Entrevista con Vannevar Bush
por Darío Borja García
A Vannevar Bush,
ingenierio eléctrico, se le recuerda por su famoso ensayo, "As We May Think",
que apareció publicado en the Atlantic Monthly en 1945 ya que, en dicho
artículo, adelantaba lo que hoy conocemos por hypertext.
Nombrado
responsable del National Defense Research Committee en 1940, fue
director de la
Office
of Scientific Research and Development en 1941. Entre sus inventos, hay que
destacar el primer computador analógico electrónico y el analizador
diferencial. Enseñó en la
Universidad y luego en el MIT de Cambridge. De
1939
a 1955 fue presidente
de la
Carnegie
institution y responsable desde 1946
a 1947 del Joint Research and Development
Board.
D.B.G.:
¿Cuáles han
sido los beneficios
que el ser humano ha extraído del uso de la ciencia y de los
instrumentos que
ha dado como fruto su investigación?
V.B.:
En primer lugar, han aumentado su
control sobre el entorno material. Han mejorado su comida, su vestido y su
vivienda, además de aumentar su seguridad y liberarlo, al menos en parte, de
las ataduras de la existencia primitiva. Asimismo, le han proporcionado un
creciente conocimiento de sus propios procesos biológicos, de modo que
lo han
ido liberando progresivamente de la enfermedad y han aumentado su
esperanza de
vida. Al mismo tiempo, han arrojado luz sobre las interacciones de sus
funciones
psíquicas y fisiológicas, otorgándole la promesa de una mayor salud
mental.
La ciencia
ha proporcionado al
ser humano formas veloces de comunicación entre personas individuales, le ha
permitido el almacenamiento de las ideas y le ha otorgado la posibilidad de
manipular este archivo y extraer de él ideas, de modo que el conocimiento
evolucione y perdure a lo largo de toda la existencia del género humano,
y no
sólo de la vida de sus componentes individuales.
D.B.G.:
¿Qué
problema podría provocar la
especialización en la investigación?
V.B.:
Hay una enorme montaña de
investigaciones científicas que no para de crecer pero, paradójicamente,
cada
vez está más claro que hoy en día nos estamos quedando atrás debido a
nuestra
creciente especialización. El investigador se encuentra abrumado por los
descubrimientos y conclusiones de miles de compañeros, hasta el punto de no
disponer de tiempo para aprehender, y mucho menos de recordar, sus
diferentes
conclusiones a medida que van viendo la luz. Sin embargo, podemos afirmar
también que la especialización resulta cada vez más necesaria para el
progreso
y, como consecuencia, el esfuerzo de construir puentes entre las distintas
disciplinas resulta cada vez más superficial.
D.B.G.:
¿Qué ayudas de
tipo mecánico nos
posibilitarán llevar a cabo una transformación en el archivo?
V.B.:
Existen signos de
un cambio en
esta situación, un cambio posibilitado por los potentes instrumentos que
estamos comenzando a utilizar. Células fotoeléctricas capaces de ver los
objetos
en un sentido físico, fotografía avanzada que puede registrar lo que se ve e
incluso lo que no se ve, válvulas capaces de controlar potentes fuerzas por
medio del uso de una fuerza menor que la que un mosquito necesita para mover
sus alas, tubos de rayos catódicos que vuelven visibles sucesos tan
breves que,
en comparación con los cuales un microsegundo es un largo lapso de tiempo,
combinaciones de relés que pueden llevar a cabo secuencias de
movimientos con
mayor fiabilidad y miles de veces más rápido que cualquier ser humano...
D.B.G.:
En la
actualidad, ¿qué medios nos
permiten confeccionar archivos?
V.B.:
En la
actualidad, confeccionamos
todo tipo de archivos por medio de la escritura y la fotografía y, en menor
grado, por medio de la impresión. Pero también nos ayudamos de las películas
cinematográficas, de los discos fonográficos y de los cables magnéticos.
Incluso, en el caso de no aparecer nuevos medios para confeccionar archivos,
los existentes se encuentran sumidos en un proceso de modificación y
expansión.
D.B.G.:
¿Podría explicarnos los
fundamentos del Voder y del Vocoder?
V.B.:
En una reciente
Exposición
Universal, se mostraba una máquina denominada Voder. Una señorita
pulsaba las
teclas del aparato, y éste emitía palabras audibles y reconocibles. En
ningún
punto del proceso entraban en función las cuerdas vocales humanas, pues las
teclas se limitaban a combinar vibraciones de origen eléctrico, que pasaban
posteriormente por un altavoz. En los Laboratorios Bell existe una máquina
opuesta o simétrica al Voder, que se denomina Vocoder, en la que el
altavoz se
sustituye por un micrófono que captura el sonido. Si se habla a través del
micrófono, se puede observar cómo se mueven las correspondientes teclas.
