El patrimonio monumental de Cañete, declarado Conjunto Histórico-Artístico, es realmente considerable, ofreciendo un variado repertorio de edificios religiosos y civiles, amén de una excepcional arquitectura militar:

CASTILLO

El castillo es sin duda, arruinado y devastado como está, el principal monumento de Cañete.
Responde perfectamente al tipo de castillo roquero, extendido en planta topográfica sobre una larga ceja de caliza jurásica estratiforme de buzamiento casi perpendicular.

En superficie edificada es uno de los mayores castillos de la región: suma algo más de 200 metros de longitud por 20 de anchura máxima. Por su ubicación y capacidad defensiva es una estructura fortísima, capaz de sostener un largo asedio dando cobijo a una guarnición numerosa.

Por el momento, a la falta de prospecciones arqueológicas dentro del recinto, no es posible retrotraer con certeza su origen más allá del periodo islámico, aunque su posición es muy apetecible y probablemente estuviese ocupada ya desde un momento histórico muy anterior.

Morfológicamente, como fortaleza de inspiración árabe, corresponde al tipo de alcazaba de recinto múltiple (al-qsaba), muy común en la Península Ibérica a partir del s. IX, aunque parece claro que la fortaleza cañetera fue ampliándose a lo largo del tiempo siguiendo la ceja rocosa y sin un plan original claro, que explica alguna de las disfunciones de los elementos en el complejo final.

Por la distribución de aspectos defensivos e ingresos, mucho menos evolucionados que la muralla de la población, se puede especular con un origen anterior, quizás de finales del siglo IX o de principios del X, que más tarde se fue ampliando hasta dar origen al complejo actual. Presenta reformas de todas las épocas. Fue reparado varias veces a lo largo de la Edad Media, y remozado y abaluartado durante las Guerras Carlistas.

Presenta cuatro recintos consecutivos, que se reducen a tres funcionalmente, pues el segundo y el cuarto, comunicados subterráneamente, cumplían los mismos cometidos.
El primer recinto, o albacar, presenta una amplia superficie desnuda en la que no parece apreciarse otra construcción que la muralla circundante, que es la de más baja altura de toda la fortificación, estando sustancialmente bien conservada (en algún punto aún presenta los merlones originales).

Este recinto estaría probablemente dedicado a cobijar a la población y ganados en caso de que la muralla exterior fuese traspasada por el enemigo, y normalmente no se lo consideraría estrictamente parte de la alcazaba.

En su extremo conecta con la muralla de la villa, que desciende la ceja rocosa haciendo una serie de magníficos quiebros. La puerta de entrada es muy sencilla y tosca.

BR>PUERTAS Desde el albacar, una amplia puerta permite el paso al segundo recinto.

Este portón, monumental, ha perdido sus arcos de herradura originales y toda su decoración, y se encuentra en avanzado estado de ruina. A su derecha, una gran cortina de muro cierra la ceja en toda su anchura, comenzando la fortaleza propiamente a partir de ella.

Este gran murallón fue reedificado y reforzado en varias ocasiones, presentando en su parte superior varios metros de anchura.


El segundo recinto albergaba las caballerías (a la izquierda), herrerías, el patio interior de armas y, bajo él, varios grandes subterráneos probablemente destinados a almacenes, armerías y aljibes.

Todas las dependencias soterradas fueron vaciadas en la roca caliza, aprovechando la estratificación favorable.

El tercer recinto estaba formado por las áreas residenciales y su sistema defensivo.
Para ingresar en el corazón de la fortaleza, el atacante debía franquear una primera puerta protegida por una torre, atravesar una estrecha pasarela tallada en la roca sobre el farallón y finamente habérselas con una segunda puerta, protegida a su vez por dos torres.

No es extraño que con semejante sistema defensivo el castillo de Cañete, por lo que sabemos, nunca pudo ser expugnado en toda su historia conocida.

De la zona residencial, estructura sin duda de considerable altura (obligó a reforzar cimientos) y probablemente rehecha en algún momento tras la anexión cristiana, no podemos conocer apenas nada

De la avanzada ruina sólo se han preservado muros quebrantados, apuntes de ventanas y parte de los subterráneos (destinados a paso al cuarto recinto, almacenes y mazmorras).

Todo el resto (que debería ascender quizás hasta unos 10-15 metros de altura) ha desaparecido, y sus escombros tapizan las laderas.

