Empezaremos nuestro recorrido por La Colegiata de Santa María, que
se considera el monumento más interesante de Gandía. La construcción conserva su
planta original de una sola nave con capillas adosadas a los muros, lo que hace
que posible simultanear varios actos de culto. Esta obra responde alas pautas
del gótico catalán y se realizó para las necesidades de la Iglesia Urbana
Parroquial, no para la peregrinación como es el caso de santiago de Compostela.
En su construcción destaca el arco de diafragma y como características nos
encontramos con un espacio interior único, donde prevalece una sobriedad en la
ornamentación caracterizada por la pobreza de los materiales utilizados que
contrastan con el aspecto exterior macizo. Tiene una peculiaridad en la fachada,
ya que se sustituyen los pináculos y arbotantes por sólidos contrafuertes. En
ella se pretendía crear un ambiente propicio para la meditación y para ello se
utilizaba la poca luz que entra por los ventanales y la música del órgano hoy
desaparecido.
Observamos La Puerta de los Apóstoles, cuyo estado de conservación es ruinoso
debido a la mala calidad de la piedra y ala barbarie de 1936 que provocó la
desaparición de todas las esculturas. Eran de estilo gótico pero con nuevas
formas renacentistas pioneras en el arte valenciano. En la actualidad, solo
quedan dos escudos en relieve con las armas de los mecenas Borja y Enríquez.
Nuestra ruta nos lleva de nuevo a otro convento de la ciudad de Gandía, el
convento de San Roque.
El emplazamiento del palacio era símbolo de poder político, al estar cerca de la
Colegiata y de la Plaza del Mercado. Uno de los cambios que sufrió el palacio
fue consecuencia del saqueo por la familia Téllez-Gijón cuando lo adquieren,
llevando el edificio a la ruina, que fue como lo adquirió la compañía de Jesús a
finales del siglo XIX en una subasta. El X duque realizó la denominada “Obra
Nova” adaptando el edificio a sus necesidades como residencia de la comunidad,
colegio de primaria, iglesia, etc. La primera fase de remodelación reciente fue
realizada por el arquitecto Joaquín Mañoso.
La fachada norte del patio corresponde a la nueva iglesia coronada por una
vistosa galería corrida, donde enfrente encontramos una señorial escalinata
angular sostenida por tres esbeltos pilares. A mano derecha del zaguán de
entrada se accede a la capilla particular de la comunidad, antigua armería, y
junto a ésta se encuentra el patio de cañas, denominado así por las cañas de
bambú que lo integran, que eran traídas de la India. Allí en el subsuelo del
patio hay un famoso aljibe no visitable, con capacidad para 80.000 cántaros de
agua.
Subiendo por la escalera de la izquierda llegamos a la cámara de la duquesa,
donde se supone nació San Francisco de Borja en 1510. En las habitaciones
contiguas se encuentran múltiples salas denominadas:
Se distinguen dos fases en su construcción:
1ª Fase: (1350-1420): Se construyeron los cinco tramos iniciales que
llega hasta la puerta del mercado. En esta fase trabajaron maestros como Joan
Franch, pintores como Joan Vives y Bernat, así como escultores como Joan Martí y
Pere Llobet.
2ª Fase: (1499-1520): Esta etapa comprende hasta el final de la obra, es
decir, se realizaron las otras cuatro secciones, destacando la magnífica Puerta
de los Apóstoles en el Oeste. La ampliación de la colegiata fue realizada por
María Enriquez para poder elevarla a patronazgo perpetuo de la casa ducal, y
para ello contrató a Damià Forment para realizar las esculturas de la nueva
Puerta de los Apóstoles.
En la Colegiata destaca el pintor Paolo de San Leocadio, que realizó las 23
tablas integrantes del retablo mayor hoy desaparecido. Destaca el dominio de la
proporción y la perspectiva. No solo desapareció este retablo en 1936, sino
otras muchas piezas de arte, como el relicario de Santa Espina donado por
Alejandro VI hacia 1500, confeccionado con joyas del ajuar de su hija Lucrecia.
