Todo comenzó un sábado noche como otro cualquiera. Hacía poco que conocíamos a Germán, Ximo y Susana, a quienes José Enrique, uno de mis mejores amigos, nos había presentado. Lo cierto, es que ya conocíamos a Susana, prima de José Enrique y novia de Ximo, pero no así a Ximo y Germán. Quizás por ello, aquella noche le pedí su dirección de correo electrónico a Germán y no a Susana. Pero ella, que había oído nuestra conversación, se unió a ésta: "¿tenéis correo electrónico? Yo también tengo." -señaló Susana. "¡Ah, estupendo!", añadí yo, "danos tu e-mail y apúntate el nuestro. De este modo estaremos todos en contacto". En aquel instante cogimos todos un bolígrafo y apuntamos nuestras direcciones de correo electrónico, pero algo nos pidió Susana que nos extrañó a Germán y a mí: "¿os importaría también que os dé la dirección de correo electrónica de mi amiga Piluca? Es que me gustaría que le enviaseis una carta de broma con cierto contenido erótico...". ¡¡¡Cómo!!!, ¡¡¡Nos estaba pidiendo que le escribiéramos un e-mail a una chica que no conocíamos!!!, ¡¡¡y encima con cierto contenido erótico!!! ¡Dios mío, nunca habíamos hecho nada parecido!!!, ¿Cómo íbamos entonces a hacer tal cosa? La verdad es que Susana estaba tan ilusionada con la idea, que decirle que no, nos hubiera destrozado el corazón, de modo a que accedimos a sus prerrogativas.

Pasaron varios días de aquello, y desde entonces, cuando disponía de tiempo libre pensaba en qué escribirle a su amiga Piluca. Debía escribirle algo con contenido erótico, pero no quería ser vulgar. Debía estar redactada con estilo, con elegancia, y si fuese posible con cierto toque romántico. Sin embargo, nada se me ocurría; hasta que una noche algo iba a cambiar aquello; eran las 4 de la madrugada. En aquellos instantes trabajaba en mi memoria de electromagnetismo cuando de repente sentí que llegaba a mi mente la inspiración que buscaba. Así pues, abandoné lo que estaba haciendo, y sin mayor dilación me dispuse a escribir el e-mail. Al cabo de largo tiempo allí estaba ante mí su carta. Ahora sólo quedaba que Susana diese el visto bueno. Y así lo hizo cuando otro sábado más quedamos todos en el bar Salva. La carta le parecía muy buena, y merecía la pena que la leyesen también los demás, algo que hicieron. A todos les gustó mucho, y ello era signo inequívoco de que había acertado al escribirla. Ahora sólo faltaba enviarla, la cual rezaba así:

" Hola Piluca, soy Raboman y tengo una incipiente e insaciable necesidad de sexo.

Soy partidario del sexo libre, como ya en su época lo fuese también el profesor Landau, famoso doctor en física teórica ruso.

Fiel a mi nombre, soy poseedor de una de las mejores trancas del planeta, la cual puede hacer las delicias de los conejitos y bocas más selectas.

Mi experiencia con mujeres es de lo más variada, y puedo garantizar varios orgasmos seguidos mediante los conocimientos más avanzados en el ámbito de la sexología.

Te aseguro alcanzar el cenit del placer experimentando las mayores sensaciones jamás experimentadas por una mujer con anterioridad.

Deseo estrecharte entre mis brazos, saborear la dulce miel de tus labios, acariciar tus hermosos pechos, lamer tus pezones en punta, penetrarte con mi enorme pene, y fundir de ese modo nuestros cuerpos en la inmensidad del infinito, alcanzando así el máximo estado de bienestar, satisfacción, paz y felicidad que jamás haya sentido una mujer: el nirvana eterno.

Si deseas conocerme, envíame un e-mail a la dirección de correo electrónico: chermi@olemail.es

PostData: estoy en todas partes y en ninguna. Mis ojos vigilan tus pasos, y puedo ser cualquiera: el vecino del piso de abajo, el hermano de tu mejor amiga, el panadero de la panadería en la que compras... cualquiera de ellos o tal vez ninguno... Dame tu mano y te haré mía. Ignórame y pertenecerás a otro hombre. Tú decides... "

 

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