HISTORIA

Los terran viajaban hacia el lejano horizonte de la galaxia cuando un fallo en su sistema de navegación precipitó las naves automatizadas de su colonia fuera de rumbo. Pasando de largo su objetivo, las naves se estrellaron en tres mundos diferentes repartidos por el sector Koprulu.

A lo largo de varias décadas los terran establecieron colonias, se extendieron por otros planetas y entraron en conflicto unos con otros. En la década posterior a la Guerra de los Gremios, la Confederación terran no tuvo rival alguno en su supremacía sobre el espacio colonial.



Las colonias terran se dieron cuenta de que no estaban solas en el universo cuando una reluciente flota de naves de guerra protoss surgió repentinamente sobre el mundo confederado de Chau Sara. Las sofisticadas naves alienígenas incineraron la superficie del planeta sin previo aviso.

Sobresaltada por este ataque no provocado, la Confederación envió una flota liderada por el coronel Edmund Duke para proteger la colonia cercana de Mar Sara. Sorprendentemente, los protoss se retiraron y el coronel Duke describió orgulloso esa retirada como una victoria para la Confederación.

De vuelta en Mar Sara, el comandante local Jim Raynor respondió a una llamada de socorro desde los baldíos. Encontró un puesto de avanzada terran que había sido infestado por organismos alienígenas no identificados. Asumiendo que era imposible que hubiese supervivientes, él y sus hombres lo destruyeron.

La Confederación reaccionó encarcelando a Raynor y a sus hombres. Nuevos ataques alienígenas tuvieron lugar en el planeta. Fue necesaria la llegada de un grupo rebelde anti-Confederación conocido como "los Hijos de Korhal" para comenzar una resistencia organizada contra los alienígenas, a los que se había denominado "zerg".

Los bestiales zerg se expandían demasiado rápido como para detenerlos. Liberado por los rebeldes, Raynor descubrió pruebas de que la Confederación había anticipado la llegada de los zerg. Él y el líder rebelde, Arcturus Mengsk, evacuaron a tanta gente como fue posible de Mar Sara antes de que la flota protoss reapareciera e incinerara el planeta.

Extremadamente desilusionado, Raynor se unió a los Hijos de Korhal. En el planeta de Antigua Prime trabajó junto a la segunda a bordo de Mengsk, Sarah Kerrigan (anteriormente un fantasma, uno de los asesinos psiónicos de élite de la Confederación) a quien Mengsk había liberado del condicionamiento neural del gobierno. Raynor y Kerrigan llegaron a formar un equipo formidable.

Mengsk provocó rápidamente una revuelta a gran escala contra las fuerzas confederadas en Antigua Prime. Ahora convertido en general, Duke intentó intervenir, pero su nave fue víctima de un ataque zerg. Con gran ingenio, Mengsk persuadió al General para que se uniera a los Hijos de Korhal a cambio de salvar al comando de Duke y su vida de manos de los alienígenas desbocados.



La confederación no tardó en enviar tropas de refuerzo al planeta, pero Kerrigan y Mengsk descubrieron un terrible secreto: científicos de la Confederación habían construido un "emisor psiónico", un aparato que servía de faro para los zerg. Las pruebas de esta arma definitiva habían atraído a los zerg hasta Mar Sara y las demás colonias.

Mengsk ordenó que se colocara un emisor psiónico en la base confederada de Antigua Prime y los zerg llegaron en tropel a destruir las fuerzas confederadas. Poco tiempo después, los protoss incineraron el planeta desde la órbita, al igual que habían hecho con Chau Sara y Mar Sara.

Después, Mengsk fue a por el premio gordo, el mundo de Tarsonis, capital de la Confederación. Hizo caso omiso de la desazón de sus tenientes e hizo que el general Duke colocara emisores psiónicos en el inmaculado y densamente poblado mundo. Cuando los zerg descendieron sobre Tarsonis, Raynor se empezó a cuestionar la cordura de Mengsk: ningún medio era lo suficientemente extremo para Mengsk si lograba sus fines. Pero aún así, Raynor no comprendía cuán malvada era la intención de Mengsk.

En esta ocasión, el líder de la flota protoss, el ejecutor Tassadar, desplegó tropas de tierra en un esfuerzo por salvar el planeta. Había muchas posibilidades de que los protoss tuvieran éxito, así que Mengsk ordenó a Kerrigan que derrotara a los protoss en Tarsonis. A pesar de sus dudas, Kerrigan obedeció y se aseguró de que el planeta sucumbiera ante los zerg.



Rodeada de zerg, pidió que la evacuaran del planeta condenado. Pero, traicionándola de forma escandalosa, Mengsk abandonó a Kerrigan y a sus tropas a su suerte. Furioso, Raynor abandonó la Hyperion —el buque insignia de Mengsk— y regresó a Tarsonis, pero llegó demasiado tarde para evitar que los zerg capturaran a Kerrigan.

A pesar de este pequeño contratiempo, la victoria de Arcturus Mengsk aún no era total. Con la destrucción de Tarsonis, la Confederación se derrumbó. La mayoría de los supervivientes confederados se unieron rápidamente a los Hijos de Korhal, que se convirtió en la fuerza militar principal de la oposición contra los invasores alienígenas. Los otrora rebeldes salvaron muchas vidas terran. Tan solo dudaron cuando un planeta no dio la bienvenida a su intervención. Al fin y al cabo, como Mengsk tristemente comentó, el gobierno local de un planeta ostenta la autoridad absoluta. Además, los Hijos de Korhal tenían recursos limitados y corrían tiempos de guerra.

A medida que un planeta tras otro pedía ayuda a los Hijos de Korhal, Mengsk anunció que era necesaria la creación de un nuevo gobierno —el Dominio Terran— para vigilar estos mundos. Se autoproclamó Emperador del Dominio y prometió la victoria sobre los alienígenas.

Por otro lado, Raynor se dio cuenta demasiado tarde de que había comenzado a enamorarse de Sarah Kerrigan. Incapaz ya de salvarla, decidió buscar justicia en su nombre.

Los terran estaban equivocados al creer que los zerg eran una sociedad de colmena guiada por el instinto, pues en realidad una conciencia suprema, la Supermente, controlaba a los zerg mediante intermediarios llamados "cerebrados". Lo que es más, la Supermente había adquirido una criatura muy prometedora en Tarsonis, una criatura cuyas funciones en el enjambre seguían sin conocerse.

Esta criatura fue envuelta en una crisálida protectora y transportada al remoto mundo de cenizas Char, donde esperaría su renacimiento en el enjambre. Las poderosas emanaciones psiónicas de la criatura atrajeron a las fuerzas terran y protoss a Char, pero los zerg lucharon contra los invasores y protegieron la crisálida hasta que se abrió. Un nuevo ser surgió: alguien que alteraría el futuro del sector Koprulu entero para siempre.

Sarah Kerrigan surgió de la crisálida convertida en una leal sirviente de la Supermente. Su evolución había desencadenado el fabuloso potencial de sus poderes psiónicos e increíble fuerza. Despojada de la ética y moralidad humanas, se entregó despiadadamente a la supervivencia del enjambre.

Durante su estancia en la crisálida, Kerrigan había estado confundida y angustiada. Había contactado telepáticamente con sus antiguos compañeros: Arcturus Mengsk y Jim Raynor. Raynor había ido a Char a salvarla. Mengsk había enviado al general Duke, quizá con la esperanza de recuperar a Kerrigan como aliada, o quizá solo con la intención de capturar y estudiar lo que quedara de ella. Fueran cuales fueran sus esperanzas, ambos hombres llegaron demasiado tarde. Su confusión había desaparecido y no le costó deshacerse de los terran.

Pero la Supermente también sufrió un terrible golpe. Los protoss, liderados por el ejecutor Tassadar, mantuvieron ocupados a la Reina de Espadas y a los otros zerg, mientras un templario tétrico llamado Zeratul asesinaba a uno de los cerebrados de la Supermente. Los zerg que eran controlados por el teniente asesinado se volvieron locos y comenzaron a atacar al resto del enjambre, no dejándoles más opción que la de destruirlos.



Pero los zerg no lo habían perdido todo. Cuando Zeratul mató al cerebrado, mantuvo un fugaz contacto telepático con la Supermente. En aquel instante, la Supermente descubrió el emplazamiento secreto del mundo natal de los protoss, Aiur.

La Supermente había buscado el mundo natal de los protoss durante mucho tiempo. Con el emplazamiento de Aiur y los terran como nuevos sirvientes, la Supermente confiaba en que el enjambre pudiera al fin derrotar y asimilar a los protoss. Usando ADN de los protoss, la Supermente crearía máquinas de matar perfectas: un nuevo tipo de zerg que conquistaría al resto de la creación.

La Reina de Espadas persiguió a los protoss en Char, mientras que la fuerza principal de los zerg partía para asaltar Aiur. A pesar de que los habitantes de Aiur resistieron valientemente, los zerg se introdujeron en las exuberantes selvas del planeta y la Supermente se incrustó en la superficie.

Como casta predominante de los protoss, la casta de los Judicatores imponía su autoridad sobre todos los protoss de Aiur. El cuerpo de gobierno de la casta, el Cónclave, estaba escandalizado. El ejecutor Tassadar, líder de la casta de guerreros de los protoss, estaba luchando en el lejano Char y desafiando las órdenes del Cónclave de incinerar cualquier mundo terran infestado por los zerg. Ahora los zerg amenazaban con invadir Aiur.

Se eligió a un nuevo ejecutor, Artanis, y se le envió a la batalla, obteniendo una victoria crucial en la provincia de Antioch. Poco después Tassadar contactó con Artanis y le habló de las batallas en Char, el descubrimiento del templario tétrico y la victoria de Zeratul contra el cerebrado.

Hacía mucho que los templarios tétricos habían sido expulsados de Aiur por negarse a formar parte del Khala, una profunda conexión telepática que antiguamente había unido a todos los protoss. La mayoría de los protoss creían que el restablecimiento del Khala había puesto fin a milenios de guerra civil y había salvado a su raza de la extinción.

Por ello, la decisión de Tassadar de trabajar codo con codo con el templario tétrico, incluso contra los zerg, se consideraba como una herejía ante los ojos del Cónclave. Los horrorizados protoss exigieron que regresara a Aiur, pero Tassadar se negó, afirmando que regresaría cuando llegara el momento.

Por recomendación de Tassadar, Artanis cambió de táctica en Aiur fijando como objetivo a un cerebrado con un destacamento pequeño, mientras su fuerza principal mantenía a los zerg ocupados. La muerte del cerebrado confundió a sus esbirros, pero se recuperaron cuando la Supermente reencarnó al líder asesinado. Solo las potentes energías de un templario tétrico podían asegurar la destrucción permanente de un cerebrado. El Cónclave exigió a Artanis que volviera a las tácticas tradicionales y ganó otra batalla en la provincia de Scion, aunque a un precio muy alto.

Seguro de su victoria final, el Cónclave envió al ejecutor Artanis para que llevara a Tassadar de vuelta a Aiur para ser juzgado. Artanis viajó hasta Char y, con pesar, informó a su predecesor de los deseos del Cónclave. Tassadar aceptó regresar en son de paz si el ejecutor le ayudaba a liberar a Zeratul y a los demás templarios tétricos de una instalación terran donde habían sido atrapados por los zerg.

Artanis accedió y Jim Raynor y su tripulación también se unieron a la pelea. Después, Raynor y el templario tétrico acompañaron a Tassadar de vuelta a Aiur, donde planeaban ayudar en la lucha contra la invasión. Por desgracia, el Cónclave se mostró intratable en lo referente a trabajar junto con el templario tétrico. La casta de los Judicatores luchó contra los leales seguidores de Tassadar y sus aliados.

Incapaz de soportar la visión de su gente destruyéndose a sí misma, Tassadar se entregó a la justicia de los Judicatores. A pesar de ello, sus aliados fueron rápidamente liberados de su encarcelamiento para enfrentarse a la crisis que se avecinaba.

El Cónclave había infravalorado seriamente a los zerg. Las fuerzas militares de los protoss estaban casi exhaustas, mientras que los zerg parecían más numerosos que nunca. Continentes enteros eran invadidos y Zeratul tenía noticias aún peores que comunicar. Cuando mató al cerebrado en Char, una unión telepática le había conectado a la Supermente durante un instante. Había visto que la evolución de los zerg, al igual que la de los protoss, había sido dirigida y acelerada por una raza conocida como los xel'naga.

Al final, la Supermente había sobrepasado el control de los xel'naga y había devorado a la antigua raza. Ahora la Supermente pretendía consumir a los protoss también. Si lo conseguía, nadie podría enfrentarse a los zerg.

Tassadar reunió a los debilitados protoss para un último ataque contra sus enemigos, haciendo las paces con el Cónclave poco antes de la batalla. Él y los otros héroes solo consiguieron debilitar a los zerg, mientras ellos sufrían grandes pérdidas. En un último intento desesperado, Tassadar canalizó la energía del templario tétrico a través del casco de su nave, la Gantrithor, y fijó un rumbo para colisionar contra la enorme Supermente.

La masiva explosión mató a la Supermente y dejó a sus esbirros en Aiur confundidos. Los protoss tenían pocos motivos para estar alegres, pues gran parte de Aiur quedó en ruinas. Lo que es más, la raza de los zerg como tal no había sido vencida. Lejos, en el planeta Char, Kerrigan sintió la muerte de la Supermente y al fin se dio cuenta del verdadero propósito de su creación. El reino de la Reina de Espadas estaba a punto de comenzar.