A las 10 de la mañana la Corporación municipal, en cuerpo de ciudad, es decir de gala y acompañada de clarineros, timbaleros, maceros, escolta, txistularis, gaiteros, comparsa de gigantes y cabezudos y banda Municipal (La Pamplonesa), se dirige a la Catedral a buscar al cabildo (asamblea de los cargos eclesiásticos de la catedral). Todos juntos, desandan el camino y acuden a la capilla de San Fermín (iglesia de San Lorenzo) a recoger la imagen del santo. Una vez completa la comitiva, en un orden fijado protocolariamente, la procesión empieza su recorrido por la Pamplona vieja, que en aproximadamente una hora y media devuelve la imagen a su capilla. De ahí, el Ayuntamiento vuelve a acompañar al cabildo hasta la catedral, donde se separan y se da por terminado el acto.
Lo más interesante de la procesión son los diversos momenticos, pausas en el recorrido que aprovechan para homenajear al santo, a menudo mediante plegarias cantadas. El momentico por excelencia es el del atrio de la catedral.
La Procesión les gusta mucho a los fotógrafos; hay que reconocer que no le falta colorín con tanto traje, tanta casulla tanto peluquín y tanto mazo. Además, es uno de los pocos actos en Sanfermin en el que no hay demasiadas apreturas: el recorrido es largo y se puede ver sin muchos problemas, sin necesidad de guardar sitio desde horas antes. No merece la pena buscar un balcón: desde la calle es donde mejor se ve la procesión.