Hombre
y Superhombre, por
Bernard Shaw
ACTO I
Roebuck Ramsden está en su estudio,
abriendo el correo de la mañana. El estudio, amueblado con gusto y solidez, muestra
que es un hombre acomodado (1). No se ve
una mota de polvo: está claro que hay, al menos, dos criadas y una sirvienta (2)en el piso de abajo, y una ama de llaves (2) en el piso
de arriba, que no les permite dejar de trabajar
ni un momento. Incluso la coronilla
de Roebuck está reluciente: en un día soleado, podría mandar sus órdenes
simplemente moviendo la cabeza, como si de un heliógrafo se tratara. (3) Sin embargo, en
ningún otro sentido, tenía apariencia de ser un hombre militar (4).Es en una vida civil activa donde los hombres
adquieren sus aires de grandeza (5), su digna expectativa de respeto, su decidida elocuencia (6), desarmada y refinada desde el momento de su
éxito por la retirada de toda (7)oposición y por la concesión de comodidad,
preferencia y poder. Es más que un hombre altamente respetable: se le destaca (8) como presidente de hombres respetables. Un
presidente entre directores, un concejal entre consejeros, un alcalde entre
concejales. Cuatro mechones de pelo gris metalizado
(9) que, en poco, tiempo serán blancos como la mica y
que, en otros aspectos, no se diferencia en nada de ella, crecen en dos pares
simétricos sobre sus orejas y en los ángulos de sus prominentes mandíbulas.
Lleva levita negra, chaleco blanco (el clima es primaveral) y pantalones, ni
negros ni perceptiblemente azules, sino de una de esas mezclas de colores que
el moderno sastre ha creado para armonizar con las religiones de los hombres
respetables. Hoy aún no ha salido de casa (10), así que sigue llevando puestas sus zapatillas,
mientras sus botas están listas sobre la alfombra ante la chimenea. Suponiendo
que no tiene ayudante de cámara, y
viendo que no tiene secretaria con un cuaderno de taquígrafo y una máquina de
escribir, uno medita sobre lo poco que los asuntos
domésticos (11) de nuestro gran burgués se han visto afectados
por nuevas modas y métodos, o por la empresa del ferrocarril y las compañías
hoteleras, que te venden una vida de sábado a lunes en Folkestone como un
verdadero caballero por dos guineas (12), con tarifas de primera clase ida y vuelta
incluidas.
¿Qué edad tiene Roebuck? La pregunta es
importante en el umbral de un drama de ideas, ya que bajo esas circunstancias,
todo depende de si vivió su adolescencia
(13) en los años sesenta o en los años ochenta. De hecho (14), nació en 1839, fue Unitario y defensor del Libre
Comercio (15) desde su infancia, y Evolucionista desde la
publicación del Origen de las Especies (16). En consecuencia, siempre se ha considerado a sí
mismo como un pensador avanzado y un reformista franco y sin miedo.
Sentado en su escritorio, a su derecha
tiene una ventana que da a Portland
Place (17). A través
de ésta, como a través de un proscenio, el curioso espectador contemplaría su
perfil todo lo bien que las persianas lo permitan. A su izquierda se encuentra
la pared interior, con una majestuosa estantería y la puerta no exactamente en
el centro, sino algo alejada de él. Apoyados en la pared de enfrente, hay dos
bustos sobre dos pilares: uno, a su izquierda, de John Bright. El otro, a su derecha, de Mr. Herbert Spencer.
Entre ellos cuelga un retrato grabado de Richard Cobden. Fotografías ampliadas
de Martineau, Huxley y George Eliot; autotipos de alegorías de Mr. G.F. Watts (ya que
Roebuck creía en las Bellas Artes con toda la fidelidad de un hombre que no las
entiende) y una impresión del grabado de Dupont del hemiciclo Beaux Arts de Delaroche (18), representando el gran hombre de todos los
tiempos. En la pared tras él, sobre la repisa de la chimenea, hay un retrato
familiar de una oscuridad impenetrable.
Hay una silla cerca del escritorio para
conveniencia de visitantes de negocios. Otras dos sillas se encuentran apoyadas
en la pared entre los bustos.
Una sirvienta entra con una tarjeta de
visitantes. Roebuck la coge, y asiente contento. Evidentemente, se trata de un invitado bienvenido (19).
RAMSDEN: Hazlo pasar.
La sirvienta sale y vuelve con el
visitante.
SIRVIENTA: El señor Robinson.