Con su pérdida, junto con el desmochamiento de las torres secundarias, el castillo ofrece desde el valle un aspecto desolado, de muros mezquinos aferrados a la piedra.

Sin embargo, cuando el conjunto completo estuvo en servicio, coronado acaso por su corseras de matacanes bajomedievales, sus merlones y catafalcos de madera, la estampa guerrera debía ser impresionante.

Un pasillo subterráneo, hoy cegado, permitía la comunicación entre el segundo y el cuarto recinto sin necesidad de subir a la zona noble.

En el cuarto recinto se reproducían las funciones del segundo: almacenes, alojamientos para la tropa, aljibes...

Finalmente, culminando en su longitud la enorme fábrica, un pequeño recinto -casi un castillo por sí solo- cubría la continuación de la ceja.

Más allá, en la altura vecina, una fuerte torre albarrana impedía que desde allí pudiesen plantarse ingenios que causasen daño a la fortaleza.
Murallas

FORTALEZA 2 La muralla islámica de Cañete es sin duda el conjunto superviviente más notable de la provincia (superando a los restos conservados en Cuenca, Alarcón, Huete y Uclés) y digno de ser incluido entre los mejores ejemplos de fortificación musulmana del conjunto nacional.

Es de planta quebrada (de tipo no demasiado frecuente en el mundo islámico), mostrando cubos circulares en los finales de lienzo. Está íntegra a lo largo de todo el perímetro de la villa, aunque en algunos lugares se halla embutida en viviendas y edificaciones.

Hace unos años comenzó la restauración de este perímetro excepcional, que junto con los de Moya y Alarcón es el único que se conserva completo de todos los que existieron en la provincia. Por derecho propio, es el monumento definitorio de la población, el que a lo largo del tiempo ha condicionado su desarrollo e imagen.

Presenta múltiples analogías con la de Uclés, conjunto que sabemos se refuerza con murallas quebradas en el siglo X, bajo la férula de al-Fath b. Musa b. Sulayman banu Zennum.

La similitud se refuerza con los sistemas defensivos de las entradas, muy parecidos en las dos puertas caracterizadas de Cañete y en la única conservada en Uclés de inspiración musulmana (reformada ésta posteriormente).

Así pues, es posible pensar en una erección de las murallas de Cañete durante el siglo X, bajo la dominación de los banu Zennum o dhu-l-Nun, los señores bereberes de la cora de Santáver.

A título de mera hipótesis, apuntada ya por D. Miguel Romero, especialista histórico local, Yahya b. Musa banu Zennum, hermano del citado al-Fath, se configura como el personaje histórico conocido con más posibilidades de haber erigido los muros de Cañete, aunque sólo conocemos sus operaciones a partir del castillo de Huélamo (Hisn Walmu), sin duda mucho peor situado y de menor entidad que Cañete para controlar la zona serrana, que le había correspondido en el reparto de la herencia paterna.

Interior del pasadizo de la Puerta de las Eras, recargado de defensas.
Se trata de una magnífica puerta islámica, edificada probablemente entre la segunda mitad del s. X y finales del siglo XI.

Era la principal de las entradas que daba acceso a la villa, y su nombre deriva del paso directo que proporcionaba a la vega, con sus huertos y eras.

Presenta portada acodada, que muestra un complicado sistema defensivo, como es usual en la poliorcética islámica aplicada a los accesos.

Presenta una sucesión de arcos de herradura a diferentes alturas (de 4 a 12 metros hasta las claves), cobijando a lo largo de su longitud nada menos que cuatro portones de doble hoja y un rastrillo.

Por su configuración y su estado de conservación, es una de las mejores portadas árabes de toda la región, y digno ejemplar en el conjunto nacional.

Tras la anexión cristiana de la población debió sufrir varias reparaciones en su parte superior. En la actualidad se accede a ésta por una empinada escalera embutida en el muro, cubierta por grandes y toscas losas de sillar.

La sala de guardia, donde se cobijaba el mecanismo del rastrillo, ha desaparecido. Desde ella, al igual que en la Puerta de San Bartolomé, se daba acceso a los adarves y a otra habitación con funciones defensivas, situada exactamente sobre la puerta.


FORTALEZA 4 Todo el conjunto, completo, debía ofrecer una imagen soberbia. Frente a la puerta, la muralla gira en un brusco quiebro, sobresaliendo y ofreciendo un ángulo más favorable para enfilar las espaldas del enemigo que se plantase ante la puerta.