Por último recordaremos que el campanario fue totalmente destruido tras el
terremoto de 1598.
Cerca de la Colegiata, a escasos metros, localizamos el Convento de Santa
Clara, de estructura gótica, que en 1967 fue ampliamente restaurado por
el arquitecto Peñín. Únicamente hablaremos de la iglesia, pues el resto del
convento es clausura. En la iglesia se conserva el retablo del altar mayor
realizado por San Leocadio (1507-1510), y junto a él se encuentra una talla
francesa de la Virgen Gracia perteneciente al siglo XV. Esta iglesia se
caracteriza por la penumbra existente en el interior. Visitamos este convento
por la importancia que tuvo para la familia Borja. Fue fundado por Yolanda de
Aragón y en él habitaron muchas mujeres Borja, que ingresaban por no poder
reunir la dote que les exigían para poder casarse dignamente. Este convento se
caracterizaba porque solían ingresar nobles e incluso personajes de la realeza y
por ello se explica que fueran centros con cierta vida cultural.
Data de 1586 cuando el Duque D. Carlos de Borja y Castro, heredero de San Francisco decidió
realizar las obras de este convento de frailes descalzos pertenecientes a la
provincia franciscana de San Juan de Bautista.
San Francisco de Borja tenía una preocupación muy evidente sobre la protección
de la ciudad y por ello la amuralló, quedando hoy día prueba de ello “El Torreó
del Pí” situado en la actual carretera de Albaida. San Francisco atribuyo el
ensanchamiento de las murallas a razones estratégicas para la defensa de los
ataques piratas, pero en realidad también había un crecimiento demográfico muy
acusado. Se ampliaron dos nuevas calles (actualmente son la del Duc Carles de
Borja y la de San Francesc de Borja) teniendo posteriormente problemas para la
realización del amurallado, porque coincidía con una acequia que cruzaba la
ciudad de norte a sur. Parece ser que el resultado no fue satisfactorio según el
informe del ingeniero D. Vespasiano Gonzaga y por eso derribaron las murallas
quedando únicamente “El Torreó del Pí”.
Otro edificio característico de la ciudad fue el Hospital de San Marcos,
que es de estilo gótico y data del siglo XIII. En esta época los edificios
surgían como fundaciones particulares, expresión del auge social o municipal,
como en nuestro caso. Tenía una doble funcionalidad: por una parte prestaba
asistencia benefico-social acogiendo a expósitos y por otra parte, sanitaria
atendiendo a pobres y transeúntes. Fue un edificio ampliado por la madre de San
Francisco de Borja, Juana de Aragón.
El hospital se nutría básicamente de limosnas y por eso tenía una economía
precaria pero en el siglo XVII D. Melchor de Borja y Centelles dejó en
testamento unas rentas para su mantenimiento.
En 1815 la duquesa de Gandía decretó el hospital como fundación de beneficencia
particular, quedando excluido el representante del municipio.
Continuaremos por la primera universidad jesuita situada cerca de
la colegiata. Durante el mandato de San Francisco de Borja su empeño fue crear
nuevos colegios jesuitas por todo el mundo para la formación de misioneros de su
orden. Así, el 14 de marzo de 1545 San Ignacio de Loyola dio su visto bueno para
fundar un colegio en Gandía, siendo pionero en acoger a alumnos que no pensaban
seguir carrera eclesiástica. Tal era el interés por la educación antes de estar
acabadas las obras del colegio, Paulo III accedía a la nueva petición del duque
de Gandía en transformar el colegio en universidad: “La Primera Universidad
Jesuita”. Se inauguro en 1549 y fue una institución con muchos privilegios. En
1772 cerraba sus puertas debido a la expulsión de la compañía de Jesús decretada
por Carlos III. En 1807 recobraría su función como colegio por los padres
escolapios, que continúan hoy vigentes, compartiendo el inmueble con la UNED
(actual universidad a distancia).
Finalizaremos nuestra ruta en el Palacio Ducal, que está ubicado
en la misma calle que la del Convento de Santa Clara. Es el Palacio de los
Borja, este monumento ha sido protagonista de muchos cambios en la historia, por
ello se ha perdido un poco la esencia primitiva de los Borja. Es un palacio que
se caracteriza por su solidez arquitectónica pero a su vez la decoración
interior no es tan rica como debería ser, por ejemplo predomina en las paredes
pintura amarilla simulando baños de oro, así como el estuco se impone al mármol.
Antiguamente el palacio estaba bien dotado con bodega, horno, corral de
gallinas, caballerizas, huerto, pajar y un gran número de aposentos, destacando
que poseía una armería muy importante.
Entre este piso y el superior encontramos la prisión, caracterizada porque los
prisioneros sabían escribir, lo que nos lleva a pensar que posiblemente eran
personas distinguidas. Continuaremos por el Salón de Coronas, denominado así por
la decoración del artesanado y la del nuevo piso de doble corona borjana
reestructurado por San Francisco. Las paredes están revestidas con cerámica de
Manises y el salón lo reside un retrato de San Francisco de Borja con el hábito
de caballero de Santiago. En la habitación contigua encontramos la Santa Capilla
decorada con pinturas de Martín de Coronas, ayudado por el hermano Oriols, y que
es uno de los rincones más hermosos del palacio, donde rezaba el Santo duque.
Está caracterizada por la forma de ataúd, con unas dimensiones de 5.92 de largo
por 2.31 de alto y una de las paredes la decora pinturas de Felipe de San
Leocadio. Fue restaurada en 1895 mejorándola con mármoles, un nuevo altar, etc...
La Obra Nueva, nombrada anteriormente, tiene unas dimensiones totales de 38 por
5 metros y está compuesta por tres salones rectangulares más otros dos cuadrados
de tamaño menor. Su construcción se inicia después de1671 y se acaba en 1714
siendo financiada con la dote de Juana Fernández de Córdoba aportada para su
matrimonio con el X Duque de Gandía. Las características de esta obra son entre
otras, la decoración de los techos que parece de pinturas al fresco pero que, en
realidad, son lienzos pegados, que tienen un interesante mensaje iconográfico,
obra de Gaspar de la Huerta. El pavimento era de azulejos hermosísimos, en la
actualidad perdidos. Esta obra tiene una mezcla de exaltación de la nobleza en
general y de la familia Borja en particular entre la Compañía de Jesús.
Posteriormente se sustituyeron los medallones de los duques Borja por jesuitas que se encuentran
en las salas siguientes:
Se trata de un pavimento muy singular por su forma de 4.80m de lado integrada por 1.500 teselas
de cerámica, que representan los cuatro elementos (Tierra, Mar, Aire y
Fuego)siendo los colores predominantes el verde, amarillo y azul cobalto,
colores típicos de la azulejería valenciana del siglo XVIII.
Por último hablaremos de la Iglesia del Palacio que fue construida
donde estaban las caballerizas. La planta de este templo consta de dos cuerpos
con una forma de L, correspondiendo el ala menor de la capilla de la comunión.
La fachada se caracteriza por ventanas góticas, copias de la Lonja de Valencia.
En el interior resalta la techumbre de madera con grandes arcos en diafragma y
una pequeña nave lateral con bóveda de crucería neogótica. Los dos arcos
ojivales del presbítero son originales. El retablo del altar mayor es una buena
imitación de los góticos y el sagrario es una arqueta de madera cubierta de
cobre plateado. En los ladrillos del pavimento se reproduce una vez más la doble
corona borgiana.
Los Borja, además de estos grandes legados, poseían casas mucho más pequeñas,
que eran el lugar donde descansaban. En Gandía destacan: