Notas tomadas de las clases
de Historia del Arte Contemporáneo I, impartidas por el
Prof. Rafael Gil Salinas en la Facultad de Geografía e Historia
de Valencia.
¿Fue Francisco de Goya un pintor ateo?
Francisco de Goya nace en 1746 y muere en 1828, es un pintor longevo
vive en el transito de los siglos XVIII
al XIX, lo que significa, que vivirá la transición
del antiguo régimen, la guerra con Francia y el reinado
de Fernando VII.
Nace circunstancialmente en Fuendetodos, sigue
desde muy temprana edad la trayectoria de las bellas artes, porque
tanto su padre como el primogénito eran doradores, desde
muy temprana edad pinta temas religiosos.
Entre sus primeras obras (1768), encontramos un lienzo
de pequeñas dimensiones, que representa el descendimiento.
En la figura de la Magdalena se aprecia la imprimación
con que el artista preparaba el lienzo, imprimación oscura,
como se hizo habitual desde que se comenzó a utilizar
el lienzo, como soporte de la obra. Sería a partir del
siglo XIX, cuando comenzaría a hacerse la preparación
en blanco. Esto no es ni más ni menos que una característica
de su preparación tradicional. El autor trata con desenvoltura
el tema, sobre el que conviene destacar la pincelada amplia
y diluida, que impone una predominancia del color sobre el
dibujo.
Goya se forma en un taller, el de José Luján
en Zaragoza, dentro de las enseñanzas tradicionales, pero
en todo momento durante estos años de iniciación
Goya tuvo interés por ser aceptado en la Academia de San
Fernando (1752 fundación de la Academia. Este fue el primer
centro donde se forma a los artistas en España). Además
la circunstancia de que la Academia se emplazará en Madrid,
abría unas perspectivas profesionales al autor que no
se abrían en Zaragoza. En dos ocasiones Goya participa
en los concursos de la Academia de San Fernando, participa en
las dos pruebas que se practicaban; la de repente y la de pensado.
En la de repente se les convocaba a las ocho
y media frente a una figura de yeso o en vivo, que en cuatro
horas tenían que copiar, entregando este para ser juzgado
por el tribunal posteriormente.
La de pensado, consistía en un tema
propuesto por el jurado de compleja definición y que exigía
a lo largo de los seis meses siguientes la documentación
por parte del artista, tanto histórica, recurriendo a
estas fuentes, para poder reconstruir la escena propuesta y que
indumentaria, mobiliario y escenario fueran fieles a la época
en que fuera inspirado.
En los dos concursos Goya fue rechazado, lo
que ha sido valorado, como posible detonante para que Goya emprendiese
un viaje a Roma, donde reside entre 1769 y 1771.
Por otra parte, su leyenda justifica en parte
su viaje a Italia a un episodio amoroso del artista; a una reyerta
que habría costado la vida a un rival de Goya y cuya muerte
se atribuye al pintor aragonés, siendo esta la causa de
que huyera de España. Goya podía haber llevado
a cabo su viaje, gracias a sus dotes como torero, en la serie
de La Tauromaquia, el mismo se representa realizando el salto
del Pepeio.
El viaje
era un viaje iniciativo y Goya se ganó la
vida con lo que se llamó "El gran tour". Viaje
que los primogénitos de las familias nobles europeas entre
los dieciséis y dieciocho años, les llevaba a visitar
durante aproximadamente dos años las principales ciudades
europeas, donde adquirían objetos artísticos. De
ahí que en Roma los artistas exhibieran obras de pequeño
formato del gusto de la época. Estas obras representaban
temas mitológicos, así se entiende una obra datada
en 1770, titulada Sacrificio
al dios Pan que representa
la ofrenda al dios Pan por parte de dos vestales. En un intento
de transmitir el sentido geometrizante, en cualquier caso angular
que comenzaba a ejercer su dominio en Europa.
Desde estas primeras obras Goya muestra una
gran capacidad para disponer los distintos planos y conseguir
efectos lumínicos y cromáticos interesantes.
Curiosamente el primer reconocimiento a su
arte lo tuvo en territorio italiano, concretamente en el concurso
de la Academia de Parma, donde obtuvo el segundo premio con una
obra que representa a Aníbal
cruzando los Alpes y divisando las llanuras italianas.
El
complejo tema fue resuelto por Goya con valentía solamente
se conserva el boceto. El eje o figura central es Aníbal
cubriéndose la frente para divisar las llanuras italianas,
en una composición resuelta en planos distintos cuyos
grupos funcionan de forma independiente. El grupo central, frontal
al espectador mientras que a los lados se advierte la presencia
del ejercito, sirviendo este como escenario para ilustrar la
escena.
En 1771 regresa a España porque había
recibido el encargo - gracias a la mediación de su cuñado
-, de decorar al fresco un coreto de la Basílica del Pilar
en Zaragoza.
El tema que represento, fue el de La adoración del
nombre de Dios.
La técnica de pintura al fresco, exige
una gran pericia por parte del artista, una gran capacidad técnica
por que se pinta sobre una superficie húmeda, que cuando
fragua no acepta corrección.
La primera obra realizada al fresco por Goya
resulta muy dura, muy geométrica, pero esto probablemente
fue por que Goya desconocía la aplicación o ejecución
de la pintura al fresco. En la pintura se aprecia una gran cantidad
de trazos con la intención de dar volumen.
Posteriormente
en 1774, recibe el encargo de pintar en el receptorio de la Cartuja
de Aula Dei, un ciclo
dedicado a la vida de Cristo. Goya realizó una serie de
paneles del ciclo de la vida de Cristo, que recoge ese rasgo
geometrizante que caracterizará la pintura de Goya en
el decenio 1765-1775.
Durante esa década, preponderancia del
aspecto geométrico en sus composiciones. En 1780 comenzará a
abandonar el predominio de la línea, por una concepción
más naturalista, que recoge más su carácter
y su impronta.
El último de los encargos del Cabildo
Cardenalicio de Zaragoza, fue un fresco, el de María
Virgen como Reina de los Mártires.
Presenta a la Virgen en un rompimiento de Gloría con dos ángeles
y distintos padres de la Iglesia a los pies. En esta obra podemos contemplar como Goya va
ganando en naturalismo, en frescura en la medida en que capta
y representa a los personajes divinos con rasgos inspirados en
personajes reales. Por razón de su temperamento, que le
llevó a imponer su criterio por encima del de el Cabildo,
Goya rompió sus relaciones con la Iglesia de Zaragoza
y nunca más volvió a trabajar para el Cabildo.
