Lost in translation
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Dirección: Sofia Coppola
Guión: Sofia Coppola
País: USA y Japón
Año: 2003
Duración: 105 minutos
Género: Drama/ comedia
Interpretación: Bill Murray, Scarlett Johansson

 

 

 

La soledad entre miles de personas. El silencio entre el bullicio de la ciudad. La amistad en un mundo desconocido. Lost in translation es un retrato de todo esto, del tiempo que puede pararse para nosotros mientras corre frenético para todos los demás. Esta película muestra de forma soberbia cómo en ocasiones el sentido de nuestra vida se encuentra a miles de kilómetros.

La lentitud y los tiempos muertos de la cinta son un punto a su favor. Es precisamente la atmósfera en la que nada pasa la que envuelve y agobia a los personajes, un viejo actor y una joven recién casada que se encuentran en Tokio. Los días son para Bob Harris (Bill Murray) todos iguales: su mujer, su hijo, su trabajo... y de nuevo su mujer, su hijo, su trabajo. La vejez consume el matrimonio, pero dos años son también suficientes para ver al hombre que tienes al lado como un extraño. La lejanía entre Charlotte (Scarlett Johansson) y su marido palpita en el ambiente, entre las cuatro paredes de la habitación de un hotel. Y el peso de la vida aplasta a Bob en las horas de insomnio. Las noches son únicamente silencio, un silencio que envuelve la película y que recorre las calles de Tokio. Lost in translation puede ser un viaje al interior de uno mismo, pues increíblemente podemos sentirnos los espectadores protagonistas de esa historia sin argumento. Sin argumento aparente pero con la fuerza narrativa como para hacernos sentir la opresión de un mundo que pertenece a otros.

Lost in translation es una de esas películas en las que la simplicidad y la sencillez lo dicen todo, lo son todo. Porque sólo así puede entenderse el valor del cariño humano, la fragilidad o la fuerza de los lazos que unen a las personas. La virtud de Lost in translation : es un película de sentimientos, pero no sentimental.