Este
podría constituir, pues, uno de los elementos del sistema que estamos
describiendo a lo largo de este escrito.
D.B.G.:
¿Qué consecuencias puede
comportar el éxito del proceso de mecanización?
V.B.:
Nuestros
lenguajes actuales no
están especialmente adaptados a este tipo de mecanización, es cierto.
Resulta
extraño que los inventores de lenguajes universales no hayan concebido
la idea
de crear un lenguaje que se adapte mejor a la transmisión y la grabación de
nuestras intervenciones habladas. La mecanización podría, sin embargo,
forzar su
creación, en especial en el terreno de los estudios científicos, con lo
cual la
jerga científica se convertiría en algo aún menos inteligible para el
profano
en la materia.
D.B.G.:
¿Es posible el
desarrollo de
máquinas con inteligencia artificial?
V.B.:
Ciertamente, no existe ningún
substituto mecánico para el pensamiento maduro; el pensamiento creativo y el
pensamiento repetitivo son muy diferentes, y para éste último sí existen, y
podrán existir en el futuro, potentes ayudas mecánicas.
D.B.G.:
En un fututro
próximo, ¿qué
nuevos inventos ayudarán al estudio científico?
V.B.:
Existen máquinas capaces de
resolver ecuaciones diferenciales, así como ecuaciones funcionales e
integrales. También hay numerosas máquinas especiales, como el
sintetizador armónico
que predice las mareas. En el futuro habrá muchas otras más que, al
comienzo,
serán poco numerosas y estarán en manos de los científicos.
D.B.G.:
¿Es el
científico la única
persona que manipula datos y examina el mundo que le rodea utilizando
procesos
lógicos?
V.B.:
El científico no es la única
persona que manipula datos y examina el mundo que le rodea utilizando
procesos
lógicos, aunque sí es cierto que en ocasiones preserva esta apariencia
acogiendo bajo este término a cualquiera que pueda ser considerado como una
persona lógica, de una forma muy similar a aquella en la que un líder
sindical
británico puede ser elevado a la categoría de caballero. En todos aquellos
momentos en que se utilicen procesos lógicos de pensamiento –es decir,
siempre
que los pensamientos discurran por una senda aceptada– existe una
oportunidad
para la máquina. La lógica formal solía ser un buen instrumento en manos del
profesor que intentaba educar las almas de sus alumnos. En la actualidad,
resulta posible construir una máquina capaz de manipular premisas según una
lógica formal mediante el uso, sencillamente, de circuitos de relés.
Efectivamente, con sólo introducir en el dispositivo un conjunto de
premisas y
accionar una manivela, éste puede extraer una conclusión tras otra.
Todas ellas
estarán de acuerdo con la ley lógica, y no se darían más errores de los
que se
podrían dar en una máquina calculadora de teclado convencional.
D.B.G.:
¿Cuál es el
núcleo del proceso de
selección?
V.B.:
El verdadero núcleo de la
cuestión de la selección, no obstante, va más allá de un retraso en la
adopción
de mecanismos por parte de las bibliotecas, o de la falta de desarrollo de
dispositivos para su utilización. Nuestra ineptitud a la hora de acceder al
archivo está provocada por la artificialidad de los sistemas de indización.
Cuando se almacenan datos de cualquier clase, se hace en orden alfabético o
numérico, y la información se puede localizar (si ello resulta posible)
siguiéndole la pista a través de clases y subclases. La información se
encuentra en un único sitio, a menos que se utilicen duplicados de ella,
y se
debe disponer de ciertas reglas para localizarla, unas reglas que resultan
incómodas y engorrosas. Y una vez que se encuentra uno de los elementos, se
debe emerger del sistema y tomar una nueva ruta.
La mente humana no
funciona de
esa manera. La mente opera por medio de la asociación. Cuando un elemento se
encuentra a su alcance, salta instantáneamente al siguiente que viene
sugerido
por la asociación de pensamientos según una intrincada red de senderos de
información que portan las células del cerebro. Por supuesto, también tiene
otras características; los senderos de información que no se transitan
habitualmente tienden a disolverse: los elementos no son completamente
permanentes. La memoria, en definitiva, es transitoria. Y, sin embargo, la
velocidad de la acción, lo intrincado de los senderos y el nivel de
detalle de
las imágenes mentales nos maravillan mucho más reverencialmente que
cualquier
otra cosa de la naturaleza.
