COMENTARIO de
         "ROBINSON CRUSOE"

   A finales del siglo XVIII se despierta en Inglaterra (especialmente en el ámbito artístico) un gran
interés por todas las cosas cotidianas, concretas... Este gran cambio cultural se vio reflejado en muchos de los manifiestos y escritos de la época. Este cambio fue producido por las numerosas transformaciones
políticas, ideológicas y religiosas que se produjeron en Inglaterra durante la segunda mitad del siglo XVII y también el siglo siguiente. Para esas fechas, toda la comunidad inglesa está llena de grandes pro-
pósitos y anhelos.

    Para hablar de Robinson Crusoe no podemos dejar de referirnos al contexto en que Daniel Defoe
escribió la obra, ya que ésta está muy relacionada con su contexto histórico, ya que la novela resume los propósitos de la sociedad inglesa del siglo XVIII, y como éste propósito no ha sido (aún) sustituido por otro que absorba nuestra mente, Robinson Crusoe sigue siendo, de alguna forma, un modelo actual.

    Además, el mito de Crusoe tiene dimensiones que se salen de su propio tiempo: la soledad del ser hu-
mano. Y este aspecto es común a todas las circunstancias humanas (aunque algunas culturas lo fomenta, y otras lo tratan de disimular). Así mismo, lo simples que son las tareas que este náufrago tiene que reali-
zar, son experiencias que todos (quien más y quien menos) podemos comprender y que hemos visto alguna
vez.

    Robinson Crusoe resulta significativo, especialmente porque su autor, en un principio, estuvo destina-
do por su familia a ser clérigo, aunque finalmente decidió no seguir este destino, aunque su interés por
materias religiosas (como vemos en posteriores artículos escritos por Defoe a partir de 1698) fue siempre considerable. Su principal actividad fue el comercio y la industria, y llegó a conocer con gran
perfección los diferentes aspectos del comercio y de las actividades industriales. Este interés por el
comercio le supuso una gran ayuda a su carrera literaria, ya que le estimuló a viajar, y por lo tanto, a
ser conocedor de muy diversos lugares y acumular numerosas experiencias que le serán muy beneficio-
sas  para basar más adelante sus novelas, artículos y demás escritos.

    Defoe, tratando de política, fue en un principio miembro del partido whig, destacando su sentido prác-
tico a la hora de exponer proyectos que estaban destinados a mejorar Inglaterra. Su actitud es clara-
mente una actitud de la nueva clase media (de religión puritana y con una tendencia política whig).

    A raíz de la publicación de un escrito en 1702 (The Shortest Way with Dissenters), Defoe fue en-
carcelado en 1703. A consecuencia de ésta encarcelación, se arruinó de nuevo (debido al abandono de sus negocios). A finales de ese mismo año, Defoe sale de la cárcel con cuarenta y tres años de edad. Le ha-
bía sacado de la cárcel uno de los secretarios de Estado del partido tory, como pago por sus actividades
como agente secreto.  En 1714 cae el gobierno tory, y el gobierno whig se hace con el poder. Defoe se
encuentra entonces en una situación comprometida, pero su gran flexibilidad le permite en 1715 llegar a un acuerdo con el nuevo partido, poniendo ahora sus escritos y artículos al servicio del partido whig. Su talento es grande, y muy útil para la política, y eso lo saben todos los partidos.

    Cuando Defoe empieza a escribir Robinson Crusoe cuenta con cincuenta y cinco años, abriendo así un
periodo de importante producción novelística en su vida. El libro en sí no es una aventura como en el gé-
nero de la novela picaresca (que tanto circula por Europa en esta época), ni es un libro de romances, ni
tampoco un libro de viajes. Es algo nuevo, y Defoe es el primer autor que escribe sin imitar ni adaptar
obras extranjeras. Pero también, por este motivo, tuvo muchas críticas negativas, ya que, para los con-
temporáneos de Defoe, el que éste escribiera prosa imaginativa (ficción) después de haber dedicado tan-
tos años a cultivar géneros (considerados de más "altura") como la discusión religiosa, la política, la poe-
sía... suponía una "considerable decadencia intelectual", ya que el público al que iba dedicado el Robinson
Crusoe era un tipo de público de clase media, no el público de clase alta al que iban dedicados anterior-
mente sus ensayos y sus diferentes trabajos.

    Defoe basa su obra Robinson Crusoe en unas aventuras que ocurrieron en la realidad: en 1704, un ma-
rinero escocés, Alexander Selkirk, tras un enfrentamiento con el capitán del barco en el que navegaba,
decidió abandonarlo y quedarse sólo en una isla deshabitada. Selkirk logró sobrevivir en la isla cinco años, tras los cuales, el capitán Rogers lo rescató e incorporó a su tripulación. En 1711 este marinero re-
gresó a Londres, y al año siguiente Rogers y otro capitán (Cooke) publicaron las aventuras de Selkirk. Así, es fácil adivinar que Defoe conocía de antemano la historia de este marinero "exiliado" en una isla, tal como lo hiciera después el personaje de su novela.

    Hay muchas semejanzas entre la historia de este marinero, Selkirk, y Robinson Crusoe, pero también hay muchas diferencias. Se parecen mucho en el proceso interior que ambos (Crusoe y Selkirk) recorren
desde la desolación a la resignación, y desde ésta resignación al equilibrio interno. El uso que Defoe hizo
de la historia de Selkirk no es de mucha importancia si lo comparamos con el grandísimo derroche de ima-
ginación y la novedad con la que nos encontramos en Robinson Crusoe.

    Robinson Crusoe, además, posee muchos elementos que la acercan a la "literatura de viajes", aunque
su tema no sea en exclusiva una novela que trate de viajes, ya que posee también otros muchos elementos
que la diferencian de esta literatura. El viaje de Robinson Crusoe es un viaje completamente imaginario, y el objetivo del libro no es sólo relatar un viaje y una aventura, sino relatar el entorno del individuo mo-
derno y de su mente. Pero como en los libros de viajes, el autor no persigue ningún fin, sino que se limita
a relatar los hechos de la manera más directa posible.
 

                                                      Detalle de la isla de Robinson Crusoe
 

    Aunque Robinson Crusoe se inspirara en su momento en otros relatos, Defoe convierte a Crusoe en un
personaje nuevo, que denota una gran credibilidad. Esto lo entendemos mejor aún si tenemos en cuenta el
carácter de Defoe, con esa gran facilidad para adaptarse a diversos tipos de gente y diversas situacio-
nes, hasta el punto (a veces) de llegar a perder su propia identidad. En el caso de Robinson Crusoe, es tan
perfecta la adaptación del autor a su personaje, que la identificación entre ambos se llegó a convertir en
su día en uno de los puntos más comunes de la crítica. Esa veracidad (que ya he mencionado anteriormen-
te) que adquiere Crusoe es debida a que éste personaje está compuesto por muchos de los elementos que
definen al propio Defoe, aunque también tenemos que tener en cuenta todos esos rasgos que Defoe poseía
y que de ninguna manera podemos aplicar al personaje de su novela.

    La historia de Crusoe es una alegoría de su propia vida. Es posible que, el carácter religioso y puritano
de Defoe le hiciera justificar esta obra literaria (que tenía el fin de divertir y de entretener) con una
orientación moral, para interpretar así tanto su vida como su obra. Aún así, Defoe no comparte la elemen-
talidad de Crusoe, ni su temperamento es tan "prosaico" como el de su personaje. La gran flexibilidad de
este autor (el ser escritor, periodista, poeta, viajero, negociante, periodista, agente doble...) hizo posible
que pudiera encarnar diferentes personajes nuevos y convertirlos en seres muy verosímiles.

    Robinson Crusoe es, al fin y al cabo, como una parábola de la vida de Defoe, y la novela tiene una gran
cantidad de sentido alegórico: toda la aventura de Robinson gira en torno a su "conversión" religiosa, y
su reclusión en la isla es como una metáfora de las limitaciones que le impone a Crusoe por su estado de pecado.


                               Crusoe, bajo el claro reflejo de la soledad, en la isla.
 

    El triunfo de Crusoe sobre el medio natural que le rodea, se puede entender también como un símbolo
de triunfo espiritual del personaje sobre su alma en pecado.

    Podemos comparar su aventura real con la aventura que el personaje sufre espiritualmente. Su progre-
so se inicia en la vida práctica, activa, del día a día, y va poco a poco acercándose a la vida contemplativa.

    Dios es el único iterloculor, antagonista y fuente de diálogo de Robinson Crusoe. Es la única fuente de
comunicación que le colma, y llena y le lleva hacia esta vida contemplativa que hemos mencionado anterior-
mente. Uno de los logros de Defoe y de la obra es la gran precisión con la que dibuja la situación psicoló-
gica del individuo inglés tras la reforma protestante. Como todos sabemos, la ésta reforma eliminó gran
parte de los elementos comunitarios de la religión cristiana, enfatizando la relación directa de cada indi-
viduo con Dios, y reduciendo los actos religiosos comunitarios tales como misas, congregaciones masivas...
Un buen cristiano protestante que se precie de serlo debe leer la Biblia por sí mismos e interpretarla en
la soledad de su corazón. Así, tras el Renacimiento, el hombre ha ido cobrando confianza y conciencia de
su propia individualidad. Todas estas reformas y estos cambios afectan al ámbito artístico, y por supues-
to, a la literatura. Por primera vez, una obra (Robinson Crusoe) refleja al hombre moderno que se empe-
ña en un difícil y solitario diálogo con Dios, y que debe ser ese mismo individuo el que, por sí mismo, debe inventar, sin apoyarse en las oraciones aprendidas de memoria ni en las fórmulas religiosas y heredadas.

    Así, me atrevo a decir que lo que da unidad a toda la obra es la reflexión religiosa de Crusoe, que refu-
erza los acontecimientos y establece la coherencia en la personalidad de Robinson. Ésta reflexión es la que organiza la vida interior del personaje. Así, la "autobiografía" de Crusoe es en su conjunto como una autobiografía espiritual, y el triunfo de este naúfrago, que consigue el dominio sobre el medio natural que
le rodea, triunfo sobre este medio natural, es sólo secundario, ya que el verdadero triunfo de Robinson consiste en el descubrimiento de la existencia de Dios (de la cual tanto dudaba al principio de la novela), y de la ayuda y orientación que Dios le proporciona durante casi toda la obra.

    Inglaterra está, en este período, sufriendo grandes transformaciones en el terreno del pensamiento: el método inductivo de Bacon, el empirismo filosófico y la fe en la razón (y por lo tanto, el estímulo para de-
sarrollar el trabajo científico). Así, nos encontramos con una sociedad que comienza a querer ser dueña, a querer saber y conocer a fondo el medio que le rodea. Este nuevo clima, obviamente, no favorece ni la re-
ligión ni la poesía. Como ejemplo, sólo citar que Bacon y Newton sentían poco respeto por las artes poéti-
cas, ya que la poesía no podía colaborar en el desarrollo del conocimiento, y el instrumento del que se sir-
ve la ciencia para expresarse es la prosa (clara, concisa, sin ambigüedades). Así, todo esto influye direc-
tamente en los escritores del período: la observación, la veracidad, el realismo... Todo ello se impone en el género novelístico, y gran ejemplo de ésto lo encontramos en Robinson Crusoe.