Desde 1775, Goya traslada su residencia de
Zaragoza a Madrid, donde representaría en 1798 El
prendimiento, encargo del
Cabildo de la Catedral de Toledo.
A Goya le importa del prendimiento el contraste
de luz y sombra, que lo determina la figura central de Cristo
y jugando con las sombras y las luces de los sayones de los que
prendieron a Cristo. La luz sirve para dar importancia a aquello
que el artista quería resaltar, no es solo luz sino también
dibujo lo que importa en esta composición religiosa y
así como el rostro de Cristo es sereno y marcadamente
natural, el de los personajes que lo rodean adquiere un tono
grotesco, incluso irreal. Las figuras de los que lo rodean a
Cristo están más abocetadas; como en las figuras
del Greco que distinguía entre figuras terrestres y celestiales.
Goya distingue entre la figura de Cristo humanizado y las de
los sayones que lo hicieron prisionero.
En estas mismas fechas Goya recibe el encargo
de decorar la Iglesia de la Florida, en cuatro meses lleva a
cabo esta empresa, que construye en el intradós de la
cúpula central, disponiendo alrededor de una balconada
fingida un nutrido grupo de personajes, figuras femeninas y masculinas
contemporáneas anónimas, con figuras inspiradas
en la leyenda de San Antonio; que tenía el don de la ubicuidad.
Goya narra en estos frescos el milagro de San Antonio por el
cual había descubierto que el responsable del asesinato
de un hombre, no era su propio padre como lo habían acusado,
sino que se trataba de otra persona.
Goya se valió del pueblo madrileño
para introducirlo en su pintura parte integrante del pasaje
de la vida del Santo . Se muestra en esta obra cuanto evoluciono
comparándola con la del Coreto del Pilar; conocimiento,
soltura, frescura que Goya impone sobre el lienzo lo traslada
igualmente a la técnica al fresco. El color sirve para
dar volumetría con los contrastes de luces y sombras,
los ojos de las figuras reciben el nombre de ojos de mosca y
las texturas, no solo las carnaciones, sino también los
tejidos están logrados o resueltos con una notable técnica
muy efectista, trasladando los volúmenes a la técnica
al fresco.
En 1819 Goya seguía realizando obras de temática
religiosa, como lo evidencia La última
comunión de San José de Calasanz.
Encargo específico de esta congregación religiosa
con la que Goya estaba en deuda, ya que se había formado
en el colegio de San José de Calasanz en Zaragoza.
De acuerdo con la técnica que Goya utilizaba
al final de su obra, se puede apreciar la calidad cromática
y la solución de reflejar o concretar en el primer plano,
los elementos más significativos, llevando al segundo
y tercer plano los que contextualizan. Sí pudiéramos
unir todas las obras religiosas que conocemos de Francisco José de
Goya y Lucientes, sumarían más de un kilometro
de pinturas. En otros términos, para un pintor supuestamente
ateo, debió de ser cuanto menos extremadamente duro pintar
durante toda su vida sobre esta temática y hacerlo con
un sentimiento tan evidente.
¿Fue Goya un pintor popular?
En ocasiones su temática es prácticamente de carácter
popular. Cabría recordar que en 1700 llega a España
la Dinastía Borbones, Felipe V, Fernando VI, Carlos III
y Carlos IV, que reinarán en España a lo largo
del siglo XVIII. Cuando Felipe V llega a España no habla español,
lo peor de este Rey fue que nunca abandonó sus vivencias
y formación francesa, hasta el punto de que invitó a
los artistas franceses más notables, Boucher, Fragonard y Watteau a
participar en la decoración de los Reales Sitios. Es fácil
de comprender que ninguno de ellos aceptase la invitación
y que fueran sus discípulos Ranc y Houasse quienes
aceptaran venir a España para pintar para el Monarca. Con Carlos III se sumaran artistas italianos como Tiépolo, Giaquinto y Mengs.
En cualquier caso se puede afirmar que hasta 1775, la Monarquía
Borbónica marginó a los artistas españoles,
favoreciendo la presencia de autores franceses e italianos en
la corte Borbónica, separando a estos últimos del
medio áulico. En 1775 Goya comenzará a trabajar para los monarcas españoles.
Goya llega a Madrid en 1775 para participar en un encargo junto
a otros tres artistas españoles. El encargo consiste en
la realización de cartones para tapices de la Real Fábrica
de Tapices de Santa Bárbara. La fábrica data de
1723 y sobre todo desde la llegada de los Borbones a España
a imitación de los modelos franceses, se abrieron numerosas
manufactureras que tenían como finalidad, dotar de contenido
a los Reales Sitios; así, el cristal de la Granja, La
cerámica del Buen Retiro o los tapices de Santa Bárbara.
También hemos visto que los tres primeros monarcas Borbones
en territorio español van a rodearse de artistas extranjeros,
de nacionalidad francesa e italiana, marginando a los artistas
españoles. Estos artistas extranjeros pintarán obras como el retrato
de Carlos III, de Mengs. Esta obra marcará un modelo,
todavía se aprecian elementos barrocos como la cortina,
pero con elementos clásicos como la pilastra. Mengs será el encargado de dirigir y organizar la Academia
de Bellas Artes de San Carlos. En 1775 la monarquía hecha mano de los artistas españoles.
La Monarquía ve peligrar su política a causa de
las revueltas que se realizan por culpa de los elementos extranjerizantes,
que producían el descontento popular. Esto hará que
la Monarquía repiense su posición y comience a
contratar artistas españoles. Con Carlos III y sobre todo con Carlos IV, los artistas españoles
adquirirán una importancia que no habían tenido
hasta entonces. Había lo que hoy podemos calificar como tribus urbanas,
dentro del sector de la clase media había dos posiciones
opuestas entre sí, por una parte los que seguían
los estilos y gustos franceses; que se les conocía con
el nombre de Petimetres, que en su evolución conforme
avance el siglo XIX se convertirán en el Dandy, en
el caso inglés o en el Lechuguino. Se les reconocía
físicamente por una indumentaria y pose específica,
vestía chaqueta corta, pañuelo anudado al cuello
y esnifaba rapé. La petimetra solía vestir
traje de corte imperio, camisa y tocada con una mantilla, evidenciando
la diferencia con otros sectores sociales. El otro sector, los que no compartían el sentimiento
afrancesado eran los Majos o Manolos y Manolas.