D.B.G.:
¿Cuáles son
las bases del Memex?
V.B.:
Un
memex es un aparato en el que
una persona almacena todos sus libros, archivos y comunicaciones, y que está
mecanizado de modo que puede consultarse con una gran velocidad y
flexibilidad.
En realidad, constituye un suplemento ampliado e íntimo de su
memoria.
El memex
consiste en un
escritorio que, si bien puede ser manejado a distancia, constituye
primariamente el lugar de trabajo de la persona que accede a él. En su
plano superior
hay varias pantallas translúcidas inclinadas –visores– sobre las cuales se
puede proyectar el material para ser consultado. También dispone de un
teclado
y de un conjunto de botones y palancas. Por lo demás, su aspecto se
asemeja al
de cualquier otra mesa de despacho.
En uno de
sus extremos se
encuentra almacenado el material de consulta. La cuestión del volumen de
éste
queda solucionada por el uso de un tipo de microfilm similar al actual pero
sobre el que se han introducido ciertas mejoras, por lo que únicamente una
pequeña parte del memex se utiliza como almacén de material, el resto se
dedica
al mecanismo. Incluso si el usuario fuese capaz de introducir en él
5.000 hojas
de material al día, necesitaría cientos de años para rellenar por
completo la
zona destinada al almacenaje. Así que el usuario dispone de total
libertad para
derrochar espacio e introducir en el memex todo el material que
desee.
La mayor
parte de los contenidos
del memex se adquieren en forma de microfilm listo para ser almacenado en su
interior. Libros de todo tipo, imágenes, publicaciones periódicas y
diarios se
pueden ir introduciendo cuando se desee. Del mismo modo, se puede
introducir en
él correspondencia comercial u otra información de manera directa.
Efectivamente,
en el plano superior del aparato hay una superficie transparente sobre
la que
se pueden colocar notas confeccionadas a mano, fotografías, memorándums
y todo
tipo de material informativo. Cuando cada una de ellas se encuentra
situada en
el lugar apropiado, la manipulación de una de las palancas hace que sea
fotografiada en la sección vacía de microfilm más próxima, por medio de la
técnica de la fotografía seca.
Se puede,
por supuesto, consultar
el archivo mediante el esquema habitual de indizado. Así, si el usuario
desea
consultar un libro en concreto, compone su código con el teclado y la
cubierta
del libro aparece inmediatamente ante su vista, proyectada en uno de sus
visores. Los códigos utilizados con más frecuencia son de carácter
mnemónico,
de modo que el usuario apenas ha de consultar su libro de códigos pero,
cuando
así lo desea, la simple pulsación de una tecla lo trae ante su vista.
Además de
la que acabamos de ver, el memex dispone de palancas suplementarias.
Cuando el
usuario acciona una de ellas hacia la derecha, puede recorrer con la
vista el
libro que está utilizando, pues ante él aparece todo el contenido del libro,
página a página y con la velocidad suficiente para que pueda identificarlas
fácilmente. Si empuja la palanca aún más hacia la derecha, examina el
libro de
diez en diez páginas y, si la empuja todavía más hacia la derecha, el
libro se
le presentará de cien en cien páginas. Accionar la misma palanca hacia la
izquierda tiene exactamente el mismo efecto, sólo que las páginas pasan en
sentido contrario, es decir, hacia atrás.
Un botón
especial le transfiere
hasta la primera página del índice. Cualquier libro de su biblioteca
puede ser,
por consiguiente, llamado y consultado con una facilidad muchísimo mayor
que si
se hubiese de coger de una estantería. Además, puesto que el aparato
dispone de
varios visores, el usuario puede dejar fijo un libro en uno de los visores
mientras consulta otros en los demás. También puede añadir comentarios o
notas
al margen, como si tuviera la página física ante sí, utilizando las
propiedades
de uno de los posibles tipos de fotografía en seco, e incluso puede
hacerlo por
medio de un sistema de estiletes de manera similar al teleautógrafo que se
puede ver en las salas de espera de las estaciones de ferrocarril.
D.B.G.:
¿Qué
principio otorga importancia
a este invento?
V.B.:
El Memex representa un paso
inmediato hacia la indización o archivado de tipo asociativo, cuya idea
básica
consiste en posibilitar que cada uno de los elementos pueda seleccionar o
llamar, según nuestra voluntad, a otro elemento de una manera inmediata y
automática. Esta constituye la característica esencial del memex; el
proceso de
enlazar dos elementos distintos entre sí es lo que le otorga su verdadera
importancia.
D.B.G.:
¿Qué
ventajas inmediatas
conllevará el uso del Memex?
V.B.:
En el
futuro aparecerán formas
totalmente nuevas de enciclopedias, que contendrán en su seno numerosos
senderos de información preestablecidos, y que podrán ser introducidas en el
memex para ser ampliadas por el usuario. Así, el abogado tendrá a su alcance
las opiniones y sentencias de toda su carrera, así como las de la carrera de
amigos y autoridades en la materia. El especialista en marcas y patentes
tendrá
a su disposición toda la información relativa a millones de patentes, en el
seno de la cual habrá creado los senderos que resulten del interés de sus
clientes. El médico, sorprendido y desorientado por la reacción de un
paciente,
accederá a los senderos que creó en ocasiones en las que había estudiado
casos
similares, y recorrerá rápidamente el archivo de los historiales clínicos de
sus pacientes, así como las referencias cruzadas a clásicos de la
anatomía y la
histología. El químico que intenta la síntesis de un compuesto orgánico,
tendrá
a su disposición, en su propio laboratorio, todo el cuerpo de literatura
relacionada con la química, con senderos de información que siguen las
analogías entre distintos compuestos, y senderos cruzados que recorren sus
comportamientos físicos y químicos.
El
historiador, que tiene frente
a sí la vasta historia de un pueblo, establecerá paralelismos por medio
de un
sendero de información que contiene paradas únicamente en los elementos más
sobresalientes, y puede seguir, en cualquier momento, senderos
contemporáneos
que le conducen a través de toda la civilización existente en una época
determinada. Aparecerá una nueva profesión, la de los trazadores de
senderos,
es decir, aquellas personas que encuentran placer en la tarea de establecer
senderos de información útiles que transcurran a través de la inmensa
masa del
archivo común de la
Humanidad. Para los discípulos de cualquier maestro, la
herencia de éste pasará a ser no sólo sus contribuciones al archivo mundial,
sino también los senderos de información que fue estableciendo a lo
largo de su
vida, y que constituirán el andamiaje fundamental de los conocimientos
de los
discípulos.
De este
modo, la ciencia puede
poner en práctica las formas en las que el ser humano produce, almacena y
consulta el archivo de todo nuestra género. Ciertamente, podría haber
resultado
más llamativo haber señalado los instrumentos del futuro de una manera más
espectacular en lugar de, tal y como hemos hecho aquí, habernos ceñido a los
elementos que ya conocemos en la actualidad y que están presentando un
rápido
desarrollo. Si bien es cierto que hemos pasado por alto,
deliberadamente, las
dificultades técnicas de todo tipo que nuestra descripción contiene, no
lo es
menos que hemos ignorado los medios, aún desconocidos, que podrían
acelerar el
progreso técnico de una manera al menos tan violenta como lo hizo la
aparición
de la válvula termoiónica. Con la intención tanto de que la imagen que he
descrito no resulte un lugar común como de ceñirme a los patrones de la
época
actual, resultaría útil mencionar tan sólo una de las posibilidades que
se nos
presentan. Con ello no intento profetizar sino únicamente insinuar, pues una
profecía basada en una ampliación de lo conocido posee sustancia,
mientras que
una basada en lo desconocido no constituye más que una apuesta de carácter
doble.
El ser
humano ha erigido una
civilización tan compleja que le resulta absolutamente necesario
mecanizar por
completo sus archivos si desea llevar toda su experiencia a su conclusión
lógica en lugar quedarse bloqueado por sobrecargar su limitada memoria. Sus
excursiones conceptuales podrían resultar más placenteras si pudiese
recuperar
el privilegio de olvidar las múltiples cosas que no necesita tener a mano
inmediatamente, aunque sin renunciar a la seguridad de poder
encontrarlas en el
momento en que le pudiesen resultar útiles.
Las aplicaciones de la ciencia
han permitido al ser humano construir hogares bien equipados, y le están
enseñando a vivir saludablemente en ellos. También han puesto a su
alcance la
posibilidad de empujar masas de personas unas contra otras portando crueles
armas de destrucción. Por ello, también le puede conceder la capacidad de
abarcar el vasto archivo que se ha ido creando durante toda su historia y
aumentar su sabiduría mediante el contacto con todas la experiencias de
la raza
humana. Es posible que perezca en un conflicto antes de aprender a
utilizar tan
vasto archivo para su propio bien, pero interrumpir repentinamente este
proceso, o perder la esperanza en sus resultados, constituiría un paso
especialmente desafortunado en la aplicación de la ciencia a los deseos y
necesidades del ser humano.
TIME Magazine
darioborja@timemagazine.es