toda la vida delante del ordenador. Me rió del que pretendia en nuestros años mozos recorrerse como cualquier periodista de manual África.

Se hizo patente que existe un desfase absoluto entre la velocidad de desarrollo de una tecnología y la de nuestra propia mente. Cada hora nos han cambiado el editor de texto, cada media han aparecido nuevos forrmatos de web, cada quince minutos aparece una nueva empresa revolucionaria de la comunicación, cada dos minutos nace un nuevo diario electrónico, cada milésima de segundo se pública una noticia en la red... Es el mundo de la velocidad sin frenos, de la caída sin colchoneta. Aquí no hay tiempo para parar. Y lo peor de todo, no hay tiempo para asimilar.

Hipertexto constituyó una asignatura de la carrera a efectos prácticos inservibles. Sabía que, cuando saliera de allí, apenas volvería a usar ese tipo de lenguaje. vSabía que eran los inicios, que era materia de poco tiempo de implantación. Que estudiabamos la base. Pero también sabía que todo sería modificado. Siempre son beneficios que te facilitan la tarea de la comunicación en la red y siempre actúa como una criba de tus conocimientos. No hay detención posible. Tienes que estar a la última, a riesgo de que la tecnología te muerda.

Recuerdo aquellos chalados que hablaban en un dossier de un nuevo medio, de una nueva herramienta que transformaría totalmente la comunicación. Como el que descubrió el fuego, ellos tampoco sabían las cosas que se podrian hacer con esa invención en el futuro. Impregnados de filosofía, te mostraban una utopía con su lenguaje esotérico. Ojalá pudieran levantar la cabeza.

Me hubiese gustado no ser una cobaya experimental. No haber tenido la sensación que que estaba viendo algo que, en muy breve tiempo, estaría desfasado, obsoleto y sin uso. Me quedé con la idea, que es mas importante, pero salí de allí con más dudas que cuando entré aquel maldito día.

Con el tiempo aprendí. No todo lo que me gustaría, porque ya se sabe que esto no tiene final, pero sí lo suficiente para evitar que el medio sacara lo peor de mis capacidades a la hora de enfrentarme a él. Aún conservo el Portfolio con el que el profesor nos suspendió a todos los borregos que alli estábamos. ¡Dios!, me invade la verguenza.

El concepto de red ha cambiado mucho desde entonces. Aún no tenemos ni idea de cual es la nueva definición, pero las cosas son distintas a esa época. La gente es más amable, tiene mas consideración con los que estan a su alrededor, estudian la materia desde sexto de primaria y estan mucho mejor preparados para conseguir que este medio sea mas rápido, más eficaz, mas abierto, y mas incomprensible.