Al día siguiente, cuando se despertó, Geppetto no daba

 crédito a sus ojos. 

 

Se movía, caminaba, se reía y hablaba como un niño de

 verdad... para

alegría

 del viejo carpintero.

 

Feliz y muy satisfecho, Geppetto mandó

 a Pinocho a la

escuela.

Quería  que fuese un

niño muy listo y que aprendiera muchas

 cosas.

 

Le acompañó su amigo Pepito Grillo, el

 consejero que le

había   dado el

 hada buena. 

 

¿Quién había cobrado vida? 

                                 

   Pepito Grillo                                  Pinocho