El señor Robinson es un joven real y inusualmente (20)bien parecido (21). Uno piensa que debe tratarse del
galán (22), ya que no hay motivos para suponer que un
segundo personaje masculino tan atractivo aparecerá en una historia. La
constitución delgada y bien proporcionada, el elegante traje de nuevo luto, la
pequeña cabeza y las características regulares, el hermoso y pequeño bigote,
los ojos claros y francos, el esplendor sano y la complexión juvenil, el
cabello brillante y bien peinado, no rizado, sino de una textura fina y de un buen
color oscuro, el arco de buena naturaleza de las cejas, la frente erecta y la
barbilla cuidadosamente puntiaguda. Todo anuncia el hombre que amará y sufrirá
más adelante. Y, que no lo hará sin
simpatía, está garantizado por una atractiva sinceridad y unas modestas ansias
por ser servicial, que le marcan como un hombre de naturaleza afable. Desde el
momento en que aparece, la cara de Ramsden se expande en un cariño y una
bienvenida patriarcales, una expresión que cambia a una de dolor decoroso a medida que el joven se
acerca a él con pena en su cara al igual que en su ropa oscura. Ramsden parece
conocer la naturaleza del sufrimiento. A medida que el visitante avanza en
silencio hacia el escritorio, el viejo hombre se levanta y le da un apretón de manos (23) sin decir una palabra: un apretón de manos (24) largo y cariñosos que cuenta la historia de una
pena reciente común a ambos.
RAMSDEN: [terminando el apretón de manos y
en un tono más animado] Bien, bien, Octavius, así es la vida (25). A todos
nos tocará algún día (26). Siéntate.
Octavious toma la silla para las visitas.
Ramsden vuelve a sentarse en la suya.
OCTAVIOUS: Sí. Debemos afrontarlo, señor
Ramsden. Pero le debía demasiado. Hizo todo lo que mi padre hubiera hecho por
mí de haber estado vivo.
RAMSDEN: El no tuvo hijos, ya lo sabes (27)
OCTAVIOUS: Pero tenía tres hijas, y aún
así se portó igual de bien con mi hermana que conmigo. ¡Y su muerte fue tan
repentina! Siempre intenté darle las gracias, decirle que nunca di por sentados (28) sus cuidados hacia mí, tal y como lo hace (29) un niño con los cuidados de su padre. Pero esperé
por una oportunidad y ahora está muerto. Se fue de una forma totalmente inesperada (30). Nunca sabrá lo que sentía. [Saca su pañuelo y
llora desconsolado].
RAMSDEN: ¿Y cómo podemos saberlo, Octavius? Puede que
lo supiera: no podemos saberlo. ¡Vamos! No estés triste. [Octavius se controla
y saca su pañuelo]. Eso es. Ahora, deja que te diga algo para consolarte. La
última vez que le vi, que fue en esta misma habitación, me dijo: “Tavy es un
chaval generoso y el alma del honor; y cuando veo la poca consideración que
otros hombres obtienen por parte de su hijos, me doy cuenta de que ha sido
mejor que un hijo para mí”. ¡Ahí lo tienes! ¿No te reconforta?
OCTAVIUS: Señor Ramsden, él solía decirme
que sólo había conocido a un hombre que fuera el alma del honor, y ése era
RoebucK Ramsden.
RAMSDEN: Bueno, esa era su parcialidad. Ya
sabes que éramos viejos amigos. Pero hay algo más que solía decir de ti. ¡Me
pregunto si debo decírtelo o no!
OCTAVIUS: Usted sabe lo que debe hacer.
RAMSDEN: Era algo sobre su hija.
OCTAVIUS: [ansioso] ¡Sobre Ann! Vamos,
dígamelo señor Ramsden.
RAMSDEN: Bueno, dijo que, después de todo,
estaba encantado de que no fueras su hijo, porque pensaba que algún día, Annie
y tú –[Octavius se ruboriza vividamente]. Bueno, tal vez no debí decírtelo.
Pero lo decía en serio.
OCTAVIUS: ¡Vaya! (31). Si sólo pensara que tengo una oportunidad.
¿Sabe, señor Ramsden?, no me importa el dinero o lo que la gente llama
posición. Y no puedo conseguir interesarme por los negocios o sufrir por ellos.
Bueno, Ann tiene la naturaleza más exquisita, pero está tan acostumbrada a
estar en el centro de todo eso que cree que el carácter de un hombre está
incompleto si éste no es ambicioso. Sabe que si se casa conmigo tendría que acostumbrarse (32)a estar avergonzada de mí por no ser un gran triunfador (33).
RAMSDEN: [Levantándose y colocándose con
su espalda hacia la chimenea]. Tonterías, hijo mío, tonterías. Eres demasiado modesto. ¿Qué sabe ella a su edad (34) sobre el valor real de los hombres? [Más serio] Además,
es una chica maravillosamente obediente. Los deseos de su padre serán sagrados
para ella. ¿Sabes que desde llegó a la edad de la discreción, no creo que haya tenido en cuenta sus propios
deseos a la hora de hacer o dejar de hacer algo (35)? Siempre decía “Padre (36) desea por mí”, o “Madre (37) no lo aprobaría (38)”. Es casi un defecto. A menudo le he dicho que
debería aprender a pensar por sí misma.
OCTAVIUS: [moviendo la cabeza] No podría
pedirle que se casara conmigo porque era el deseo de su padre, Señor Ramsden.
RAMSDEN: Bueno, tal vez no. No: por
supuesto que no. Lo entiendo (39). No: claro que no podrías. Pero cuando la
consigas por tus propios méritos, ella será muy feliz de cumplir el deseo de su
padre al igual que el suyo propio. ¿Eh? ¡Vamos! ¡Se lo pedirás, verdad?