Estos defendían los valores intrínsecamente españoles.
Como señas de identidad, en el atuendo se concretaba en
la Maja por el traje con volantes y algún elemento, que
solían ser lazos ostensibles como tocado. En cuanto al
Majo, llevaba una chupa corta y su principal signo era que vestía
capa larga y sombrero de ala ancha y a diferencia de los petimetres
fumaba ostentosamente puros. Esta indumentaria de la capa larga y el sombrero de ala ancha
junto a las medidas tomadas par modificar su largo y su ala,
fueron las que propiciaron El motín de Esquilache.
Según Esquilache, el prohibirlo fue por que esta indumentaria
hacia iguales a héroes y villanos. La razón de
la oposición popular a acatar esta medida, tenía
que ver en parte con las costumbres y la sanidad; A mediados
del siglo XVIII, en España las ciudades son de tierra,
la red de alcantarillado comienza a instalarse a fines de siglo,
y al consabido grito de agua va, se volcaba en las calles
los desechos de las casas. La capa larga y el sombrero de ala
ancha, impedían el choparse de estos desperdicios. De los cincuenta y dos cartones que realiza Goya hay distintas
circunstancias que han favorecido una interpretación inexacta
de los mismos: En primer lugar los cartones no eran la obra acabada;
los cartones eran el medio por el cual la Real fábrica
realizaba el tapiz. Había tres tipos de cartón
o tapiz que dependía de la ubicación en los Reales
Sitios, de esta forma hay grandes paños, los que ocupan
la pared, sobre puertas y sobre balcones y por último
rinconeras. Dependiendo de cual fuera el tipo, el concepto variaba. A finales del siglo XVIII, la monarquía encarga a Goya
la realización de un inventario de todos los cartones.
En un inventario, por definición se debe de describir
el objeto inventariado, lo cual no quiere decir que el significado
de esas obras inventariadas, corresponda con el título
o motivo. De ahí ese carácter que podía
darse de populista. Durante su trabajo, Goya tuvo muchos problemas con los artesanos
de la fábrica, puesto que él no tenía en
consideración que el cartón luego se debía
trasladar al tapiz. La razón por la que en algunas ocasiones los tapices
parezcan mal resueltos, se debe al diferente punto de vista en
el que se encuentran ahora y para el que estaban creados. Los tapices eran para dos palacios, El Escorial y El Pardo.
Desde el uno de septiembre hasta la Inmaculada los Reyes vivían
en El Escorial, de la Inmaculada hasta Reyes en el Palacio Real
o Los Alcázares y de Reyes al Domingo de Ramos en el Pardo.
Mientras que la familia real vivía en Madrid, se aprovechaba
para descolgar los tapices, lavarlos en el Manzanares y colgar
posteriormente. Los tapices en El Pardo cubrían dos finalidades,
decorativa y aislante. Algunos tapices decoraban las habitaciones privadas de los Príncipes
de Asturias. Los tapices iban destinados a los espacios privados,
lugar donde muy pocas personas tenían acceso, en este
contexto hay que recordar:
- Goya tuvo acceso a las colecciones reales y en algunas
de esas obras ya se recogía la representación de
tipos populares. Por lo que no podemos considerar innovador
la utilización de este tema por parte de Goya.
- El hecho de que este trabajo fuera dirigido a un espacio
privado, que debía de contar con el visto bueno de los
príncipes de Asturias.
Estos hechos hacen que se cuestione la lectura superficial de
estas obras. Sí van dirigidos a una elite, además
cultivada; que razón tenía Goya para realizar estas
obras populares. No es más lógico pensar, que estas
obras tuvieran otro motivo para representar estos temas. Una de las primeras obras que realizó Goya fue El
baile de los Majos en el Manzanares. Es una obra
de vano de gran formato, representa dos majas y dos majos bailando,
mientras un grupo de hombres y mujeres cantan a orillas del
Manzanares. La escena es tratada a las afueras de Madrid de forma que a
la izquierda de la composición aparece silueteada la ciudad
de Madrid y a la derecha se enmarca un espacio rural. Goya ha
buscado intencionadamente la oposición entre lo urbano
y lo rural, sí bien es cierto no dejó pasar la
ocasión para rendir un homenaje al arquitecto Francisco
Samatini, autor de la Iglesia de San Francisco el Grande recientemente
concluida y que en ese momento era además el director
de la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara.
Goya decide que su futuro era el de asentarse en la corte. La
maja y los embozados, se trata de una
composición destinada a una sobrepuerta. Esta concebida
al aire libre en plena naturaleza, resulta bastante esquemática
desde el punto de vista espacial, pero por la indumentaria podemos
distinguir entre el acompañante y la persona que esta
sentada. De hecho lo que representa Goya ya estaba recogido en
estampas populares, como por ejemplo "Paseo en el Prado",
que representa la provocación del majo a la pareja de
petimetres. El tono de la escena es de galanteo, de un cierto erotismo camuflado. A mediados del siglo XVIII una obra realizada por El Bosco,
una mesa que versaba sobre los siete pecados capitales fue llevada
al Escorial y situada en un lugar principal. Los pecados aparecían
inspirados en escenas de corte medieval, el redescubrimiento
de esta obra del Bosco a mediados del XVIII generó una
gran admiración en el espacio de la corte, por eso no
es extraño que Goya tuviese en cuenta bien la obra del
Bosco o la temática de los siete pecados capitales, para
diseñar un programa iconográfico culto para las
habitaciones de los príncipes de Asturias. Así en la obra conocida como "La riña en
la venta nueva", que nos muestra a un grupo de caleseros
(conductores de calesas), que descansando en esta venta habían
iniciado una partida de cartas y al no estar de acuerdo con los
resultados habían iniciado una pelea, mientras esta transcurre,
el ventero aprovecha el desconcierto para apropiarse del dinero.
Goya nos está mostrando el pecado de la avaricia bajo
el aspecto de una escena popular.
El bebedor, obra destinada para situarse sobre una puerta, por lo que en esta obra, Goya utiliza una perspectiva
con un punto de vista muy bajo Sotto in sú sobre
todo en las dos figuras principales.
En esta obra se ve a un hombre bebiendo vino de una bota a la
catalana, mientras un muchacho más joven con un gallato
come nabos; en uno de los primeros capítulos del Lazarillo
de Tormes, se recoge una escena en la que el pícaro aprovechándose
de la ceguera de su amo substituye unas longanizas por nabos. Indudablemente Goya se sirvió de este pasaje literario
para recordar el pecado de la gula. Las figuras de la derecha
sirven para equilibrar la composición.