Hoy en día, debido a los cambios urbanísticos, el acceso original a la puerta se halla cerrado por edificaciones modernas. Se accede intramuros por un simple boquete en la muralla, contemplándose el sistema defensivo de la puerta desde el interior, nunca como lo hicieron los visitantes que llegaron a Cañete a lo largo de los siglos.

Hace unos años fue parcialmente restaurada (rehaciendo alguno de los arcos de herradura), acondicionada y cerrada. En la actualidad cobija en su interior una pequeña exposición etnológica permanente.
Puerta de San Bartolomé

La puerta de San Bartolomé es, junto con la Puerta de las Eras, una de las dos entradas acodadas a la villa, rigurosamente contemporánea de su vecina. En este caso, bajo sus arcos arrancaba el camino que partía hacia el norte, hacia los castillos de Huélamo, Beteta, Albarracín y todas las pequeñas poblaciones de la Serranía Alta.

Como es típico en las grandes entradas musulmanas presenta codo sencillo, cerrado con dos puertas en los extremos y un rastrillo en el eje de simetría. Frente al arco de ingreso la muralla forma de nuevo, como en la Puerta de las Eras, un resalte muy marcado de tal forma que los defensores pudiesen batir con ventaja a todo aquel atacante que intentase aproximarse al acceso con máquinas de batir.
paisaje nevado

Dentro del codo, una estrecha y empinada escalera permite el acceso a la sala de guardia (hoy casi completamente derruida), desde la cual se accionaba el mecanismo del rastrillo y se accedía al adarve de la muralla. Todo el esquema de la Puerta de San Bartolomé es muy similar al de Puerta de las Eras, aunque más simplificado y de menor tamaño. La fortaleza del conjunto, no obstante, es indiscutible.

La puerta hasta hace pocos años estaba en un estado lamentable, desaparecidos gran parte de sus sillares. La restauración le ha devuelto su primitiva fisonomía, aunque queda por recomponer el piso superior.

El nombre (por supuesto muy posterior a la construcción) alude a la desaparecida ermita de San Bartolomé, que estaba inmediata a la puerta y que fue una de las seis ermitas con las que contó la villa (junto con San Antonio, San Roque, San Cristóbal, Santa Bárbara y la Virgen de la Zarza, todas desaparecidas excepto la última).

Puerta de la Virgen

Constituye el único ejemplo en todo el casco urbano de estilo románico y uno de los pocos ejemplos de románico civil de toda la provincia de Cuenca (junto con dos portadas de Alarcón).

Debió ser construida inmediatamente después de la conquista o anexión de la villa, a finales del s. XII o principios del s. XIII, siendo la única de todo el recinto de la villa que no tiene un origen islámico, aunque es muy posible que tenga un antecedente en un postigo de este periodo o que incluso se hayan aprovechado algunas piezas anteriores, a tenor del lienzo de muralla que se destacó para cubrirlo.

Estaba cerrada con dos puertas a doble hoja, e inmediata a ella una escalera permite todavía el acceso al adarve y posteriormente a la antigua espadaña de la ermita de la Virgen de la Zarza.

Presenta el característico arco de medio punto, bordeado en el trasdós por una pequeña ménsula sobre dos sencillas impostas troncocónicas, una de ellas desaparecida.

Gran parte de las piezas de las jambas han ido desapareciendo a lo largo de los años por la erosión del paso de vehículos. Al interior, un arco descarga de medio punto soporta el espesor de la muralla.

Su luz no es excesiva, y su ejecución, en piedra de toba extraída de las cercanías, es algo tosca. Artísticamente su valía y mérito son mucho menores que los de las puertas musulmanas de la villa.
Puerta del Rey

La pequeña Puerta del Rey, desde el interior del circuito murado.

La más pequeña de las puertas de Cañete no excede de ser una pequeña poterna, abierta en los gruesos muros en lo más agrio de los desniveles que ascienden hacia la fortaleza.

Su uso sólo se justificaría para servicio del entorno de la alcazaba y para acceder a las defensas albarranas que se alzaban en la parte norte de la ceja rocosa del castillo.

