EL LEÓN ENAM­OR­AD­O DE LA HIJA DEL LABRADOR

Un león se había enamorado de la hija de un labrador y la pidió en matrimonio. El labrador no tragaba al león, pues pensaba que era poco cosa para su niña, pero tampoco podía negársela ya que le inspiraba un gran temor. Así que decidió entregársela en matrimonio si éste cumplía la siguiente condición: que se arrancara los dientes y se cortara sus uñas, porque eso era lo que le atemorizaba. En un primer momento, el león aceptó puesto que amaba a su hija. No obstante, y tras recapacitar en el bar con su gran amigo el guepardo, decidió no hacerlo. Así que, plantándose en la casa del labrador, le explicó cuatro cositas delante de su amada:

-Mire, yo a usted lo respeto y a su hija la quiero mucho, pero a mi no me cambia nadie. Además, a quien tengo que gustar es a su hija y no a usted. Y si a su hija no le infundo temor, ¿por qué narices he de arrancarme los dientes y cortarme las uñas? Así que, cariño, aquí te quedas con tu papá que yo me piro con mis amigos, puesto que si de verdad me quisieras no harías caso a las opiniones de tu padre sobre mí. Ahí os quedáis.

Y con la cabeza bien alta el león se fue con sus amigos, aquellos que jamás le defraudarían, a pillarse una cogorza de las que hacen historia.

MORALEJA

Sé autentico. Que no te cambie nadie. No si tú no lo deseas.

Volver a versión original

Volver a página­ principal


­