Otra de las sobrepuertas representa El
quitasol,
donde vemos un majo cubriendo del sol a una petimetra. La mujer viste a la francesa con una capa ribeteada de piel,
pañuelo al cuello y con un perro de lanas en su regazo.
El abanico en el siglo XVIII servía como un medio de comunicación
conocido y en este sentido como lo lleva la petimetra, esta por
comenzar la conversación. Goya quiso hacer una referencia
clara a la vanidad. Lo que debe de quedar claro, es que hay un estudio previo, no
de una obra sino de un conjunto de obras cultas y eruditas. Dirigidas
a un público culto y erudito.
Anualmente se realizaba en Madrid una feria, que era el momento
que se aprovechaba para relajar las actividades cotidianas y
Goya nos muestra en El cacharrero dos niveles
compositivos, el primero con las tres mujeres y el hombre de
espaldas y el segundo la mujer de la calesa y los dos hombres
de espaldas. El hombre del primer plano indica con la mano izquierda hacía
un punto mientras que la mujer central busca ese punto con la
mirada. Las tres mujeres podrían aludir a las tres edades de
la mujer, correspondiendo la del centro a la juventud, la del
centro a la madurez y la última a la vejez. El cacharrero vende cerámica; por su indumentaria valenciano
y la cerámica es de la Alcora, blanca, amarilla y azul.
Los mismos colores que viste la mujer que esta en el centro de
la composición. El cacharro que lleva esta mujer en la
mano es de alcora, la mujer mayor lleva en sus manos un cacharro
de barro. La identificación de los cacharros cerámicos,
con connotaciones sexuales no son una novedad de Goya. Greuze pintó en
la primera mitad del XVIII "El cántaro roto",
en ella vemos a una joven que lleva un cántaro quebrado
y recoge flores en su regazo, al tiempo que muestra un aspecto
descompuesto mientras una fuente a la derecha, en forma de león
rampante tira un chorro de agua por la boca, alusión clara
de la perdida de la inocencia, perdida de la virginidad. Goya utiliza el símil de la cerámica para mostrarnos
esta escena de galanteo, entre el cacharrero y la muchacha joven.
Una cita que se repite en el segundo plano, entre personajes
de un nivel social superior, la mujer que viaja en la calesa
y los dos hombres sentados y de espaldas. Se ha hablado de las posibles connotaciones sociales entre los
dos tipos de extractos que aparecen reflejados, pero el mensaje
es claro y directo e incluso hay quien ha interpretado la figura
del perro, como un cráneo tumbado. Pero eso sería
cuanto menos una interpretación retorcida. Una de las últimas representaciones de Goya, para la
fábrica de tapices es la conocida como Las lavanderas de
gran formato. Representa cinco mujeres, dos están realizando el trabajo
mientras una dormita y las otras dos juegan con la cabeza de
una carnero. Es uno de los ejemplos más claros desde el punto de vista
de su técnica. Plantea la composición en tres planos
en el primero se desarrolla la escena principal, el segundo plano
es neutro y coincide en este caso con el perfilado de los arboles
y el tercer plano corresponde a las montañas y al cielo.
Además se puede observar un signo distintivo de Goya,
el cromatismo especifico que impone sobre las mejillas de sus
personajes. La pincelada es larga, suelta, diluida que sin embargo no le
impide exhibir una técnica depurada, para mostrar los
distintos acabados de los tejidos; sea lana, seda, etc. La dirección formal de la obra esta aquí representada
por el cromatismo y la línea, de manera que esta composición
está concebida para dirigir el punto de atención
al centro de la misma, que es la cabeza del carnero. La cuestión inmediata a la vista de este análisis,
sería intentar descubrir que interpretación era
la de Goya, al dirigir la atención a la cabeza del carnero. El trato que reciben las cinco mujeres es extremadamente amable
en contraposición a la reputación que las lavanderas
habían conseguido. A finales del XVIII en Madrid, un Real
Decreto publicado el año 1792, proclamaba la prohibición
hacía las mujeres que lavaban a orillas del Manzanares,
de pronunciar palabras mal sonantes o realizar actos o gestos
obscenos. ¿Qué es, lo que Goya quiso destacar en esta composición
de solo mujeres? Este tapiz aparecía enfrentado con el tapiz que representaba
un grupo de novilleros, compuesto todo él por hombres.
Por tanto Goya quiso establecer un ritmo espacial entre los distintos
cartones, que dispuso para el comedor de los príncipes
de Asturias. Y como era habitual entre las lavanderas la provocación
hacía los viandantes masculinos, Goya la traslada hacía
los vecinos representados por los novilleros. Otro matiz de su obra, son los juicios de valor de Goya en los
retratos. Goya tuvo la suerte de contar con encargos por parte
de la monarquía, para la ejecución de retratos,
tanto de Carlos III, Carlos IV o Fernando VII.
Uno de esos primeros retratos es el de Carlos
III como cazador, en el cual muestra algunos rasgos
característicos
de la tipología del retrato real. Presenta a Carlos
III de cuerpo entero con las piernas separadas, siguiendo el
modelo que en el XVII había instituido Velázquez
con los retratos, como el del Condeduque, para concentrar la
atención sobre el personaje retratado esboza el fondo,
hasta el punto que frecuentemente hace irreconocible el espacio
en que se ubica el personaje. Como se puede ver representó al Rey vestido para cazar,
con la banda de la orden de San Fernando y la máxima distinción
como es el Toisón de oro, máxima distinción
de los Borbones. El rasgo más sobresaliente es posiblemente
el análisis que realiza de la fisionomía del monarca.
Ahora bien, aquello que puede hoy ser visto como una crítica
al personaje por su naturalidad tanto en la posición del
cuerpo y por la expresión de su rostro, es la consecuencia
de un retrato naturalista del monarca. El perro de la obra significa fidelidad. La concepción del retrato que tendía a favorecer
la visión del personaje queda superada en las obras de
Goya. Este espíritu de realismo era compartido por la
familia real. Goya se caracteriza por su enorme ambición, esto le llevo
a realizar un análisis sanguíneo para comprobar
su ascendiente real. Él quiere ser, lo que conseguirá en
1789, ser pintor de cámara real. En 1798 Mª Luisa recibió un regalo de Godoy, que
consistió en un caballo sin domar llamado Marcial. Ella
lo domó personalmente y cuando lo hubo domado se hizo
retratar sobre el caballo. Retrato que regaló a Godoy.
