Empezaremos nuestro recorrido por La Colegiata de Santa María, que se considera el monumento más interesante de Gandía. La construcción conserva su planta original de una sola nave con capillas adosadas a los muros, lo que hace que posible simultanear varios actos de culto. Esta obra responde alas pautas del gótico catalán y se realizó para las necesidades de la Iglesia Urbana Parroquial, no para la peregrinación como es el caso de santiago de Compostela.

       

    En su construcción destaca el arco de diafragma y como características nos encontramos con un espacio interior único, donde prevalece una sobriedad en la ornamentación caracterizada por la pobreza de los materiales utilizados que contrastan con el aspecto exterior macizo. Tiene una peculiaridad en la fachada, ya que se sustituyen los pináculos y arbotantes por sólidos contrafuertes. En ella se pretendía crear un ambiente propicio para la meditación y para ello se utilizaba la poca luz que entra por los ventanales y la música del órgano hoy desaparecido.

Se distinguen dos fases en su construcción:

    1ª Fase: (1350-1420): Se construyeron los cinco tramos iniciales que llega hasta la puerta del mercado. En esta fase trabajaron maestros como Joan Franch, pintores como Joan Vives y Bernat, así como escultores como Joan Martí y Pere Llobet.

    2ª Fase: (1499-1520): Esta etapa comprende hasta el final de la obra, es decir, se realizaron las otras cuatro secciones, destacando la magnífica Puerta de los Apóstoles en el Oeste. La ampliación de la colegiata fue realizada por María Enriquez para poder elevarla a patronazgo perpetuo de la casa ducal, y para ello contrató a Damià Forment para realizar las esculturas de la nueva Puerta de los Apóstoles.

    Observamos La Puerta de los Apóstoles, cuyo estado de conservación es ruinoso debido a la mala calidad de la piedra y ala barbarie de 1936 que provocó la desaparición de todas las esculturas. Eran de estilo gótico pero con nuevas formas renacentistas pioneras en el arte valenciano. En la actualidad, solo quedan dos escudos en relieve con las armas de los mecenas Borja y Enríquez.

    En la Colegiata destaca el pintor Paolo de San Leocadio, que realizó las 23 tablas integrantes del retablo mayor hoy desaparecido. Destaca el dominio de la proporción y la perspectiva. No solo desapareció este retablo en 1936, sino otras muchas piezas de arte, como el relicario de Santa Espina donado por Alejandro VI hacia 1500, confeccionado con joyas del ajuar de su hija Lucrecia. Por último recordaremos que el campanario fue totalmente destruido tras el terremoto de 1598.

    Cerca de la Colegiata, a escasos metros, localizamos el Convento de Santa Clara, de estructura gótica, que en 1967 fue ampliamente restaurado por el arquitecto Peñín. Únicamente hablaremos de la iglesia, pues el resto del convento es clausura. En la iglesia se conserva el retablo del altar mayor realizado por San Leocadio (1507-1510), y junto a él se encuentra una talla francesa de la Virgen Gracia perteneciente al siglo XV. Esta iglesia se caracteriza por la penumbra existente en el interior. Visitamos este convento por la importancia que tuvo para la familia Borja. Fue fundado por Yolanda de Aragón y en él habitaron muchas mujeres Borja, que ingresaban por no poder reunir la dote que les exigían para poder casarse dignamente. Este convento se caracterizaba porque solían ingresar nobles e incluso personajes de la realeza y por ello se explica que fueran centros con cierta vida cultural.

    Nuestra ruta nos lleva de nuevo a otro convento de la ciudad de Gandía, el convento de San Roque.

    Data de 1586 cuando el Duque D. Carlos de Borja y Castro, heredero de San Francisco decidió realizar las obras de este convento de frailes descalzos pertenecientes a la provincia franciscana de San Juan de Bautista.

    San Francisco de Borja tenía una preocupación muy evidente sobre la protección de la ciudad y por ello la amuralló, quedando hoy día prueba de ello “El Torreó del Pí” situado en la actual carretera de Albaida. San Francisco atribuyo el ensanchamiento de las murallas a razones estratégicas para la defensa de los ataques piratas, pero en realidad también había un crecimiento demográfico muy acusado. Se ampliaron dos nuevas calles (actualmente son la del Duc Carles de Borja y la de San Francesc de Borja) teniendo posteriormente problemas para la realización del amurallado, porque coincidía con una acequia que cruzaba la ciudad de norte a sur. Parece ser que el resultado no fue satisfactorio según el informe del ingeniero D. Vespasiano Gonzaga y por eso derribaron las murallas quedando únicamente “El Torreó del Pí”.

    Otro edificio característico de la ciudad fue el Hospital de San Marcos, que es de estilo gótico y data del siglo XIII. En esta época los edificios surgían como fundaciones particulares, expresión del auge social o municipal, como en nuestro caso. Tenía una doble funcionalidad: por una parte prestaba asistencia benefico-social acogiendo a expósitos y por otra parte, sanitaria atendiendo a pobres y transeúntes. Fue un edificio ampliado por la madre de San Francisco de Borja, Juana de Aragón.

    El hospital se nutría básicamente de limosnas y por eso tenía una economía precaria pero en el siglo XVII  D. Melchor de Borja y Centelles  dejó en testamento unas rentas para su mantenimiento.

    En 1815 la duquesa de Gandía decretó el hospital como fundación de beneficencia particular, quedando excluido el representante del municipio.

