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Variedad

Resultado de una compleja historia de vaivenes y dominios de civilizaciones ancestrales, la gastronomía mallorquina reúne el poso de todas las culturas que han modelado su personalidad. Seguramente por ello la variedad es una de sus señas de identidad. No faltan en la cocina de la isla ni los platos cimentados en la riqueza de sus legumbres, ni los que tienen en el mar y en su pescado el fundamento de su exquisitez, ni los que han hecho de la carne la fuente de sus espléndidos sabores.

Platos típicos

Existen en Mallorca unos 1.200 restaurantes con opciones a todas las cocinas del mundo, pero muchos de entre ellos preparan platos típicamente mallorquines, como el tumbet, el trempó, las coques amb verdura, los cocarrois, las panades y el frit (de matances o de freixura), el arròs brut, las sopes mallorquines hechas a base de verdura, la escudella fresca, la fava parada, el conejo con cebolla (conill amb ceba), la lechona asada (porcella rostida), el corderito a la espalda. Entre los pescados, destacan los salmonetes fritos (molls), el cabracho (cap-roig) hervido, el dentón a la mallorquina, llobarro a la sal, etc. No podemos olvidar la charcutería propia, entre cuyos productos destaca la famosa sobrasada y los botifarrones, protagonistas de la matanza del cerdo.

Los "cellers"

Para los degustadores de la idiosincrasia gastronómica del lugar visitado nada mejor que sumergirse en los cellers, definidos por algunos autores como los verdaderos santuarios de la cocina mallorquina. Es en estas bodegas, en ocasiones encriptadas en sótanos que les confieren más tipicidad y misterio si cabe, donde se puede paladear el auténtico acervo de platos propios de la isla. El típico frito mallorquín, por ejemplo. O los escaldums, guisos de aves acompañados con patatas y almendras. Sin olvidar la lechona o el cabrit torrat, placeres culinarios cuyo reinado se extiende a lo largo de los siglos. La ciudad de Inca cuenta con un merecido renombre por la abundancia y calidad de sus celleres.

Los vinos y licores

Nada mejor que regar estos platos con vinos de la tierra. Mallorca disfruta de una arraigada tradición vinícola. Binissalem, un pueblo del interior caracterizado por la armónica belleza de sus construcciones, dispone de Denominación de Origen para los caldos que salen de sus bodegas, entre los que destacan sus tintos y rosados. Una segunda D.O. es Pla de Llevant, cuyos vinos son de sabor suave. Otras zonas del interior y del noreste de la isla disfrutan también de apreciados vinos. Entre las bebidas, ocupan otro lugar destacado el palo, un aperitivo obtenido a partir de las abundantes algarrobas, y el licor de hierbas, en sus dos variedades, dulces y secas.

Pescados y mariscos

Por su condición insular, Mallorca completa su diversidad culinaria con un rico repertorio de pescados. Entre ellos merecen conocerse el raor, el gallo, el cap roig o el mero a la mallorquina, sin pasar por alto la caldereta de langosta o los sabrosos arroces de pescado, caldos marineros que ennoblecen cualquier cocina. Como no podía ser de otro modo, también existen platos que combinan carne y pescado, entre los que vale la pena resaltar la porcella amb anfós, combinación de lechona y mero sazonada con perejil y picadillo de ajo, un indiscutible manjar que enaltece la buena mesa.

Combinaciones sencillas

Otra de las especialidades insulares es la típica escudilla de sopes, un primer plato muy apreciado hecho a base de finas rebanadas de pan mezcladas con verduras y, en ocasiones, otros productos extraídos de la matanza del cerdo, rito secular que constituye una verdadera fiesta popular en la ruralía de Mallorca. Las famosas sobrasadas, así como los butifarrones o el camaiot son algunos de estos embutidos tenidos en alta estima por los amantes del buen comer.

Sopas mallorquinas

Receta cedida por D. Xesc Bonnin, cocinero (www.bonacuina.com)

Para los peninsulares o extranjeros, que no conozcan el pan de sopas, diremos que se trata de un pan de trigo con todas sus propiedades, elaborado sin sal y en forma de barra lisa sin cortar. Se deja de tres a cuatro días antes de proceder a laminar el pan. Las sopas mallorquinas, plato eminentemente popular, se elabora en los meses que van desde noviembre hasta marzo, debido a que se dispone de abundante variedad de verduras, componentes indispensables para la preparación de este plato, al que yo llamo de "muchos pocos". De dieciséis a dieciocho son las hortalizas que intervienen para su buen hacer, y que paso a detallar en la receta. Las circunstancias así como la comercialización de las sopas, considero que desgraciadamente, sólo ha servido para desvirtuar éste maravilloso plato de nuestra gastronomía; plato dícese pobre, procedente de nuestras huertas. Para mí constituye todo un rito la elaboración cuidadosa y metódica que conlleva su elaboración, habida cuenta que lo que realza el buen oficio es procurar que una vez se ha finalizado el guiso, las verduras estén cocidas por igual.

Es necesario: Precisión en la cocción de las verduras, riqueza vitamínica y dificultad de elaboración, así como su exquisito sabor. Ingredientes para 8 personas: