HOGAR

Mi madre se puso muy contenta cuando se enteró de que volvía a casa. Preparó mi antiguo dormitorio y me instalé allí. Mi obsesión en torno a la figura del misterioso Marco desapareció al abrir mi correo electrónico. Marta me había escrito. No podía ser. Tras años sin saber nada de ella el destino la había cruzado en mi camino en tres ocasiones en un solo día. En su e-mail me contaba que no sabía que hacer con su vida y que necesitaba hablar conmigo y terminaba diciendo que si había sentido algo por ella alguna vez, que la llamara. Lo hice.