    Continuaremos por la primera universidad jesuita situada cerca de la colegiata. Durante el mandato de San Francisco de Borja su empeño fue crear nuevos colegios jesuitas por todo el mundo para la formación de misioneros de su orden. Así, el 14 de marzo de 1545 San Ignacio de Loyola dio su visto bueno para fundar un colegio en Gandía, siendo pionero en acoger a alumnos que no pensaban seguir carrera eclesiástica. Tal era el interés por la educación antes de estar acabadas las obras del colegio, Paulo III accedía a la nueva petición del duque de Gandía en transformar el colegio en universidad: “La Primera Universidad Jesuita”. Se inauguro en 1549 y fue una institución con muchos privilegios. En 1772 cerraba sus puertas debido a la expulsión de la compañía de Jesús decretada por Carlos III. En 1807 recobraría su función como colegio por los padres escolapios, que continúan hoy vigentes, compartiendo el inmueble con la UNED (actual universidad a distancia).

    Finalizaremos nuestra ruta en el Palacio Ducal, que está ubicado en la misma calle que la del Convento de Santa Clara. Es el Palacio de los Borja, este monumento ha sido protagonista de muchos cambios en la historia, por ello se ha perdido un poco la esencia primitiva de los Borja. Es un palacio que se caracteriza por su solidez arquitectónica pero a su vez la decoración interior no es tan rica como debería ser, por ejemplo predomina en las paredes pintura amarilla simulando baños de oro, así como el estuco se impone al mármol. Antiguamente el palacio estaba bien dotado con bodega, horno, corral de gallinas, caballerizas, huerto, pajar y un gran número de aposentos, destacando que poseía una armería muy importante.

    El emplazamiento del palacio era símbolo de poder político, al estar cerca de la Colegiata y de la Plaza del Mercado. Uno de los cambios que sufrió el palacio fue consecuencia del saqueo por la familia Téllez-Gijón cuando lo adquieren, llevando el edificio a la ruina, que fue como lo adquirió la compañía de Jesús a finales del siglo XIX en una subasta. El X duque realizó la denominada “Obra Nova” adaptando el edificio a sus necesidades como residencia de la comunidad, colegio de primaria, iglesia, etc. La primera fase de remodelación reciente fue realizada por el arquitecto Joaquín Mañoso.

    La fachada norte del patio corresponde a la nueva iglesia coronada por una vistosa galería corrida, donde enfrente encontramos una señorial escalinata angular sostenida por tres esbeltos pilares. A mano derecha del zaguán de entrada se accede a la capilla particular de la comunidad, antigua armería, y junto a ésta se encuentra el patio de cañas, denominado así por las cañas de bambú que lo integran, que eran traídas de la India. Allí en el subsuelo del patio hay un famoso aljibe no visitable, con capacidad para 80.000 cántaros de agua.

    Subiendo por la escalera de la izquierda llegamos a la cámara de la duquesa, donde se supone nació San Francisco de Borja en 1510. En las habitaciones contiguas se encuentran múltiples salas denominadas:

    Entre este piso y el superior encontramos la prisión, caracterizada porque los prisioneros sabían escribir, lo que nos lleva a pensar que posiblemente eran personas distinguidas. Continuaremos por el Salón de Coronas, denominado así por la decoración del artesanado y la del nuevo piso de doble corona borjana reestructurado por San Francisco. Las paredes están revestidas con cerámica de Manises y el salón lo reside un retrato de San Francisco de Borja con el hábito de caballero de Santiago. En la habitación contigua encontramos la Santa Capilla decorada con pinturas de Martín de Coronas, ayudado por el hermano Oriols, y que es uno de los rincones más hermosos del palacio, donde rezaba el Santo duque. Está caracterizada por la forma de ataúd, con unas dimensiones de 5.92 de largo por 2.31 de alto y una de las paredes la decora pinturas de Felipe de San Leocadio. Fue restaurada en 1895 mejorándola con mármoles, un nuevo altar, etc...

    La Obra Nueva, nombrada anteriormente, tiene unas dimensiones totales de 38 por 5 metros y está compuesta por tres salones rectangulares más otros dos cuadrados de tamaño menor. Su construcción se inicia después de1671 y se acaba en 1714 siendo financiada con la dote de Juana Fernández de Córdoba aportada para su matrimonio con el X Duque de Gandía. Las características de esta obra son entre otras, la decoración de los techos que parece de pinturas al fresco pero que, en realidad, son lienzos pegados, que tienen un interesante mensaje iconográfico, obra de Gaspar de la Huerta. El pavimento era de azulejos hermosísimos, en la actualidad perdidos. Esta obra tiene una mezcla de exaltación de la nobleza en general y de la familia Borja en particular entre la Compañía de Jesús.

    Posteriormente se sustituyeron los medallones de los duques Borja por jesuitas que se encuentran en las salas siguientes:

    Se trata de un pavimento muy singular por su forma de 4.80m de lado integrada por 1.500 teselas de cerámica, que representan los cuatro elementos (Tierra, Mar, Aire y Fuego)siendo los colores predominantes el verde, amarillo y azul cobalto, colores típicos de la azulejería valenciana del siglo XVIII.

    Por último hablaremos de la Iglesia del Palacio que fue construida donde estaban las caballerizas. La planta de este templo consta de dos cuerpos con una forma de L, correspondiendo el ala menor de la capilla de la comunión. La fachada se caracteriza por ventanas góticas, copias de la Lonja de Valencia. En el interior resalta la techumbre de madera con grandes arcos en diafragma y una pequeña nave lateral con bóveda de crucería neogótica. Los dos arcos ojivales del presbítero son originales. El retablo del altar mayor es una buena imitación de los góticos y el sagrario es una arqueta de madera cubierta de cobre plateado. En los ladrillos del pavimento se reproduce una vez más la doble corona borgiana.

    Los Borja, además de estos grandes legados, poseían casas mucho más pequeñas, que eran el lugar donde descansaban. En Gandía destacan: