Título: The Dumb Waiter

Autor: Harold Pinter

Editorial, año y lugar de publicación:

Ben y Gus habitan provisionalmente un sótano a la espera de un mensaje del exterior. Aparentemente son dos sicarios esperando el siguiente “trabajo. En un principio, lo único que llega son desconcertantes órdenes de cocina a través de un montacargas.

Ben tiene, por una cuestión de antigüedad (“Who is the senior partner here, me or you?”, pág 142), una cierta ascendencia sobre Gus, al que en ocasiones da órdenes (“Go and make the tea”, pág 144; “Open the door and see if you can catch anyone outside”, pág 140). Su conversación es la típica charla intrascendente de dos empleados. Se quejan del jefe y del trabajo, hablan de fútbol, comentan noticias curiosas... Todo en un lenguaje coloquial, de réplica y contraréplica. La incertidumbre sobre el trabajo a realizar despiertan los recelos de Gus. Sus consecuentes preguntas a Ben ponen nervioso a este. Sobre esta tensión se fundamenta el suspense de la obra, que acaba con un final abierto:¿ existe realmente ese trabajo o Ben debe matar a Gus?

Pinter no da una descripción física de los personajes, ni siquiera de la edad, que queda a juicio del director (podría ser recomendable que Ben fuera mayor que Gus, sin sobrepasar ninguno lo que se considera edad media), aunque sí de su vestimenta (“Both are dressed in shirts, trousers and braces”, pág.129)y del lugar que ocupan (“a basement room. Two beds, flat against the back wall. A serving hatch, closed, between the beds. A door to the kitchen and lavatory left. A door to a passage, right.”, pág 129).

El mayor desafío para la puesta en escena parece ese montacargas, ese “dumb waiter “, que los personajes no descubren hasta la mitad de la obra y que se convierte en un elemento que introduce el surrealismo en la obra. Los personajes reciben ordenes de cocina de un montacargas y responden introduciendo las golosinas que llevan en los bolsillos (¿?).

Me parece especialmente valioso el lenguaje verbal de la obra que adelanta en treinta años el que después popularizarían los gángsteres de las películas de Quentin Tarantino.