PARIS – ROUBAIX

 

 

El Infierno del Norte, la Reina de las Clásicas es probablemente la carrera ciclista de un día más importante, para muchos la mejor de los cinco monumentos. Más de 250 kilómetros, con 28 tramos de pavés que suman más de 50 kilómetros, es un auténtico infierno. O la amas o la odias. Muchos ciclistas no llegan a correrla jamás por pavor, mientras que otros parece que se entrenen únicamente para esta. El temblor de los corredores mientras recorren los tramos adoquinados es un clásico del deporte. Para colmo, el frío y la lluvia (y hasta la nieve) suelen hacer acto de presencia, aunque las últimas ediciones hayan sido bastante soleadas, y la carrera se convierte en pura épica. No es raro ver entrar a los corredores completamente cubiertos de barro.

Creada en 1896, la carrera se convirtió bien pronto en un mito. Aunque desde 1968 la salida se sitúa en Compiegne, persiste el nombre de Paris-Roubaix. La llegada sigue estando en el mítico velódromo de Roubaix, donde se corren los últimos 750 metros para delirio del público. El recorrido es casi completamente llano, pero la dureza de los tramos de pavés provoca una selección que solo pasan los mejores. El bosque de Arenberg es el tramo más trascendente en el desarrollo de la carrera. 2400 metros de tortuoso adoquinado atravesando el bosque de Arenberg, cerca de Valenciennes. Situado sobre las antiguas galerías de una mina cerrada, el terrible estado de la carretera es un acicate para los valientes. En los últimos años se ha rehabilitado un poco, sobre todo después de que Johan Museeuw casi perdiera la pierna tras una caída espantosa, pero los organizadores buscan nuevos tramos en los que endurecer la carrera.

 

 Paris-Roubaix es la carrera favorita de muchos ciclistas. Clasicómanos como George Hincapie o Juan Antonio Flecha llevan años soñando con ella, y a punto han estado de ganarla. El belga Roger de Vlaeminck tiene el record de victorias, con cuatro, conseguidas en la década de los 70. De los ciclistas en activo, otro belga, Tom Boonen, es el corredor con más victorias, dos (05, 08). La última en la edición de este año, cuando venció fácilmente en el sprint a sus dos compañeros de fuga, Fabian Cancellara y Alessandro Ballan. Fácilmente es un decir después de 260 kilómetros de impresión.

 

Sean Kelly, ganador en el 84 y el 86: “Una Paris-Roubaix sin lluvia o nieve no es una auténtica Paris-Roubaix”.

Chris Horner, ciclista norteamericano: “Hay una enorme diferencia entre Flandes y Paris-Roubaix, ni siquiera se parecen. En una, los adoquines se usan cada día por los coches, y los mantienen en buen estado. En la otra es completamente distinto... la mejor manera de describirlo es más o menos así: aran un camino en mal estado, lo sobrevuelan con un helicóptero, y luego tiran piedras desde el helicóptero. La carretera está tan mal que es ridículo”.

Theo de Rooy, exciclista holandés tras llegar a la meta en la edición de 1985: “Es un montón de mierda, es un completo montón de mierda... trabajas como un animal, no tienes tiempo para mear y te lo haces encima... Corres sobre el barro, resbalándote... es un montón de mierda, debes limpiarte un poco o te vuelves loco...”. En eso que le pregunta un periodista: “¿Volverás a correrla otra vez?”, a lo que de Rooy responde: “¡Claro! ¡Es la carrera más bonita del mundo!”


 Y aquí un espectacular vídeo de la edición de 2002

 

 

Actualización: Espléndido reportaje de Carlos Arribas en El País, La carrera más dura del mundo

 

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Fotos de Graham Watson