Este ingeniero y científico estadounidense ha sido conocido principalmente por el rol político que tuvo en el desarrollo de la bomba atómica y por su idea Memex, que es un concepto precursor a la World Wide Web. Nació el 11 de marzo de 1890 en Everett, Massachusetts y estudió en el Tufts College de la Universidad de Harvard y en el Instituto de Massachussetts de Tecnología (MIT), donde más tarde desempeñó diversos cargos docentes y administrativos. Murió el 30 de junio de 1974 con 84 años. I.P. :

En relación al ámbito de la comunicación ¿cómo ha influido la ciencia en ella?

V.B.:

La ciencia ha proporcionado al ser humano formas veloces de comunicación entre personas individuales, le ha permitido el almacenamiento de las ideas y le ha otorgado la posibilidad de manipular este archivo y extraer de él ideas, de modo que el conocimiento evolucione y perdure a lo largo de toda la existencia del género humano, y no sólo de la vida de sus componentes individuales.

I.P.:

La "comunicación" también es utilizada por ustedes los científicos a la hora de divulgar ¿también estos avances les son favorables a ustedes?

V.B.:

Por supuesto. Ahora mismo la dificultad parece residir no tanto en que cuanto publicamos resulte irrelevante con respecto a la amplitud y variedad de las inquietudes de hoy en día, sino en que las publicaciones han sobrepasado los límites de nuestra capacidad actual de hacer uso de la información que contienen. Para que un archivo resulte útil a la ciencia, ha de estar en continua ampliación, almacenado en algún lugar y, lo que es aún más importante, ha de poder ser consultado. En la actualidad, confeccionamos todo tipo de archivos por medio de la escritura y la fotografía y, en menor grado, por medio de la impresión. Pero también nos ayudamos de las películas cinematográficas, de los discos fonográficos y de los cables magnéticos. Incluso, en el caso de no aparecer nuevos medios para confeccionar archivos, los existentes se encuentran sumidos en un proceso de modificación y expansión. I.P.:

Con todos estos avances de los que habla ¿cómo imagina usted la labor de los científicos del futuro ?

V.B.:

V.B.:

Puedo suponer que nada le atará a un punto concreto del espacio y sus manos estarán libres de modo que, a medida que se mueva por su terreno de trabajo y lleve a cabo sus observaciones, la hora queda automáticamente grabada en ambos tipos de registro, para que exista un vínculo entre ellos. Si el científico lleva a cabo un trabajo de campo, seguramente podrá mantenerse conectado a su grabadora por medio de ondas de radio. Con todo ello, al llegar la tarde y revisar sus notas, la grabadora podría registrar también sus comentarios para añadirlos al archivo del proyecto. Este archivo, junto con todas las fotografías tomadas a lo largo del estudio, podría ser miniaturizado para poder ser examinado posteriormente mediante proyeccción. Sin embargo, no cabe dejar de lado que durante las investigaciones científicas, han de ocurrir muchas cosas aparte de los procesos de recolección de datos y observaciones, el de extracción de material del archivo existente y el de inserción final del nuevo material en el cuerpo general del archivo común. Ya que no existe ningún substituto mecánico para el pensamiento maduro; el pensamiento creativo y el pensamiento repetitivo son muy diferentes, y para éste último sí existen, y podrán existir en el futuro, potentes ayudas mecánicas. -->I.P.:

¿Ayudas mecánicas? Explíquenos en qué podrían consistir.

V.B.:

El científico, no es la única persona que manipula datos y examina el mundo que le rodea utilizando procesos lógicos. Todos nosotros en algún momento de nuestra vida utilizamos la lógica para tomar decisiones o extraer conclusiones. Y es en todos aquellos momentos en que se utilicen los procesos lógicos de pensamiento –es decir, siempre que los pensamientos discurran por una senda aceptada– cuando también existe una oportunidad para la máquina. En la actualidad, resulta posible construir una máquina capaz de manipular premisas según una lógica formal mediante el uso, sencillamente, de circuitos de relés. Efectivamente, con sólo introducir en el dispositivo un conjunto de premisas y accionar una manivela, éste puede extraer una conclusión tras otra. Todas ellas estarán de acuerdo con la ley lógica, y no se darían más errores de los que se podrían dar en una máquina calculadora de teclado convencional. I.P.:

Finalmente me gustaría qué comentase en qué consiste su nueva creación, el Mémex.

V.B.:

El memex consiste en un escritorio que, si bien puede ser manejado a distancia, constituye primariamente el lugar de trabajo de la persona que accede a él. En su plano superior hay varias pantallas translúcidas inclinadas –visores– sobre las cuales se puede proyectar el material para ser consultado. También dispone de un teclado y de un conjunto de botones y palancas. Por lo demás, su aspecto se asemeja al de cualquier otra mesa de despacho. En uno de sus extremos se encuentra almacenado el material de consulta. La cuestión del volumen de éste queda solucionada por el uso de un tipo de microfilm similar al actual pero sobre el que se han introducido ciertas mejoras, por lo que únicamente una pequeña parte del memex se utiliza como almacén de material, el resto se dedica al mecanismo. Incluso si el usuario fuese capaz de introducir en él 5.000 hojas de material al día, necesitaría cientos de años para rellenar por completo la zona destinada al almacenaje. Así que el usuario dispone de total libertad para derrochar espacio e introducir en el memex todo el material que desee.


TIME Magazine
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