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Noviembre
Direción: Achero Mañas
Guión: Achero Mañas
País: España
Año: 2003
Duración: 104
Género:
Interpreación: Óscar Jaenada, Ingrid Rubio, Amparo Baró, Héctor Alterio

La segunda película del director Achero Mañas tras “El Bola” transmite una energía contagiosa. Se trata de un grupo de teatro callejero que navega a contracorriente, embiste contra lo que nuestra sociedad de consumo ha hecho del arte. La película, narrada en formato de falso documental, nos habla del idealismo utópico de un grupo de jóvenes actores que se creen capaces de cambiar el mundo, que encuentran en el teatro el potencial necesario para cambiar el estado de las cosas en el que la gran mayoría vivimos inmóviles e indiferentes.

Alfredo Baeza es un actor desencantado con las clases que recibe en la escuela de arte dramático que decide montar un grupo de teatro callejero independiente. Las normas del grupo Noviembre son no actuar nunca en locales cerrados, no cobrar nunca por sus números y representar montajes espontáneos. Resulta un tanto paradójico que un conjunto inconformista y rebelde que persigue el idealismo del arte establezca “mandamientos” –con todas las connotaciones que dicha palabra evoca– como normas fundacionales del grupo.

Las primeras actuaciones destilan un aire provocador y gamberro. Ocupan un vagón de metro para sacudir simbólicamente a tristes trabajadores y estudiantes que somnolientos se juntan todas las mañanas en dirección al aburrimiento de sus oficinas y escuelas. Vestidos de diablo recorren la zona comercial de Madrid para divertir, entretener y escandalizar. Y como es previsible, suelen acabar en comisaría. Es entrañable la escena en la que Alfredo Baeza le dice al policía, que toma sus datos al otro lado de la mesa, que lo que hacen no es por dinero. La reacción reflejada en la cara del policía es la de toda una sociedad que no concibe la expresión “por amor al arte”. Y, aunque se intuye cierta complicidad del agente hacia el líder del original grupo, “las leyes son las leyes”.

Poco a poco se van colando personajes reivindicativos en los números, que se impregnan de una fuerte carga social. Aparece un patriarca gitano pidiendo en la calle, la drogadicta ‘colocándose' a los pies de los viandantes, el ciego cascarrabias, etc. El tono reivindicativo se vuelve más arriesgado con el número de “El atentado”. El grupo Noviembre simula un atentado en las calles de la capital y las breves visitas a comisaría que sus números anteriores habían provocado se transforman en una sentencia judicial que les prohíbe actuar en la calle.

Achero Mañas arriesga mucho en esta película. El listón que se autoimpuso tras haber rodado “El Bola”, su primer largometraje (ganador del Goya en 2001 por el mejor guión original y mejor director novel), despertaba el interés por saber que derroteros iba a seguir su segunda película como director. Su decisión no fue otra que escribir un guión que defiende un teatro independiente y libre. Y lo hace rodando las escenas de la calle con gente de la calle que no sabían que estaban siendo filmadas. Las expresiones y las reacciones de la gente parecen reales porque son reales.

También ha arriesgado el director con el guión. Intercaladas durante el desarrollo de la película, hay pequeñas escenas donde aparecen los mismos protagonistas treinta años después, rememorando los acontecimientos de un tiempo ya vivido. Caras conocidas como las de Amparo Baró narran desde sus propios puntos de vista como vivieron personalmente los acontecimientos. El realismo que la película había alcanzado se pierde un poco al ver a los mismos personajes, ya de mayores, interpretados por caras conocidas del panorama cinematográfico español.

Idealismo, utopía y quijotismo se contraponen a policías, sentencias judiciales y desengaños. Ciento cuatro minutos que no dejan indiferentes y hace pensar hacen de esta una película más que recomendable.