La Marca de Caín

Algunas de las personalidades más sensibles y creativas han sufrido mucho tiempo la terrible marca de Caín. El estigma de Caín es uno de los más antiguos que se recuerden. Si tomamos como fuente literal la Biblia este “mal” que sufren algunas personas se origina muy cerca del inicio de la humanidad. Entonces podemos hablar que esta maldición nos acompaña desde el inicio de la historia.

Pero ¿Qué caracteriza al famoso estigma de la marca de Caín? Para poder explicarlo recurramos a la fuente. La Biblia en el génesis explica que al matar Caín a su hermano Abel, producto de la envidia, Dios le impuso un castigo (una maldición dirán algunos). Abandonaría Caín la tierra de sus padres y caminaría errante por el mundo. Las palabras textuales de Dios fueron “Cuando labres la tierra, no te volverá a dar su fuerza; errante y extranjero serás en la tierra”. Fue tan grande el castigo para Caín que este le replicó a Dios que ante semejante destino solo le quedaba esperar que cualquiera lo matara. Dios entendiendo el temor de Caín y para protegerlo de una muerte súbita le puso una marca. Así todos reconocerían que Caín era un asesino, pero también sabrían que ese ser humano peligroso y maldito por Dios (así de terrible) era intocable porque cualquiera que le hiciera daño a Caín sería castigado siete veces.

Semejante fragmento de la Biblia se presta a muchas interpretaciones. ¿Fue la marca un castigo o un premio? Porque Caín desde ese momento sabía que los hombres no podrían hacerle daño. Se volvió prácticamente invencible, pero por otro lado su sola presencia provocaría rechazo y repulsión en los seres humanos. Se diría que el castigo que Dios le dio a Caín, por el homicidio de su hermano Abel, fue convertirlo en un leproso inmortal.

Igual de interesante es notar como en la Biblia los descendientes de Caín son los que dominarán las artes. Claramente dice la Biblia que Jabal descendiente directo de Caín fue el padre de todos los tocan arpa y flauta. Una curiosa coincidencia que nos dice de forma inquietante como los antiguos judíos consideraban a los artistas como personas siniestras y de peligro. Unos seres de los que había que cuidarse, pero no maltratar. La marca de Caín era una especie de reconocimiento mezclado con miedo. Toda una contradicción que solo puede ser calificada de misteriosa.

Uno de los grandes escritores que sufrió durante su vida el problema del signo de Caín fue el gran Robert Louise Stevenson. Durante su juventud el desgarbado Stevenson se dedicó a recorrer el mundo en compañía de algunos amigos. En parte aquellas aventuras fueron para buscar un lugar en el que su quebrantada salud pudiera aliviarse y no todo fue agradable en aquellos viajes. Los compañeros de viaje de Stevenson mencionan que el gran escritor era el que siempre tenía problemas con la policía. Usualmente cuando la gente veía a Stevenson lo percibía como alguien peligroso. Los relatos que nos han llegado de la juventud de Stevenson describen que el escritor ejercía una extraña atracción para su entorno cercano. Algo tenía que lo hacía diferente al resto. Igualmente para aquellos que no lo conocían su presencia era de cierta forma agresiva e incómoda, lo que significó en muchos casos arrestos y miradas de miedo que en cierto modo fueron injustas. Una de las cargas emocionales que tuvo que vivir el escritor y que quizás lo llevaron a escribir esa obra maestra que es “El extraño caso del Dr. Jeckill y Mr. Hyde”.

Otro de los grandes escritores que tuvo el problema de la marca de Caín fue el magnífico Lovecraft. Autor de culto pata todos los aficionados al género de terror. Dicen aquellos que lo conocían que su sola presencia inspiraba temor. Lovecraft además tenía una marcada tendencia a la soledad y a tener actitudes excéntricas. Todo ello, sin duda, ayudó a que se ganara la reputación de hombre siniestro e inquietante que provocaba rechazo en aquellas personas que lo conocían. Sin embargo, como bien sabemos los que hemos seguido la obra de Lovecraft, el escritor era enfermizo y realmente inofensivo.

Sin embargo, el sufrir del estigma de Caín puede ser la explicación de tantos relatos fantásticos. La inquietante obra de Lovecraft plagada de seres marginales y siniestros quizás se haya originado en su propia vida. Los cuentos como el Horror de Dunwich con esa familia maldita y apartada en el bosque son sin duda el reflejo de la propia personalidad de Lovecraft. Padecer del signo de Caín es algo que determina la naturaleza creativa de muchas personas.

Pero no se crea que solo las personas extraordinarias sufren del signo de Caín. Quizás todos estemos expuestos a esta situación en algún momento de nuestras vidas. La pregunta es, estimado lector, si no ha sufrido en algún momento esa terrible sensación de ser rechazado por todo el mundo. Como si de pronto un día todas las personas que usted encuentran lo miraran con rechazo y sospecha. A muchos les ha pasado. Suelen decir que se trata de “levantarse con el pie izquierdo”. Lo cierto es que cuando nos sucede todos esperamos dure lo menos posible. Tratamos de evitar a las personas y esperamos que las horas pasen rápido para luego iniciar otro día.

Algunos explican estos momentos como la presencia débil o fuerte del aura de las personas. Existen libros que documentan sobre experimentos científicos rusos para fotografiar a las personas. Incluso se afirma que algunas personas pueden percibir el aura de los que los rodean. Para ello se clasifica las auras personales como colores o en virtud al tamaño que tienen. Respecto a esto último una persona con un aura muy pequeña se considera una persona antipática y de carga negativa. Todo un Caín. En cambio los de aura grande son vistos como personas agradables y carismáticas. Muchos especulan que Jesús de Nazareth tenía un aura muy grande y era sinónimo de su naturaleza divina.

Más allá de lo que signifiquen esos momentos o de lo que se especule sobre el origen del problema de esas personas que tienen esta carga negativa que les hace caer mal a todos los que les rodean, hay que reconocer que muchos hijos de Caín nos han herdado grandes monumentos artísticos (las artes plásticas están llenas de hijos de Caín) y hay que agradecerlo. ¿Usted no piensa lo mismo amigo lector?

25 de Abril de 2008


©Alberto Alejos

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