En la actualidad se encuentra muy deteriorada. Todas sus jambas, e incluso algunas dovelas, fueron arrancadas de antiguo para su reutilización en otras construcciones. Su valor militar no era ni con mucho comparable a las entradas principales al recinto amurallado, pero lo dificultoso de su acceso y la cercana protección del castillo debían ser garantía suficiente para los constructores.
De hecho, es la única puerta de Cañete que no tiene retranqueo de las murallas para su defensa de flanco.

PUERTAS VIRGEN
Su sencilla estructura quizás pudiera aportar información sobre el antecedente islámico de la actual Puerta de la Virgen, cuya estructura no debía ser muy diferente.
Iglesia Parroquial de Santiago Apóstol.

De las tres parroquiales que tuvo la villa, la de Santiago es la única que ha sobrevivido a las vicisitudes de los tiempos. Desde sus inicios se ubicó junto a las murallas del río Tinte, adosada al palacio de los Hurtado de Mendoza, señores y luego marqueses de Cañete, hoy completamente arruinado y perdido. Coincidiendo con este proceso de ruina la iglesia se amplió a costa del edificio palaciego.

Probablemente, a tenor de los vestigios, estuvo edificada originalmente en estilo gótico del que quedan algunos restos en el interior y en la portada, que ostenta un alfiz tardío (s. XV-XVI), hecho acaso con elementos reaprovechados. No obstante, casi toda la obra actual es de los siglos XVI al XVIII, especialmente de este último.

La peculiar orientación de la iglesia (la cabecera mira al sur) vendría explicada por una ampliación a costa de rotar su eje, invadiendo parte de la superficie del palacio y quizás la calle de ronda junto a la muralla.

Estamos ante una iglesia de gran tamaño, de tres naves, muy ancha, desproporcionada en relación a su altura, que finalmente no pudo ser mucha. Está adosada y encaramada a la antigua muralla, teniendo como muros oriental y de mediodía dos lienzos de la misma, unidos en un cubo circular bien conservado.

Al interior posee planta de iglesia salón cubierta por bóvedas de arista de ladrillo sobre robustos pilares cruciformes. La portada muestra arco dintel de gran anchura, con un curioso parteluz por columna circular en el centro.

La torre es de buena traza, de recia construcción y altura no excesiva. El empuje de bóvedas no fue bien contrarrestado (o quizás se contaba con la cimbra del viejo palacio desaparecido), por lo que el muro oeste ofrece quebranto en toda su longitud, con improvisados contrafuertes posteriores.

Destacan en su interior dos arcos renacentistas, probablemente creados como catafalcos funerarios para la fábrica original. Están enmarcados por finas pilastras. Uno de ellos está cubierto en la mitad por uno de los pilares de la iglesia.

Todo el mobiliario y ajuar de la parroquia fue destruido en la Guerra Civil, siendo el actual moderno y sin demasiado interés. cuervo

Iglesia de San Julián

La Iglesia de San Julián surgió como capilla del Colegio-Seminario de la misma advocación, fundación benéfico-religiosa establecida en 1617 por dos hermanos, Miguel y Francisco Navarro Galve, naturales y vecinos de Cañete.

La institución pía impartía enseñanzas de Gramática y Latinidad, además de procurar la instrucción religiosa. Como tal, fue la iniciativa cultural más importante emprendida en Cañete durante la Edad Moderna, destinada más adelante a la extinción por el mero devenir del tiempo.

Frente al carácter más discreto del cuerpo principal del edificio (utilizado en la actualidad como Ayuntamiento), la portada de la capilla fue concebida como un elemento grandilocuente y escenográfico, que multiplica sus volúmenes objetivos para conseguir el dominio del espacio urbano de la Plaza Mayor. El pequeño tamaño fue obviado mediante la utilización vigorosa de diversos elementos arquitectónicos.

Así, la fachada muestra orden gigante con dos pilastrones dóricos que sustentan un frontón partido y que enmarcan un arco dosel de amplia luz. Tal distribución en orden gigante es extraña en la provincia de Cuenca, donde arraigaron poco las fórmulas del último renacimiento italiano.

La portada se complementa con una imagen del titular (segundo obispo de Cuenca y santo patrón de toda la Diócesis desde el siglo XVI) y los escudos de los fundadores bajo el gran arco. La decoración es intencionadamente sobria, resaltando las líneas rotundas de la arquitectura.

Coronando el conjunto, un macizo cuerpo superior casi cúbico eleva la altura del conjunto. Sin embargo este último elemento no deja de resultar tosco, rompiendo decididamente el juego de proporciones de la fachada.
Ello impulsa a pensar hasta qué punto su construcción fue prevista originalmente, o bien se trata de un añadido posterior.

Al interior muestra planta de cruz latina, de pequeño tamaño, con bóvedas de cañón y cúpula central, todo dentro de la más pura tendencia de la época para iglesias rurales. La superficie es muy reducida, aunque el espacio está perfectamente proporcionado.

La iglesia ha sufrido en los últimos años una restauración integral que le ha devuelto su mejor aspecto. Tal labor resulta en este caso especialmente positiva por el pésimo estado previo del edificio, devastado, aquejado de humedades y con un proceso de degradación acusado, relegado a la condición de almacén ocasional. Recuperado ya, San Julián se ha convertido en foro de actos culturales, con una muy corta pero ya significativa trayectoria.

Ermita de la Virgen de la Zarza


Extramuros de la villa, junto a la puerta de su nombre, se halla la ermita de la Virgen de la Zarza, patrona de Cañete. El origen del culto hay que buscarlo en los siglos XIII o XIV, a raíz de la aparición en el lugar, a orillas del río Tinte, de una imagen mariana sobre un zarzal.

Se construyó un primitivo templo casi adosado a la muralla. De pequeño tamaño y fábrica posiblemente deleznable, nada se ha conservado de aquella primera ermita sino la espadaña exenta, para cuya construcción se aprovechó un paredón de la muralla. De sencilla y rústica construcción, sin estilos identificables, el muro de campanas ha sobrevivido a los embates del tiempo, hasta nuestros días.

Santuario de profunda devoción, epicentro religioso de los vecinos de Cañete, fue reedificado en estilo barroco rural durante los siglos XVII y XVIII, buscando una mayor capacidad y una mejor calidad constructiva acorde con el místico contenido y la vistosidad de los cultos. Tanto exterior como interiormente el edificio es de gran sencillez y sobriedad.

Es de grandes dimensiones, con planta rectangular de una sola nave dividida en cuatro tramos más el camarín de la Virgen, todo ello de correctas proporciones. La portada es de arco de medio punto de sillería, sencillo y sin adornos. En el interior no hay demasiado que destacar, exceptuando las vistosas zapatas del coro, de escayola.

En la ermita y sus inmediaciones tiene lugar el momento culminante del canto de los Mayos, ancestral tradicional renovada año a año por las gentes de Cañete, en honor a su Patrona.

Plaza Mayor

Plaza porticada de trazado medieval, la de Cañete data acaso del siglo XIV, si no es anterior. Por su antigüedad es una de las de mayor solera de toda la provincia. Sufrió importantes reformas de alzado en el siglo XV (del que datan la mayor parte de los pilares pétreos) y diferentes cambios posteriores sin interrupción, como corresponde a un espacio urbano vivo en continua evolución.

Su planta no parece haber sufrido cambios drásticos, y continúa siendo básicamente la misma rasgadura entre edificios, el mismo trapecio irregular que fuera abierto en la era medieval.

Centro de la vida de la población durante siglos, todavía hoy es el foro urbano indiscutido de Cañete, catalizador de todos los acontecimientos urbanos. Sólo dos edificios de apostura noble (Ayuntamiento e iglesia de San Julián, mitades del antiguo Colegio de Gramática) se asoman a este espacio, que por lo demás es contorneado por viviendas populares lanzadas atrevidamente sobre los soportales.

Todavía se conservan varias viviendas de notable antigüedad y valor, aunque la Plaza ha sufrido duramente el fenómeno de la renovación urbana, imparable hasta nuestros días. Como consecuencia, y pese al respeto creciente, algunos edificios muestran todavía elementos muy poco acordes con este bello centro urbano, del que rompen la unidad de conjunto.

En el centro de la Plaza, manteniendo desde hace siglos el suave sonido del agua, la fuente de Cañete fue y es un hito obligado en la vida cañetera, punto de referencia vital y festivo.

Ayuntamiento

En un esquinazo de la Plaza Mayor, el Ayuntamiento y la Iglesia de San Julián.
Existe muy poca información documental acerca de dónde se radico el concejo de Cañete a lo largo de la historia. En la plena Edad Media, según era costumbre, el concejo se reuniría en el atrio de alguna de las parroquias de Cañete, o quizás en la propia Plaza Mayor.

