A lo largo de la historia, aunque principalmente con base en el humanista fervor del humanismo (valga la rebuznancia), ha habido un intento desmesurado por establecer los límites entre el arte y la ciencia.
En el campo de la música, Jean Philippe Rameau consideró la
música como ciencia, en tanto que la armonía se basa en las
matemáticas; y, por lo tonto, había que evitar centrar la atención en
la melodía, pues esta es fruto de la expresión de los sentimientos, los
cuales no tienen una base racional. Rousseau, en cambio, consideraba
que la música era el arte de las musas, cuya función era elevar el
espíritu y engrandecer el alma. Esto llevó a una disputa entre
bufonistas y antibufonistas (de ahí la expresión "melodía
lacabeza").
Sin embargo, en el resto de disciplinas artísticas se
concebía la posible convivencia del arte con la ciencia. En el campo
del arte, los griegos ya lograban esculpir (y no gapos precisamente)
sus ideales de belleza basándose en proporciones matemáticas. Ahora
bien, ¿podía concebirse entonces como arte? En la actualidad, así se
hace.
La literatura también fue capaz de aunar arte y ciencia. Veamos unos ejemplos:
"Con los dedos de las manos y los dedos de los pies, los cojones y la polla todos suman veintitrés. (Anónimo)
Veinticinco mujeres,
cincuenta tetas. Si las cuentas tres veces ciento cincuenta.
¡Ciento
cincuenta, madre, ciento cincuenta! Veinticinco mujeres y cincuenta
tetas.
(Cancionero. Autor: Nisupu Tamadre Losabe)