No se trata de un retrato ecuestre, es simplemente un retrato
de Mª Luisa a Caballo. Más que
una representación de poder, de dominio Goya quiso representar
a Mª Luisa como amazona. Se ha hablado mucho sobre su ausencia
de belleza, que hay que justificar, cuando ella llego a España
tenía dieciséis años, pero el príncipe
estaba en la pubertad y le aconsejaron al Rey que el príncipe
no se casara, con lo que se casó a los dieciocho, a los
veinte había tenido dos abortos y a los treinta y nueve
años tenía seis hijos, aparte de la enfermedad
que tenía al llegar a España. Hay que reconocer
que ella dio luz a una corte gris. En 1799 Goya pinta a la Reina
vestida de maja.
Lo hace de cuerpo entero, frontal, aunque siempre gira un poco
al personaje para quitar el hieratismo del personaje en posición
vertical. El traje es uno de los rasgos más importantes
de esta obra, como Goya logra reflejar el encaje, como técnicamente
consigue esa calidad. La obsesión de la Reina era que sus brazos eran la parte
más bella de su cuerpo, por lo que pidió a Goya
que la pintará con los brazos desnudos. La nota disonante
es el lazo con que va tocada la cabeza de la Reina, se trataba
de una petición del pintor, en relación con el
cromatismo (romper). Esta obra ha sido duramente criticada, porque Goya pintó ese
mismo año el cuadro de La Tirana (actriz),
también de cuerpo entero y con la misma actitud que la
reina. Con lo que estaba equiparando a las dos retratadas. En
el retrato de Mª Luisa es evidente que exhibe a la reina
decantándose por un grupo social de la época y
muestra como en el retrato de La familia de Carlos
IV,
la habilidad de la familia real española para salir airosos
de una situación como la de finales del siglo XVIII. En
la que las monarquías europeas fueron puestas en tela
de juicio. Ejemplo más inmediato, la revolución
francesa y la decapitación de algún miembro de
la monarquía.
De ahí que no sea extraño, que cuando se hicieron
retratar, la obra y los personajes que en ella aparecen estuviera
impuesta por la propia familia real. No obstante, el resultado muestra a la familia de Carlos IV
a los miembros más directos y a los monarcas, marcados
por tres ejes: En el centro la Reina y a los lados en el mismo
plano el Rey a la derecha y Fernando VII a la izquierda, aparecen
ligeramente adelantados al resto de la familia. No es extraño,
puesto que esos tres personajes son las figuras principales de
la vida política de ese momento. En un segundo plano aparece
el pintor pintando a la familia. Este concepto no es nuevo, ya que Velázquez había
pintado "La familia" (hoy las Meninas), con el mismo
planteamiento que Goya. Sí bien Velázquez aplicaba
la perspectiva del barroco, es decir; la complejidad de la presencia
y ausencia de la familia real. Velázquez, no plantea esa
obra desde un único plano, sino que fue concebida en tres
planos, incluso un cuarto que es el que no vemos el de los espectadores,
que es el reflejado en el espejo, los monarcas. La obra de Goya presenta casi en un único plano la disposición
de toda la familia y detrás inmediatamente a ellos una
pared de la que cuelgan dos lienzos. Esta disposición
tuvo que ver con el lugar donde se pensaba colgar el lienzo,
esto es, al final de un corredor. Por eso los personajes se cierran
o alinean para fijar la atención del espectador. Para
este retrato la familia real se vistió con los últimos
tejidos traídos de París, inspirados en los últimos
diseños. Los barones lucen la máxima condecoración
y la Cruz Laureada de San Fernando y la Cruz de la orden inmaculada.
La banda de Mª Luisa va ornamentada con elementos que muestran
su máxima distinción. Pero sobre todo hubo una idea, que quisieron dejar patente en
el lienzo de Goya y era la dimensión moderna de la monarquía
española, acorde con los nuevos tiempos y de la que se
desprendía de la ilustración, acorde con la revolución
francesa. Diferencias con una obra de 1802 de un valenciano, Vicente
López. Este autor representa a la familia real idealizada. Él
embellece los rostros desdibujando la realidad, en un intento
de idealización de los personajes. Estas dos fueron las grandes líneas del XIX, la del color
y la de la línea. Goya siguió pintando a la familia real. En la obra de
Fernando VII, muestra bien claramente los rasgos del personaje
tratados con una noble sinceridad. Se hicieron cien retratos
de Fernando VII a partir de este modelo, para colocar en instituciones
que solicitaban la imagen del monarca para decorar sus dependencias.
Retrato de Fernando VII
con manto Real, de
cuerpo entero, en el que se puede apreciar elementos destacables
desde el punto de vista de la técnica. Sí se consiguiera
aislar la zona que corresponde al ribete de la capa y ampliarla,
nos encontraríamos con una obra propia de Jackson Pollock,
el creador del action painting y concretamente con una
asimilación de la técnica del dripping (aplicación
del óleo muy diluido sobre el lienzo). Algunos fragmentos
de esta obra son de una gran modernidad desde el punto de vista
técnico. Posiblemente por que Goya era muy evidente muy
directo y su pintura extremadamente moderna. Tras la guerra de la independencia y el regreso de Fernando
VII (1815), este monarca absolutista substituyo como primer pintor
de cámara a Goya por Vicente López, quien sin duda
era más acorde con la idea de monarquía del Rey.
Monarquía que estaba inspirada en formulas del pasado,
y Goya miraba demasiado hacía el futuro, lo que no encajaba
en las dimensiones que del estado tenía Fernando VII. La vida posterior de Goya no es más que un exilio disfrazado
por la monarquía. Goya no solo realizó retratos de la familia real, sino
que las principales familias españolas se disputaban sus
servicios. Así tanto los Alba como los Osuna, recabaron
la habilidad de Goya para representarles.
En el retrato de la Duquesa
de Alba vestida de maja.
Resulta interesante de esta obra las veladuras aplicación
de una capa de pintura sobre la que una vez seca, se aplica en
otro color mucho más diluido, que deja transparentes de
la primera mano de color en el torso del personaje al
matizar la mantilla sobre el corpiño de la Duquesa. Es
el fajín rojo el que rompe el cromatismo de la obra y
como siempre el guiño de picardía del artista,
al representar la mano de la Duquesa señalando el suelo
donde aparece el nombre de Goya. Hay otro guiño, el de
los anillos, donde se aprecia escrito Alba en uno y Goya en otro.
