
Fortaleza
Localización:
El yacimiento se encuentra localizado en una colina que recibe el nombre del mismo poblado “Fortaleza” que dista a 3 kilómetros de Fuente Álamo.
Su altitud sobre el nivel del mar son 920 m.
Es inaccesible por el norte, el sur y el oeste, quedando solo el este un camino que lleva a las primeras líneas de defensa por un barranco llamado “Barranco de la Matanza”.
En este yacimiento se pueden encontrar restos de tres épocas: neolítico, ibérico y algunos autores e investigadores señalan romanos.
En el yacimiento de “Fortaleza” se pueden encontrar dos enclaves bien diferenciados,
el poblado propiamente dicho con una muralla defensiva rodeando a todo el poblado y una zona amurallada a modo de bastión en la cara norte del mismo monte desde donde se domina
un amplísimo valle controlando tierras de Hellín (Tolmo de Minateda), Ontur, Tobarra, Villar, Almansa y su corredor cerrando el abanico Monte Alegre del Castillo (Cerro de los Santos).
Por lo tanto, está situado en un enclave estratégico, privilegiado como nudo de comunicación entre los grandes santuarios y poblados iberos de la comarca y provincia.
Poblado:
Está situado en el sitio más preciso y estratégico del entorno (cerca de la vía Heraclea o camino de Aníbal).
Sería un poblado Ibero-Contestano que ocupaban la actual provincia de Alicante, con el límite meridional en el río Segura y al norte con el río Júcar y parte de la meseta albaceteña como es el caso también del Santuario el Cerro de los Santos y el Tolmo de Minateda.
A finales de la Edad de Bronce y con la colonización romana en puertas, se produce en estas tierras un importante desarrollo cultural como consecuencia de las influencias que venían de poblaciones típicamente mediterráneas como los griegos y fenicios.
El pueblo contestano aparece en fuentes escritas a partir del S.III antes de Cristo. Es una de las culturas íberas más ricas y variadas con importantes manifestaciones artísticas cuya capital podría encontrarse en Iluci (Elche).
Tal y como otros de las mismas características se asienta en la cumbre del monte que lleva su nombre. Está condicionado por el terreno, abierto y coincidiendo con las curvas de nivel.
Cronológicamente se sitúa en la época de mayor florecimiento de la cultura ibérica, es decir S.V y III a.C.
Podemos diferenciar en el poblado dos tipos de construcciones visibles: La muralla y el poblado en su interior.
La muralla que protege al poblado ibérico.
La defensa del territorio, del mismo poblado y su preocupación, hace que se levante una imponente muralla o fortaleza en este poblado.
En estas murallas se pueden apreciar los diferentes elementos que caracterizan a las murallas ibéricas como contrafuertes, bastiones y torres que la refuerzan.
Está totalmente integrada en la naturaleza de la roca, ayudándola a reforzarla y combinando elementos naturales como rocas, altos escarpes y cuchillos naturales con el tapial de mampostería utilizada por los íberos.
Los muros de esta construcción como hemos mencionado son de mampostería, reforzados por unos contrafuertes que se adivinan cada 2 metros y que ascienden hacia el poblado dirección Este-Oste aproximadamente.
A unos 300 m en sentido ascendente encontramos la puerta de dicho poblado que actuaba como puerta principal en la que se dibuja un habitáculo rectangular que debiera ser una torre, también en mampostería. Aquí, el grosor de los mismos aumenta. Algunos de estos muros empleados para las torres tenían un alzado y estaban revestidos con un revoco de arcilla.
Sostenían un camino de ronda por el que deambularían los defensores.
Deja al descubierto una edificación probablemente de influencia griega ya que según sus propios tratados, estas torres redondeadas resultaban ser más adecuadas para resistir el ataque de los enemigos. Por una parte eran más resistentes y permitían mayor visibilidad a la hora de proteger la oppida o poblado. Demuestra por lo tanto que este trazado es de especial interés.
Son dos torres circulares una de ellas semicubierta por tres grandes moles de piedra que le dan una singularidad a este paraje.