    Defoe se fija mucho en las descripciones externas de los objetos, y además describe con detalle su número, extensión, volumen... en un lenguaje a menudo mucho más cercano al de un artesano que al de un
intelectual. Podemos hablar entonces de "realismo literario". Puede que, por el carácter puritano de Defoe, éste tratara de paliar toda la fantasía, imaginación y hechos inventados de su novela con hechos tan verosímiles que parecieran ciertos.

    Crusoe es todo un símbolo para la época: un joven pre-capitalista inglés cuyo pecado radica en no verse satisfecho con cuanto posee. Sus viajes, así, reflejan los viajes de otros tantos y tantos ingleses que, en la época, se lanzaban al mar casi "a la aventura" para descubrir (y si podían, explotar) países remotos llenos de riquezas. Ellos son los que llegan a reunir el capital suficiente como para impulsar poco más tarde la "recién nacida" industria inglesa durante el siglo XIX. Así, vemos que el interés de Crusoe es principalmente económico, y del mismo modo valora sus relaciones con los demás: en relación al dinero, o a lo que de ellos puede obtener. Como gran ejemplo de ésto, observamos que, cuando este náufrago se encuentra en la isla y siente la imperiosa necesidad de compañía, no añora a alguien con quien comunicar-
se o hablar (salvo en escasas ocasiones), o una mujer con la que compartir su amor, sino que él, lo que re-
almente desea, es un esclavo, alguien que le ayude en sus quehaceres diarios. Es por éste motivo que Crusoe considera como "perfecta" su relación con Viernes, ya que con él apenas puede comunicarse, y del que prácticamente, como único comentario, sólo oye "Sí, señor".

    A ésta cuestión amorosa a la que me he referido en el anterior párrafo, Crusoe sólo le dedica unas líneas al final de la novela, cuando habla de su matrimonio y del nacimiento de sus tres hijos, aunque en mi opinión, ésta sólo es (de nuevo) una relación "utilitaria" de nuevo, ya que busca la compañía de una mujer y el cariño de sus hijos para llenar el vacío que tantos años en una isla solitaria habían dejado en él.

    Otra razón por la que debemos apreciar esta novela es la habilidad del autor en describir con todo detalle las diferentes tareas con las que el ser humano había convivido y con las que había sobrevivido, y que debido al capitalismo económico, han ido desapareciendo. Me refiero a las tareas de cada individuo sobre la tierra (las propiamente agrícolas), la jardinería, los trabajos manuales... que se han perdido a causa de la división del trabajo. Ya en el siglo XVIII se añoran estas tareas, y sólo tenemos que mirar un poco alrededor para darnos cuenta de que hoy, en pleno siglo XXI, seguimos añorando el saber hacer algo con nuestras propias manos (hoy en día hay cientos de cursos por correspondencia que te enseñan algo de carpintería, bricolage, jardinería, cómo coser...). Así, con las descripciones de Crusoe, el lector no sólo lee, sino que se provee de experiencias sobre ciertos trabajos a todos los que carecemos de ellas. Además, he de apuntar que el puritanismo de la época fomenta que este tipo de trabajos, el saber mane-
jarte con tus propias manos gracias al don divino que todos tenemos para hacerlo, son una obligación a la
vez que una gran responsabilidad. Defoe, además, orienta de tal forma el enfoque de estas tareas que vemos estas actividades casi como si fueran una obra de arte.

    Así, y para finalizar, sólo decir que Robinson Crusoe representa un "alivio", un consuelo para la condi-
ción solitaria del ser humano, a la que nadie puede escapar. Quizás, por eso aún hoy, sigue entusiasmando a millones de lectores, y sigue ocupado uno de los lugares más altos de la historia de la literatura.
 
 
 

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INFORMACION  EXTRAIDA DE:

DANIEL DEFOE. "ROBINSON CRUSOE"
© BIBLIOTEX, S.L. 1999 UNIDAD EDITORIAL
COLECCION MILLENIUM, LAS 100 JOYAS DEL MILENIO (DIARIO EL MUNDO)