Es de destacar la minuciosidad en la utilización de pequeños
pinceles, para trabajar los detalles más pequeños. En otro de los retratos de la Duquesa aparece un perro de lanas,
que lleva atado un lazo rojo en una de las patas. La Duquesa
viste de blanco con dos lazos rojos.
Se ha hablado sobre la simbología del perro de lanas
y se ha establecido o querido ver una relación intima
entre los personajes que aparecían retratados con este
animal y el pintor. Realizados para los Osuna, pintó Goya dos lienzos, que
representan a una mujer recostada sobre un diván con los
brazos recogidos sobre la cabeza, al modo de la Venus de Tiziano
del siglo XVI. La idea de estas dos piezas que se conocen como La maja desnuda
y La maja vestida, fue un encargo del Duque de Osuna para su
galería particular para su gabinete . El
gabinete del Duque encargó dos lienzos que habían
de servir a modo de bocaporta, de forma que uno se sobreponía
al otro y en virtud de las visitas, aparecía uno de los
dos lienzos. Las dos obras tienen las mismas medidas.
Realmente La maja desnuda es una obra sumamente atrevida,
por que sí bien es cierto que el desnudo femenino
se había representado con anterioridad, siempre se
había justificado en su inspiración de personajes
mitológicos y nunca hasta ahora se había representado
una persona conocida o desconocida.
Tampoco
en esta obra Goya quiso dejar pasar la ocasión
de hacer un guiño al espectador, curiosamente desde el
punto de vista técnico, se observa que comparando ambas
obras, la pincelada es más suelta, la obra esta más
abocetada, más diluida en La maja vestida, mientras que
La maja desnuda es más lineal. En la maja vestida, se
aprecian las veladuras en el tratamiento del vestido y en los
ropajes de la cama.
Goya no solo representó a la monarquía y a la
aristocracia, sino que también retrato personajes anónimos,
que podríamos emplazar o situar en el sector social medio
de hoy en día. Por ejemplo la obra Joaquina
Condado (Museo
Pío V de Valencia). Tradicionalmente se ha dicho que esta
obra representaba al ama de llaves de Gala. En 1792 Goya viaja
a Valencia y está dos meses y medio, para que su mujer
tomara los aires marítimos. Según narra un historiador
local, Goya fue invitado a Burjassot y tras comer retrató a
la ama de llaves. No hay concordancia entre el estilo de Goya de 1792 y las características
que presenta este retrato, ni existe coincidencia con la moda
de ese momento. El traje que viste la mujer no es de ese año.
Así mismo la técnica coincide con la de 1805, los
primeros años del siglo XIX. Así pues, ¿Quién es el personaje representado?
El nombre de Joaquina Condado procede de la persona que legó la
obra a la Academia de San Carlos de Valencia en 1819 se
trató de una donación en vida del artista .
Por lo que se ha vinculado a esa época de la visita a
Valencia del artista, al realizarse en esta ciudad la donación. En 1805 el hijo de Goya va a contraer matrimonio con Gurnensinda
Goicoechea, la prima de esta es Leocadia Zorrilla. Esta mujer
tenía aproximadamente la edad de la persona representada.
En 1807 Leocadia Zorrilla se casa con Isidoro Weiss, General
del ejercito austríaco y Leocadia adopta el apellido de
su marido. En 1812 muere Josefa Bayeu y en 1813 Leocadia se separa
de su marido. En 1814 nace Rosario Weiss, quien se afirma es
hija natural de Goya. Desde 1813 y hasta su muerte en Burdeos
Goya vivió con Leocadia Zorrilla y la hija de ésta. Por razones estilísticas esta obra debe de datarse de
1805. ¿Sería este el retrato de Leocadia Zorrilla?
Por una parte el perro de lanas vincula efectivamente el personaje
retratado con el artista y la segunda razón, es que radiografías
del lienzo muestran que debajo de la mujer, Goya pintó una
Inmaculada Concepción. Hay que saber que Goya reutiliza
sus propios lienzos en la guerra del francés 1808 1814.
Entre el cuadro de personajes retratados por Goya figura el
del Duque de Windsor. Hay que fijarse como concibe Goya
las condecoraciones, en relación con los artistas de su
tiempo como Mengs. Goya da un valor menor a las condecoraciones
y los oropeles con que solían retratarse. "Sebastián Martínez", se trata de una
obra muy original, que se encuentra en el Metropolitan. El personaje
es representado de perfil con una casaca de seda azulada y leyendo
un documento. Por la disposición de la figura la obra
hubiese quedado descompensada entre el plano de la derecha y
el de la izquierda. Cromatismo de la obra: Tonos dorados rostro y pantalón, que equilibran cromáticamente
en diagonal de izquierda a derecha. Dentro de ese criterio la
búsqueda del equilibrio, al pintar el papel que está leyendo
lo hace con la misma gama que la levita, equilibrando el plano
de la izquierda con el de la derecha. Entre los personajes que retrató a lo largo de su vida
(más de trescientos), tan solo representó a dos
pintores, lo que indica la importancia que estos dos artistas
tuvieron en su vida. Francisco Bayeu, fue quien
introdujo a Goya en la corte. Cuando en 1780 Goya se enemisto
con el Cabildo Catedralicio de Zaragoza, lo hizo también con su cuñado, ya
que a través de él había conseguido el encargo. En 1786 Goya pintó el retrato de Bayeu de tres cuartos
vestido de manolo en acción de pintar (Museo Pío
V de Valencia), tenía barnices oxidados y el resultado
en esta obra es de un alto grado de modernidad. Rasgos notables por su modernidad:
- Bocamanga y pechera del retratado, donde Goya aplica directamente
el óleo sobre el lienzo con una magestralidad extraordinaria,
aquí se ve el genio del artista. Esto rompía
canones con el academicismo neoclásico imperante.
- Los labios están pintados de dos toques de pincel,
aquí se muestra la gran capacidad del artista.
En 1795, año en que muere Bayeu, su viuda encarga un
retrato, pero ya no tenía modelo y lo hizo de pensado,
se aprecia la falta del modelo vivo.
El otro artista pintado por Goya, es uno escasamente conocido Asensio
Julia, pintor valenciano que colaboró con
Goya en la decoración de la Ermita de San Antonio de
la Florida. De Julia realizo tres retratos. El primero en 1798 época
en que colaboraron juntos ambos artistas, así al menos
lo indica su indumentaria, pinceles y pinturas o la estructura
de andamios que aparece a la espalda del artista. Debió de ser una persona de confianza para Goya que en
1792 comenzó a mostrar síntomas de sordera, razón
por la que se rodeo de un reducido grupo de discípulos
y ayudantes.
