TEMAS DE EDUCACIÓN: PEDAGOGÍA
TEMAS DE EDUCACIÓN: ARTÍCULOS
Sufrimiento de maestro J. A. M. Publicada el 20.02.2006 La semana pasada, una alumna de diez añitos y de etnia gitana me mandó «a tomar por c...», y todo por que le mandé repetir unas sumas que había hecho a boleo. La niña le dice a su madre que le tengo manía, y al día siguiente la ‘señora’ se presenta en el colegio dando voces como una poseída. Cuando se le cuenta lo que pasó, se calma, y ni la niña ni ella piden disculpas. Total, tengo tres meses de vacaciones al año y, según pensarán ellas, ya estoy pagado. Algunos compañeros me dicen que ya debería estar acostumbrado a estas faltas de respeto; otros me dicen que tenga cuidado con los parientes de la niña. Y pensar que yo con mis impuestos le pago a esta niña las becas de comedor, libros y demás... Seguir las opiniones... |
Profesores
agredidos A menudo se oyen noticias de profesores agredidos por sus alumnos o por los padres de éstos. Con ello se da la impresión de que los estudiantes son unos monstruos, y sus padres, unos delincuentes. Pero creo que la realidad es que la mayoría de los padres y madres somos, a veces, incluso demasiado pacientes con algunos docentes que maltratan al alumnado, les dan capones o collejas y les llaman burros o tontos. Cuando hablas con el profesor, lo niega. Si hablas con el director, lo justifica. Si vas a la Inspección, ésta pide una explicación al director, que siempre protege a su compañero, y el inspector no tiene dudas de a quién creer. Quizá por eso, algún padre, ante la indefensión de sus hijos, explota. Quizá el alumno que llega a secundaria ya no permite que su profesor le llame tonto o le dé una colleja. Seguir las opiniones a esta carta... |
«A lo mejor, tú debes dar la colleja a tu hijo» Varios. Publicada el 20.01.2006 La carta de Juana Benítez «Profesores agredidos» (18-01-06), en la que defendía a los estudiantes frente a «algunos» profesores que maltratan al alumnado con collejas o insultos, ha provocado la reacción inmediata en nuestra web. Juana, gracias a madres como tú, que echan la culpa a los profesores de los traumas de sus hijos y que piensan que son seres castigadores, opresivos, malos, etc., tenemos los hijos que tenemos. Domi. Ya estamos, siempre es culpa de los chavales. Está prohibido pegar a un niño, a no ser que él te pegue, en cuyo caso apoyo al profesor. A mí, con seis años, me pegó una profesora hace menos de 20 años y le dijo a mi madre que me lo había inventado. Mari Luz. Lo que llega a crispar es que por un minúsculo 2% ó 3% de presuntos o seguros malos profesores, quede en entredicho la actuación de un cuerpo al que se le está coartando, amordazando, sin que nadie mueva un dedo. Vindicator. La solución sería poner cámaras en clase, y si las grabaciones no las reclaman ni alumnos/padres ni profesores en un tiempo, que se destruyan. Sergio. Tan sólo he visto a una profesora dar una colleja, y la verdad es que, con 11 años, me rebelé. Me parece que si en casa no utilizan la fuerza para educar, ¿quién se cree un profesor que es para levantarle la mano a un niño? Natalia. También han llegado reacciones a la carta por correo electrónico.Juana desconoce el mundo educativo. Los primeros educadores del niño son los padres y son fiel reflejo de ellos y de sus comportamientos. Los profesores sólo enseñan conocimientos y pautas. En muchos casos son los padres los que crean «monstruos» fomentando en los niños falta de responsabilidad. Alfonso. 44 años. Alcorcón. Me molesta que todo se nos achaque a los padres. Algunos niños llegan con problemas de educación desde sus casas, pero también algunos profesores se comportan con despotismo y se aprovechan de su posición de superioridad para cometer arbitrariedades. Carmen. Viniendo de familia docente, manifiesto que es penoso ver cómo esa ilusión por enseñar y educar se ha ido perdiendo por culpa de padres «tan pacientes». Si cree que el profesor debe enmendar a hijos maleducados y agresivos o aguantar aberraciones de sus padres, está equivocada. A lo mejor, debería llevar a su hijo interno o, para no llegar a eso, darle usted misma una colleja a tiempo. Vanesa M. A. 25 años. Alcorcón. Soy profesora de secundaria, llevo tres años ejerciendo; suficientes para ver lo que se cuece. Hoy no se maltrata a nadie en el aula, en todo caso, los maltratados somos nosotros. Aún no he visto a profesores dar collejas a un alumno, pero sí les he visto salir llorando de la impotencia. Espero que haya padres con más sentido común y que eduquen a sus hijos en el respeto hacia los demás. Vanessa García. 27 años. Getafe. Leer más opiniones... |
Padres, alumnos y profesores Varios. Publicada el 19.01.2006 En respuesta a «Profesores agredidos». Leyendo esta disparatada carta, parece que los institutos son poco menos que campos de concentración donde los muchachos ven sistemáticamente machacada su dignidad por los profesores. Pero la verdad es que, a diario, nos las hemos de ver con un cada vez mayor número de muchachos carentes de toda norma de convivencia y dejados a la buena de Dios por unos padres que han renunciado a su responsabilidad educativa y ante los que no puedes presentar ni la mínima queja sobre sus retoños, pues sienten que les estás arrojando a la cara su fracaso como padres. Amablemente invitaría a esta señora a que impartiese clase tan sólo un trimestre. Me encantaría ver la cara que se le pone cuando tras llamar educadamente la atención a un alumno por su mal comportamiento, éste le contestase, literalmente, «tú, cállate, puta». Raúl Gil Pérez. IES Atenea. Alcalá de Henares. Tengo 24 años y le puedo asegurar que es por padres como usted por lo que se maltrata a los maestros. Defienden a sus hijos a capa y espada, sin saber lo que están haciendo. Éstos se ven respaldados y piensan que pueden tratar a quienes quieran sin respeto ni educación, ya sean profesores, ancianos, colegas o incluso papá y mamá. Señora, mire más allá y abra los ojos. Se ve todos los días. Y yo me sigo preguntando: ¿dónde quedó el respeto por los demás? ¿Deberían volver a emitir Barrio Sésamo? Eva. Más opiniones... |
Educación, padres y leyes José Miguel Álvarez Gil. Publicada el 24.01.2006 Si un alumno insulta o pega a un profesor, lo máximo que se puede hacer es expulsarlo del centro un mes. Los institutos están llenos de chavales de13 a 16 años que no quieren estudiar, pero que tienen obligación de estar escolarizados, que se aburren y se dedican a sabotear las clases. Y ni siquiera los puedes echar al pasillo, porque sería «privarlos de su derecho a la educación». Con leyes educativas así, los profesores nos pasamos el tiempo soportando todo tipo de humillaciones en clase, perdiendo la voz cada vez que intentamos enseñar algo y saliendo quemados, porque no nos dejan hacer nuestro trabajo. Las leyes educativas y los padres consentidores (la mayoría) tienen casi toda la culpa. Invito a quien quiera a comprobarlo dando clase en un instituto cualquiera durante un mes. Leer opiniones suscitadas... |
Levante - EL MERCANTIL VALENCIANO Manel
Garcia Grau* QUE la introducció de
primer i segon d'ESO als centres d'ensenyament secundari públic
és quasi un fet per al proper curs 2000-2001 és d'una evidencia
aclaparadora. Amb aquest nou contingent d'alumnes de dotze i tretze anys
també s'hi incorpora un grup de mestres ais instituts. Aixó
seria un fet normal pel que fa a l'aplicació de la llei de la creació
de la Logse: aquesta primera etapa és de compliment obligatori.
El que és de veritable vergonya per a tot un col-lectiu -el de
llicenciats i professors- és que aixó no es faça
amb totes les garanties, és a dir, que no s'hagen dotat tots els
instituts de les infraestructures necessáries per a, per una banda,
rebre'ls i, per l'aitra, podent seguir matriculant eis seus alumnes que
vulguen accedir al batxilerat (el que ara encara anomenem 3r. i COU),
ja que aquest no és obligatori sinó voluntari. O el que
és el mateix: si a un institut que té trenta aules se li'n
lleven 10 per als alumnes de primer cicle, evidentment no té lloc
físic real per a matricular 10 grups de batxillerat, i més
quan l'administració no ha previst, durant aquests quatre anys
en qué ens ha governat, construir noves aules en condicions. Per
tant, molts alumnes de 17 i 18 anys hauran de «buscar-se la vida»
peis diversos centres de secundária de la seua ciutat per poder
trobar plaça. I la jugada, al cap i a la fi a qui afavoreix? Evidentment,
a I'ensenyament privat o concertat, amb una idiosincrasia molt concreta
i amb un sistema de contractacions moltes voltes aleatori. I aixó
és així ja que moits pares, abans que el seu fill o filla
vaja pul-lulant a la recerca de la plaça perduda per altres centres,
optaran per dur-los allí on els garantisquen un futur més
còmode i estable. És una jugada chapeau per part dels polítics
que ens governen, els quals porten, la major part d'ells, a I'ensenyament
privat tot dient que és el millor. En definitiva: s'ha volgut construir
la casa pel sostre, anunciant a tot bombo les enormes garanties de qualitat
que s'ofertaran, les noves possibilitats i no sé quans espanyavanbiens
més. Davant d'aquesta situació
penso que els docents ens hauríem de plantejar de prendre algunes
mesures reivindicatives que vagen bastant més lluny de la simple
vaga: ja está bé que se'ns tracte amb una manca de responsabilitat
i de coherencia tan gran. O que se'ns vulga fer callar amb una pujada
-ai las- d'un 2% aquest any! Sobretot perquè la causa no és
altra que l'administració educativa no ha fet els deures que s'havia
assignat per tal de preparar en condicions els centres d'ensenyament i
poder rebre, amb condicions, els nous alumnes de tretze i catorze anys.
Si el que es pretén és que els centres públics es
convertisquen en centres d'ESO amb algun batxillerat penso que
és una cosa que la nostra comunitat educativa, que defensa I'ensenyament
públic com un dret fonamental per a una formació ampla i
plural, no hauria de deixar passar. * Professor de secundaria i escriptor. Signen aquest article, a més, els professors Josep Ripollés, Pilar Aparicio, Tomás Martínez, Ferran Bagan i Jordi Tárrega, Jordi Maura, Antoni Porcar, Josep Castell i Sergi Viciano tots ells membres de l'associació "Quatre Vents" de Castelló. |
Enric - Noviembre 2005