OCTAVIUS: [con una alegría triste] En
cualquier caso, le prometo que nunca se lo pediré a otra mujer (40).
RAMSDEN: Bueno, no te hará falta. Ella
aceptará, hijo mío (41), aunque [de repente se pone muy serio] tienes un
gran inconveniente.
OCTAVIUS: [Ansioso] ¿Qué inconveniente, señor
Ramsden? O, mejor dicho, ¿de cuál de mis
muchos inconvenientes se trata?
RAMSDEN: Te lo diré, Octavius. [Coge de la
mesa un libro de cubiertas rojas]. Tengo en mi mano una copia del libro más
infame, más escandaloso, más malicioso, más canallesco, que se haya salvado de
la quema a manos del verdugo. No lo he leído: No ensuciaría mi mente con
semejante porquería. Pero he leído lo que los periódicos dicen de él. El título
ya me parece suficiente. [Lo lee]. Manual y Compañero de Bolsillo del
Revolucionario por John Tanner M.C.R.O., Miembro de
OCTAVIUS: [sonriendo]. Pero, Jack-
RAMSDEN: [Malhumorado] Por el amor de
Dios, no le llames Jack estando bajo mi techo [tira el libro con violencia
sobre la mesa. Entonces, algo más relajado, se acerca a Octavius, dirigiéndose
a él con una gravedad impresionante]. Ahora, Octavius, sé que mi querido amigo
tenía razón al decir que eras un chaval generoso. Sé que este tipo fue tu amigo
en el colegio, y que te sientes obligado a apoyarse por la amistad que hubo
entre vosotros. Pero te ruego que consideres las nuevas circunstancias. Fuiste
tratado como un hijo en casa de mi amigo. Viviste en ella. Y a tus amigos nunca se les cerraron las puertas (42). Este Tanner entraba y salía durante toda su
infancia. Se dirige Annie por su nombre de
pila (43) con la misma libertad que tú. Bueno, cuando su
padre estaba vivo, era problema de su padre, y no mío. Este Tanner no era más
que un niño para él. Sus opiniones eran algo de lo que reírse, como el sombrero
de un hombre en la cabeza de un niño. Pero ahora Tanner es un adulto (44), y Annie también
(45). Y su padre ya
no está (46). Aún no sabemos cuál fue su voluntad, pero a
menudo hablaba conmigo del tema. Y no me cabe la menor duda de que me nombrará
a mí como tutor y guardián de Annie.
[Con fuerza] Ahora, déjame decirte algo, de una vez por todas, no permitiré que
Annie esté expuesta a ninguna situación en la que pueda sentirse intimidada por
este tal Tanner. No es justo, no está bien y no es agradable. ¿Qué vas a hacer
al respecto?
OCTAVIUS: Pero la propia Ann le ha dicho a
Jack que, independientemente de sus opiniones, siempre será bien recibido
porque conoció a su querido padre.
RAMSDEN: [Perdiendo la paciencia] Esa
chica está trastornada (47) por el
deber que tenía para con sus padres. [Comienza a caminar como un loco en la
dirección de John Bright, en cuya expresión no había ninguna simpatía hacia él.
A medida que habla, se dirige furioso hacia Herbert Spencer, quien le recibe de
manera aún más fría] Discúlpame, Octavius, pero existen límites a la tolerancia
social. Sabes que no soy un hombre intolerante o de prejuicios. Sabes que me
comporto plenamente como Roebuck Ramsden, cuando otros hombres que han hecho
menos se creen más importantes (48), porque me he decantado por la igualdad y la
libertad de consciencia mientras ellos se dedicaban a agasajar (49)a
La sirvienta regresa.
NOTAS DE TRADUCCIÓN
Como
comentario general, decir que he optado por no traducir los nombres propios.
Además, en lo que respecta al tratamiento entre los dos personajes principales
que aparecen en esta sección del primer acto, he optado por utilizar el “usted”
cuando el personaje más joven (Octavius) se dirige al mayor (Ramsden Roebuck) y
utilizar el “tú” en la situación inversa.
(4)
Comentar
un poco la dificultad y justificar la solución.
(6)
Como se refiera a su
capacidad a la hora de hablar, he preferido traducirlo por elocuencia.
(7)
Añadir
el “toda” da más énfasis.
(8)
Ver
cómo traducen el “mark out”
(9)
Se
utiliza la expresión metalizado más que ferroso…
(10) He decidido traducir “out of doors” por “salido de casa”.
(17) Al tratarse del nombre propio de una
calle, no lo he traducido.
(18) Como en el original estaba en francés, he
pensado que era mejor respetarlo y no traducirlo.
(20) He preferido escribir de esta forma los
dos adverbios, ya que así se evita esa cacofonía.
(27) Aunque no signifique lo mismo, creo que
ambas expresiones tienen la misma función.
(42) Aunque el original utilice otras palabras,
me parece una buena forma de traducirlo.
(44) He decidido traducir “grown man” por adulto,
(47) Me parecía mejor opción traducir por
“trastornada” que por “loca”.
(49) Me parece que la elección del verbo
“agasajar” transmite muy bien el sentido de estar sometido y servir a