¿Goya fue un artista comprometido con su tiempo?
Se ha mantenido que Goya no colaboró con los franceses
durante la ocupación de Napoleón.
Al regreso de Fernando VII en 1814 una de las primeras medidas
fue la de depurar a todos los empleados de la casa real que
habían colaborado con el francés. Este proceso
consistió en pasar por una serie de tribunales ante
los que había que demostrar la fidelidad a Fernando
VII, cuando el monarca estaba exiliado. Goya paso por el tribunal
manifestando que no solo no había colaborado con los
franceses, sino que se vio obligado a vender alhajas para sobrevivir;
Algo que resulta falso, sí se tiene en cuenta que en
1810 el Ayuntamiento de Madrid le encarga una obra para honrar
a José I.
El resultado es una obra que representa la alegoría
de la Villa de Madrid. En el centro del lienzo se observa a
una mujer de pie que representa a Madrid y que sujeta con un
brazo el escudo de la ciudad con las figuras del oso y el madroño.
A la derecha del cuadro aparece un medallón sujeto por
cuatro ángeles. Originalmente en este medallón
Goya pintó el rostro de José Bonaparte, las circunstancias
políticas aconsejaron variar el contenido de la representación
en el medallón y se pinta en 1815 el rostro de Fernando
VII. Posteriormente y una vez vista esta política, se
pensó en restituir la imagen de José I, pero
apenas quedaban restos, por lo que se optó por una solución
más aséptica, la de incluir las palabras dos
de mayo. Esto es pues, una prueba inequívoca de
que Goya trabajó para José I.
En la España de la guerra de la independencia el medio
habitual de expresión fue la estampa, hasta el punto
de que adquirió un valor extraordinario como documento
crítico, hacía la situación del país.
Su carácter de fácil distribución hizo
que fuera más fecunda su publicación. En esas
estampas, se puede apreciar de que forma pensaba el pueblo
sobre José Bonaparte y Napoleón, tiene un mensaje
claro e inequívoco José Bonaparte bebedor
y fornicador , resultaba jocoso y satírico.
Las estampas (grabados) sirvieron como un medio eficaz para
dar ideas, en una época en que el noventa y cinco por
cien de la población española era analfabeta.
El mensaje de las imágenes era muy efectivo, entre
las series de estampas que más prestigio y fama obtuvieron,
fueron las que todos los artistas coincidieron en plasmar,
eligiendo un momento relacionado con el inicio de la guerra.
Un momento de estos, fue los hechos ocurridos los días
dos y tres de mayo de 1808, eran hechos que los artistas concentraron
en cuatro episodios:
- Cuando Mª Luisa y los Infantes en la mañana
del dos de mayo, decidieron abandonar el Palacio Real para
dirigirse al exilio de Bayona. La multitud comenzó a
concentrarse y abalanzarse para evitar la marcha de la Reina,
era una manifestación popular que fue sofocada por
las fuerzas francesas, que estaban formadas en parte por
tropas del ejercito austríaco y mameluco.
- La muchedumbre se dirige por la calle Mayor hacia la Puerta
del Sol. En la Puerta del Sol la muchedumbre fue aplacada
por el ejercito francés mercenario.
- Por la tarde del dos de mayo, el pueblo que en la sublevación
contó con la colaboración de dos militares
Daoiz y Velarde, quienes habían facilitado armas al
pueblo con la intención de equilibrar la desigualdad
de fuerzas. Estos fueron ejecutados la tarde del dos de mayo,
como medida ejemplar.
- Finalmente el dos y el tres de mayo en distintos puntos
de Madrid se ajustició a los lideres populares de
la sublevación, en el Paseo del Prado, en la Puerta
del Príncipe y en la Moncloa.
Cuando Fernando VII regresa a España en 1814, se celebraron
distintos actos para honrar este hecho; se organizó una
serie de actos y se levantaron distintas construcciones de
carácter efímero.
Es posible que de este año daten las obras del dos
y el tres de Mayo, respectivamente La
carga de los mamelucos y Los
fusilamientos de la Moncloa, de 1814 parte el encargo
y ejecución de los dos grandes lienzos.
El dos de mayo corresponde a la segunda estampa o episodio
histórico del día.
El tres de mayo es la cuarta estampa, que cierra el ciclo
de la serie.
Probablemente estas dos obras fueron concebidas para ornamentar
algún arco del triunfo efímero, incluso se cree
que Goya pudo realizar la serie completa, desapareciendo dos
de ellas. No es extraño que a Goya le desaparecieran
los lienzos.
En 1868 fueron redescubiertas y dadas a conocer a la opinión
pública.
La carga de los mamelucos. Se representan las dos
milicias, huranes y austríacos.
Es cuestionable el sentido ideológico que quería
transmitir el artista: Si se observa vemos que predominan los
ciudadanos populares, sobre una minoría que es el ejercito
extranjero, esto referente al número. Sobre el carácter
de las figuras resulta difícil discernir sin el conocimiento
previo de la historia quienes son los ganadores y quienes los
perdedores.
Sí analizamos más profundamente, las figuras
del primer plano son el pueblo, representan un grado de crueldad
muy superior al de las tropas francesas de los mamelucos.
Muestra Goya la parte más cruda de la guerra, la más
cruel e inhumana. El fondo está más suelto, más
desdibujado y relajado, la tensión está en el
centro.
En la otra obra Los fusilamientos de la Moncloa (la
cuarta estampa). El artista trata el último hecho histórico
de la jornada. Por una parte a la izquierda el pueblo español
desarmado, a la derecha el ejercito francés, que esta
de espaldas, es anónimo e irreconocible, es la maquina
de matar. Ala izquierda el pueblo de frente.
Hay tres niveles de lectura clara:
- Nivel inferior, los muertos, la muerte.
- Nivel intermedio, la aptitud del miedo.
- Nivel superior, donde encontramos a la figura que destaca
anímicamente; es el héroe anónimo que
se enfrenta con valentía a la muerte.
Desde el punto de vista político estos acontecimientos
fueron rentabilizados a lo largo del siglo XIX. De hecho, se
comparo a la figura de Napoleón con el demonio en publicaciones
de la iglesia y apuntaban el carácter santo de estos
héroes anónimos, que se sacrificaron por la patria.