Con el advenimiento de los regimientos y el concejo cerrado (siglo XIV), la villa habría de buscar un local cerrado, que daría lugar con el paso del tiempo a un auténtico edificio municipal.

Al ser población de señorío, los cargos de la administración pública eran designados por el Señor, en este caso ante todo por los Hurtado de Mendoza, que tuvieron la villa casi cinco siglos. Al ser villa regida a Fuero de Moya (tipo Fuero de Cuenca), durante la Edad Media hubo de tener dos alcaldes, juez anual, alguaciles, almotacén y caballeros de sierra, entre otros cargos, aunque la documentación es muy escasa para esclarecer la evolución de estos cargos a lo largo del tiempo o si alguno fue suprimido.

El aparato administrativo de Cañete se incrementó notablemente en el siglo XIX con el traslado desde la moribunda Moya del partido judicial y de otras funciones administrativas. La existencia del edificio del Colegio de Gramática, céntrico y de noble aspecto, fue la ocasión ideal para el establecimiento definitivo de la maquinaria administrativa local y comarcal.


Según una tradición no confirmada documentalmente pero posible, el arco que se conserva en un estrecho callejón ascendente sobre la Plaza Mayor fue la entrada de la sinagoga de la pequeña comunidad judía de Cañete, constatada desde el siglo XIII y que perduró hasta su expulsión definitiva a finales del XV. Se trata de un arco elegante y sencillo que da acceso a un reducido patio, casi un pasillo.

Cualquier otro resto de la aljama o de la mera presencia hebrea en Cañete ha desaparecido, sepultada por los años. Los bezantes que ostenta el arco en sus impostas lo datan precisamente en el reinado de los Reyes Católicos.
La Casa de la Ballesta.

Cañete es uno de los conjuntos históricos de la provincia que mejor ha conservado su arquitectura tradicional.
En todo el casco antiguo existen todavía un buen número de interesantísimas muestras de construcción popular, exponentes magníficos de la arquitectura tradicional de la Sierra de Cuenca.

El peculiar trazado urbano de Cañete, intrincado dédalo de callejuelas empinadas y estrechas, produce una bellísima simbiosis con las formas sencillas y encantadoras de la arquitectura popular local.
Las viviendas se adaptan, se acoplan a la topografía y al plano incoherente legado por los musulmanes:

pequeñas, compactas, salpicadas de irregularidades, pasadizos, voladizos, entramados de madera, muros desplomados, encalados desconchados, rancios portones de doble hoja y tejados vetustos, decoradas a veces por rosales y parras, por balconadas cuajadas de flores, plantadas por el ingenioso vecino en cualquier tipo de recipiente, en un alarde de reciclaje.

No obstante, la falta de control urbanístico y de concienciación durante décadas ha propiciado la aparición de auténticos desmanes urbanísticos por todo el conjunto histórico, que empiezan a amenazar seriamente la imagen unitaria de esta preciosa arquitectura tradicional, rasgo sobresaliente de cultura popular cañetera.

Por otro lado, el estado de conservación de muchas de las casas tradicionales, semiabandonadas, deja mucho que desear.
Diversas iniciativas en estos últimos años, unidas a una firme toma de conciencia, se están poniendo en marcha para asegurar la conservación de una de las más valiosas muestras del acervo patrimonial de la localidad.

El Postigo.

Perforando la muralla, asomada al río Tinte, una pequeña poterna de época indefinida ha servido desde siempre a las gentes de Cañete para acceder a las moliendas e ingenios a la orilla del río, así como para asegurarse el agua en momentos de necesidad.


RIO El cauce del juguetón arroyo se encajona aquí en una pequeña hoz con numerosas formaciones tobáceas que ha tomado el nombre del postigo superior. Su acondicionamiento turístico se llevó a cabo en 1993, devolviendo al paraje toda su belleza natural y creando un atractivo lugar para el solaz y el sosiego.

En el lugar se funde la abundante vegetación (sargas, trepadoras, castaños...) con el recio color de las viejas murallas, sobre las que se asoman audazmente los edificios civiles. Desgraciadamente, algunas de estas edificaciones, realizadas en los últimos años han roto la estética del lugar con formas y materiales ajenas a la rica arquitectura popular local.

Sin duda la perspectiva de mayor belleza es el llamado Pozo de la Horca, donde el arroyo se despeña en una espectacular cascada