CONCLUSIÓN
 
 

   En los tiempos que ahora corren, y ante las presiones a las que la sociedad se ve sometida en los
albores del siglo XXI, nos encontramos con que este siglo ha sido un siglo dedicado al progreso, a
los avances tecnológicos y científicos... y también un siglo (sobre todo los últimos veinte años) dedi-
cado a la competitividad, a la carrera frenética por superarnos y superar a los demás, a intentar
solucionar los problemas por nuestros propios medios...

    Quizás, por estos motivos muchos de nosotros nos sentimos cual Crusoe trabajando y luchando con
tus propios medios, tratando de hacernos con el dominio de la "jungla" que nos rodea (o al menos, con
el dominio de parte de ella): todo ello para mirar un día a nuestro alrededor y pensar "todo esto lo he conseguido yo solo, con sólo mi trabajo y esfuerzo, por mérito propio..." tal como un día hiciera Robin-
son Crusoe observando su isla... admirado ante el hecho de saber lo que un hombre es capaz de hacer
por sí mismo...

    A lo mejor por ello, "Robinson Crusoe" tiene tanto éxito hoy en día; miles de lectores siguen com-
prando la novela, ésta se ha asentado ya como un clásico de la literatura universal y se han hecho hasta
películas basadas en la obra. La sociedad del siglo XX ve sus pensamientos más íntimos reflejados en
los de éste náufrago solitario, y toman todos los esfuerzos y buena voluntad de Crusoe como un ejemplo
a seguir, como la expresión de la lucha del hombre por hacerse un lugar en el mundo.

    Una primera lectura de esta novela nos arroja de lleno al placer de la aventura. Como lectores, su-
frimos y nos conmovemos ante las dichas y desdechas de este náufrago, e incluso soñamos con la posibi-
lidad de disfrutar de una soledad tan absoluta como la suya.

    Tras esta primera lectura, y analizando más a fondo la obra, nos encontramos con una profunda re-
flexión sobre las relaciones establecidas entre individuo y sociedad. La isla es una metáfora, Robinson
Crusoe pretende hacer realidad la utopía con la que muchos soñamos: intentar construir una sociedad
perfecta partiendo de una isla solitaria y casi perdida en medio del océano.

    Ésta es una obra cuya lectura, desde mi punto de vista, es fundamental, ya que remite a uno de los
valores más ensalzados en la sociedad del siglo XVIII: la fe en el progreso a manos del hombre. Crusoe,
como náufrago en una isla hostil dominada por la soledad, tendrá que subsistir gracias a su inteligencia
y la sabiduría que le otorgó el haber vivido en una sociedad civilizada (la carpintería, la sastrería, la
agricultura...).

    La obra, en su conjunto, por la gran cantidad de ideales del siglo XVIII que posee, es altamente re-
comendable también por su faceta de narrar, en un plano casi secundario, la imagen de la sociedad de
este siglo: su pensamiento, su anhelo, su forma de vida, su religión.

    Leer esta novela, bajo mi punto de vista, es enfrascarte en una interesante lectura de la que no pue-
des huír hasta que la has finalizado. La obra está dirigida a lectores de todas las edades, desde pequeños
a adultos, sin límite de edad, condición social o religión...

    Creo que es por éste motivo por el que "Robinson Crusoe" se ha convertido en un clásico, y sigue vi-
gente hoy en día. Pocas novelas han conseguido pasar así, de generación en generación, de siglo en siglo,
y conseguir permanecer casi en el "número uno". Probablemente Daniel Defoe, cuando la escribió, no
esperó tanto de ella. Pero esa es una de las grandezas de la obra, y, por supuesto, del autor.
 


IDEAS BASADAS EN EL PROLOGO DE JOSE MANUEL FAJARDO
BIBLIOTECA EL MUNDO
© 1999 UNIDAD EDITORIAL, BIBLIOTEX S.L.