CONCLUSIONES

La literatura fantástica ha ido desarrollando sus características con el paso del tiempo. Lo que antes era considerado fantástico o sobrenatural ha quedado olvidado y ha evolucionado igual que han ido evolucionando los gustos de los lectores.El Monstruo de Frankenstein que en su tiempo fue tan aterrador ha sido sustituido por elementos paranormales. Ya no interesan descripciones monstruosas de personajes malformados, ahora interesa lo desconocido, lo que no tiene explicación.

En Mary Shelley observamos los elemntos característicos de la novela gótica, el bosque, el heroe perseguido por el monstruo. M.R. James también compartia algunas de estas características pero que ya van evolucionando hacia lo que será la novela fantástica en el siglo XX.

Los bosques tenebrosos dan paso a lugares malditos que ocultan secretos insospechables. Los mosntruos dejan de tener rostro para convertirse en entidades incorpóreas que atormentan desde las penunbras. El héroe ya no sabe a lo que se enfrenta, su enemigo ya no tiene rostro. En los tres textos analizados hemos comprobado como del mostruo de Shelley se convertia en un fantasma en la novela de James y por último en un "algo" en el relato de Dunany.

Ya no es tan importante lo que se escribe como lo que s e sugiere. Los autores-como Dunsany- describen los elementos imprescindibles para que sea el lector quien deje fluir su imaginación. Los monstruos y fantasmas han dejado de ser el objeto de las pesadillas de los lectores, ahora cada uno se crea las suyas propias. La descripción ha pasado pues a un segundo plano para dar paso a la sugestión, a lo que no se dice pero se pone de manifiesto.

El narrador también ha evolucionado con la novela. Cada vez esta figura es menos importante. La voz del narrador y del protagonista se funden en una. Ahora es el lector quien juzga pues la historia le llega como cuento que pasa de boca en boca. Las alusiones al propio "espectador" son cada vez más numerosas.Ya no es esa voz omnisciente la juzga a los personajes, son ellos mismos los que cobran voz para explicarnos su historia que se acaba convirtiendo en nuestra historia.