El Musical es una producción teatral en la que se integran, en una
trama dramática, canciones y coros, acompañamientos instrumentales
e interludios y, normalmente, también bailes. Este género se
desarrolló en Estados Unidos, sobre todo en los teatros de Broadway,
en Nueva York, durante la primera mitad del siglo XX.
En la década de 1920 los musicales surgieron a partir de una libre
asociación en forma de serie de canciones, danzas, piezas cortas cómicas
basadas en otras historias, que algunas veces eran serias, y se contaban
a través del diálogo, la canción y la danza. Un grupo
a cargo de Richard Rodgers y Oscar Hammerstein II perfeccionó esta
forma en la década de 1940. Ya durante la década de 1960 gran
parte del espectáculo había dejado el musical para convertirse
en algo más serio, incluso sombrío. A finales de la década
siguiente, sin embargo, posiblemente como resultado de crecientes problemas
políticos y económicos de los que el público deseaba
escapar, volvieron los musicales bajo un signo de desmesura y lujo, haciéndose
hincapié en la canción, el baile y la comedia fácil.
El musical remonta sus orígenes a varias fuentes teatrales del siglo
XIX, incluida la opereta, la ópera cómica, la pantomima, el
minstrel show, el vodevil y el género burlesco.
La opereta era una obra teatral con canciones y bailes intercalados con diálogos.
En el siglo XVIII el término significaba ópera corta, pero
en los siglos XIX y XX tuvo el sentido de una obra con música de carácter
ligero al gusto popular. La forma, originariamente una composición
en un solo acto, creció más tarde hasta los tres o cuatro actos,
aproximándose a la opéra comique, (que ponían más
énfasis en la naturalidad que en el talento escénico).
La pantomima emergió como un espectáculo de elaborado trabajo
escénico y de vestuario, basado en cuentos de hadas, con la incorporación
de canciones, danzas, diálogos, acrobacias y otros elementos de revista
inglesa. Se convirtió en tradición que una actriz joven interpretara
el papel del héroe, o chico principal, y que un actor cómico
interpretara el papel cómico de la dama de la pantomima.
La pantomima moderna acabó siendo un arte puramente mudo, donde
el significado es trasmitido solamente a través del gesto, el movimiento
y la expresión corporal.
De todas las formas de canción y teatro populares que surgieron a
principios del siglo XIX en Estados Unidos, ninguna fue tan influyente, como
el espectáculo teatral cómico llamado minstrel show. En estas
representaciones, que surgieron en la década de 1820 y desaparecieron
bien entrado el siglo XX, actores blancos disfrazados se tiznaban la cara
y cantaban, bailaban y contaban historias.
El Vodevil es una forma teatral referida por lo general a un tipo de espectáculo
de variedades muy popular en Estados Unidos a finales del siglo XIX y principios
del XX. Se trata de la réplica del music hall y del teatro de variedades
británico.
En el siglo XIX, el término vodevil designaba un espectáculo
escénico compuesto de varios 'números' individuales a cargo
de un solo intérprete o un grupo de ellos (acróbatas, números
de familia, músicos, cómicos, malabaristas, magos o animales
amaestrados).
El género burlesco apareció en el teatro de mano de los dramaturgos
griegos Aristófanes y Eurípides y más tarde con el autor
romano Plauto. En Inglaterra, este género fue desarrollado en los
inicios del renacimiento, y uno de sus representantes principales es Geoffrey
Chaucer, que junto al escritor español Miguel de Cervantes Saavedra
y el francés Alain René Le Sage ridiculizaron el romance medieval.
El musical estadounidense surgió en 1796, con The Archers o, The Mountaineers
of Switzerland, compuesta por Benjamin Carr y con libreto de William Dunlap.
The Black Crook, producida en 1866, suele considerarse como el primer musical.
En realidad se trataba de una extravaganza que combinaba melodrama y ballet.
A finales del siglo XIX, las operetas de Viena (compuestas por Johann Strauss
y Franz Lehár), Londres (de Arthur Sullivan) y París (de Jacques
Offenbach) eran populares entre el público urbano del este de Estados
Unidos. Al mismo tiempo, las revistas,canciones, bailes y números
sin una trama unificadora abundaban no sólo en los teatros, sino también
en los cabarets elegantes, como la sala de música que dirigía
en Nueva York el equipo de comediantes formado por Joe Weber y Lew Fields.
Los comediantes Ned Harrigan y Tony Hart tenían éxito con otro
tipo de espectáculo; eran revistas, pero con diálogos que conectaban
y daban continuidad a los personajes. Esta compañía representó,
a partir de 1901, los espectáculos musicales del productor-autor teatral-actor
y compositor George M. Cohan.
En los años anteriores a la I Guerra Mundial, que comenzó
en 1914, varios jóvenes compositores de operetas emigraron de Europa
a Estados Unidos. Entre ellos estaban Victor Herbert, Sigmund Romberg y Rudolf
Friml. Naughty Marietta (1910) de Herbert, The Firefly (1912) de Friml y
Maytime (1917) de Romberg son representativas del nuevo género que
crearon estos músicos. La opereta estadounidense se ha dividido desde
entonces en libreto, que son los diálogos hablados, y canciones. Ambos
solían ser obra de diferentes autores.
En 1914 el compositor Jerome Kern comenzó a producir una serie de
espectáculos en los que se integraban todos los elementos de un musical
en un único cuerpo. Kern utilizó situaciones y sucesos actuales,
en contraste con lo que pasaba en las operetas, que solían situarse
en países imaginarios.
La vieja fórmula del musical comenzó a cambiar. En lugar de
tramas complicadas pero nunca serias, se introdujeron letras de canciones
galantes y libretos sencillos. Se añadió el underscoring (que
eran músicas tocadas como fondo a los diálogos o a los movimientos)
y los compositores utilizaron elementos musicales nuevos, como el jazz o
el blues. Además, los cantantes empezaron a prestar más atención
al arte de la actuación. En 1932, Of Thee I Sing se convirtió
en el primer musical que ganó el Premio Pulitzer en la categoría
de drama. Su letrista y compositor respectivamente, los hermanos Ira y George
Gershwin, alcanzaron el éxito con una sátira inteligente de
las situaciones políticas contemporáneas.
En la década de los años veinte las ideas y el ingenio eran
los rasgos característicos de la revista, género en el que
destacaron la pareja de compositores- letristas, Richard Rodgers y Lorenz
Hart, con Pal Joey (1940). Rodgers, junto a Oscar Hammerstein II como nuevo
colaborador, produjo Oklahoma! (1943), que incorporaba ballets con coreografía
de Agnes de Mille. El coreógrafo y director sería la figura
que con el tiempo se convertiría en la pieza más importante
tanto en la escenificación como en el argumento o contenido del musical
estadounidense.
A medida que éstas y otras innovaciones alteraban el aspecto del teatro
musical, el público esperaba cada vez más variedad y complejidad
en los espectáculos. Así surgió de un ejército
de compositores y letristas renovadores e imaginativos. En 1949, Cole Porter,
que durante años había escrito canciones provocativas con letras
brillantes, realizó el espectáculo Kiss Me Kate. Rodgers y
Hammerstein, después de Oklahoma!, escribieron Carousel (1945) y South
Pacific (1949). Irving Berlin, que había compuesto canciones de éxito
desde 1911, produjo la popular Annie Get Your Gun (1946). Frank Loesser puso
letra y música a Guys and Dolls (1950), con los personajes de vida
disipada de Damon Runyon. Brigadoon (1947) fue la primera colaboración
con la que triunfarían el compositor Frederick Loewe y el escritor
Alan Jay Lerner, quien posteriormente participaría en My Fair Lady
(1956), basada en el Pygmalion de George Bernard Shaw, y en Camelot (1960).
En los años cincuenta saltaron a la fama nuevos compositores como
Leonard Bernstein, autor de las partituras de Candide (1956) y West Side
Story (1957). Este último musical, una adaptación moderna de
Romeo y Julieta, con muchos bailes y una gran banda sonora, ha tenido una
notable influencia posterior. Jule Styne escribió la música
para Bells Are Ringing (1956) y Gypsy (1959). En los años sesenta
y setenta el compositor John Kander y el letrista Fred Ebb colaboraron en
Cabaret (1966); el compositor Sheldon Harnick y el letrista Jerry Bock produjeron
Fiddler on the Roof (1964), y Stephen Sondheim, que escribió las letras
de las canciones de West Side Story y Gypsy, compuso todas las partituras
de una serie de musicales, entre los que se incluyen Company (1970), Follies
(1971), A Little Night Music (1973) y Sweeney Todd (1979). En 1968, Hair,
un espectáculo que se estrenó en Broadway, transformó
por completo el musical. Denominado musical folk-rock, era más un
espectáculo de situación que de trama, y sus letras a menudo
resultaban ininteligibles; pero su exuberancia juvenil, su ingeniosa teatralidad
y su despliegue de música de rock dieron lugar a muchas imitaciones,
como Godspell y Jesucristo Superstar. La partitura de esta última
era obra del compositor inglés Andrew Lloyd Webber, quien luego escribiría
éxitos como Evita (1978), basada en la vida de la figura política
argentina Eva Perón, Cats (1981), una adaptación de unos poemas
de T. S. Eliot, y Song and Dance (1982). La adaptación que hizo Webber
de la novela El fantasma de la ópera , de Gaston Leroux, se estrenó
en Londres en 1987; el espectáculo recibió el aplauso de la
crítica y alcanzó una gran popularidad. A mediados de los años
ochenta el musical tradicional La cage aux folles (1983) del compositor Jerry
Herman y del autor teatral Harvey Fierstein, junto con el innovador Sunday
in the Park with George (1984) de Sondheim, basado en un libro de James Lapine,
señalaron el posible camino a nuevas tendencias. En 1987 se estrenó
en Broadway, con gran éxito, la adaptación musical de la novela
Los miserables de Victor Hugo.
He elegido este género musical, porque personalmente me gusta mucho.
He tenido la suerte de poder asistir a musicales como Grease, La bella y
la bestia, 7 novias para 7 hermanos, Annie, Moulin rouge, Starlight express,
etc. Y he salido muy satisfecha. Pienso que es un género muy extendido,
con numerosas obras en cartel, y que tiene un buen futuro, puesto que se
van haciendo adaptaciones cada vez mejores a la época actual, por
lo que se mantiene vivo. La verdad es que me gustaría poder ver muchos
más, pero aquí en Valencia son menos las oportunidades que
tenemos, no como en Madrid o Barcelona, donde se concentran la gran mayoría.
A veces es una pega que tengan un atrezzo y una decoración tan buenos,
porque eso dificulta el hacer giras, y que la gente de todas las ciudades
pueda disfrutar de ellos.
Información obtenida de la encicolpedia Microst Encarta.