Hasta tal punto que se fue tejiendo una visión de aquellos
hechos, fundamentalmente en una posición religiosa,
de cruzada donde Napoleón representaba a Satán.
Por ello no es extraño que la figura que aparece recostada
a la parte izquierda de la composición, se halla querido
identificar con la Virgen María. Pero lo que es obvio
es que el personaje central de la obra, presenta en las manos
los estigmas de la pasión de Cristo.
Desde el punto de vista de la composición esta pintura
está en deuda con un grabado difundido un año
antes que el lienzo (1813), del valenciano Andrés Garí,
que representa el fusilamiento de los Padres Franciscanos por
los franceses en el campo de Morvedre. La composición
de las víctimas a la izquierda y el ejercito a la derecha,
los tres niveles guardan un notable parecido con la composición
reflejada en el lienzo de Goya. Casi con toda seguridad Goya
conoció esta obra, lo que no le resta la mayor importanci
ni brillo al resultado final de su pintura. Era frecuente que
los artistas copiaran y tomaran apuntes de obras maestras,
de detalles, expresiones o composiciones. En esta obra se inspirarán
artistas posteriores como Manet para El fusilamiento del
Emperador Maximiliano de Mexico o Picasso en 1951.
¿Por qué las pinturas negras?
La última etapa las pinturas negras 1818.
Goya adquirió a las afueras de Madrid una casa conocida
como la Quinta del sordo, como clara alusión a la
perdida de audición que el artista había comenzado
a manifestar desde 1792. Esa casa originalmente fue decorada
con pinturas al fresco, que representaban paisajes, sin embargo
en el periodo entre 1820 y 1823, durante el trienio liberal,
Goya sustituye esos paisajes por catorce escenas de temática
amarga, en las que predomina el color negro. Son pinturas de claro contenido monstruoso, demoniaco,
que conectan con la mentalidad popular frente al desarrollo
de la razón, que había difundido la ilustración. No obstante el elemento demoniaco no surge en 1820, sino
en 1788 en Valencia en la Catedral para los Duques de Gandia,
Goya pintó la escena de San Francisco y el moribundo,
en la que en segundo plano aparecen tres monstruos, tres
demonios que están tentando al moribundo, ante la
presencia del crucifijo. Posteriormente Goya pintó unas pequeñas tablas
para el gabinete del Duque de Osuna, de carácter diabólico
que revelan el culto al demonio. El Aquelarre, es otro ejemplo. O en una obra de 1819, en la que Goya se representa
atendido por el Doctor Arrieta y en segundo plano
aparece también el elemento fantástico. Desde 1792 y hasta su muerte en 1828, Goya sufre distintas
crisis, que no solamente le hicieron perder la audición,
sino que iban acompañadas de estados febriles, vómitos,
etc. Frecuentemente se ha apuntado que como consecuencia de su
sordera Goya realiza al final de su vida la serie negra de
la Quinta del sordo. Los últimos estudios nos dicen
que la sordera y las repetidas crisis que tuvo a lo largo
de su vida, fueron debidas a la utilización del color
blanco albayalde. Desde que Goya se instaló en 1775, el color que más
veces utilizó fue el blanco, es sabido que Goya gustaba
de preparar el mismo los colores, de majar los minerales
en su propio estudio, el blanco albayalde, se ha descubierto
que tiene una alta proporción de plomo, la inhalación
del plomo produce auto envenenamiento, cuya sintomatología
coincide con la que presentaba Goya en sus sucesivas crisis. En 1815 y a pesar de haber superado el proceso de depuración
por parte de Fernando VII, el Rey lo reemplaza como primer
pintor de cámara por Vicente López. Sin duda
debía ser la señal inequívoca del desencanto
del artista, que había anhelado a lo largo de toda
su vida conquistar la corte, su desencanto de la vida política
lo llevó a aislarse en su mundo interior, que era
irracional, lleno de fantasmas, como corresponde a los momentos
finiseculares. La Quinta del sordo era un ejercicio privado, pintó a La
mujer vestida de negro (Leocadia); Se ha querido ver
en ella a una mujer meditando sobre la muerte. Era la primera
pintura que se veía entrando a la casa. Saturno devorando a sus hijos, era la segunda pintura.
Sí bien aquí se ha interpretado con un contenido
político, en el que Saturno aludiría al estado
siendo sus hijos el pueblo, Goya estaría culpando
de la situación que se vivía en esos momentos,
al estado. Es una obra claramente expresiva, desde el punto de vista
estético y artístico. Se cree un precedente
del expresionismo, conque pocos elementos Goya fue capaz
de sugerir el terror, representar el miedo. Estas obras son al fresco sobre la pared. En la década
de los sesenta del siglo XIX, mediante un complejo procedimiento,
fueron pasadas a lienzo, compradas por un francés
y exhibidas en París. Contrariamente a lo que esperaba, su exhibición apenas
tuvo resonancia y el francés cedió las obras
al estado español. En la escena Aquelarre presidido por el gran cabrón,
ante el pavor, el miedo de la muchedumbre. Lo que Goya refleja
es un conglomerado de ojos, narices y frentes, atemorizados
ante la presencia de lo irracional. Todo el planteamiento
constituye una novedad absoluta en la pintura europea. A
la derecha vemos una figura femenina, que queda separada
de la muchedumbre, podría corresponderse con la presencia
aislada de la razón ante la sin razón, incluso
se ha creído un retrato de Leocadia en esas misas
negras. Otra obra, ya en el primer piso
representa la Romería
de San Isidro. Aunque lo que se ve es interpretado
de formas diversas. Un grupo de hombres cantan bebidos con
gestos exagerados o de sorpresa. En otra escena se ve la
Riña
a garrotazos, que corresponde a uno de los pasajes
más crudos de la realidad española; el habito
o costumbre de saldar las diferencias a garrotazos. Encima de la puerta de acceso a la cocina Goya represento
a Las viejas comiendo sopas, hay un alto grado de
abstracción formal y reducción, que fue expuesto
por Goya en esta obra.
Así las pinturas negras manifiestan una visión
parcial de la España de los años veinte, de
la visión del descontento, irracional, visionario
del que se adelantó a su tiempo, con Fuseli y W. Blake,
Goya estaba planteando soluciones expresivas, propias del
romanticismo, del impresionismo y del expresionismo. El carácter excepcional sin igual, sin parangón
de Goya lo convierte en una excepción, dentro del
mediocre panorama artístico español de su época.
Apuntes tomados por Enrique F. de la Calle
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