Gaia
El alma de la Tierra
En palabras del propio Lovelock, Gaia se define como “una entidad compleja que implica a la biosfera, atmósfera, océanos y tierra; constituyendo en su totalidad un sistema cibernético o retroalimentado que busca un entorno físico y químico óptimo para la vida en el planeta”. Gaia está basada en un conjunto de modelos científicos de la biosfera en el que se postula que la vida desarrolla unas condiciones adecuadas para sí misma, afectando con ello al entorno. Esta teoría intenta explicar que la Tierra (entendida como atmósfera y biosfera) actúa como un gran ente con vida propia que se encarga de autorregularse: cambios climáticos, composición química, salinidad, etc. De este modo, la Tierra generaría cambios en su entorno que favorecerían su equilibrio biológico. James Lovelock ideó esta postura en 1969, que saldría a la luz diez años más tarde. La bióloga Lynn Margulis demostró su fe en el científico apoyando en todo momento su teoría, la cual llegó a extender. El escritor William Golding, al enterarse del proyecto que Lovelock tenía entre manos, le sugirió llamarla Gaia en honor a la diosa griega de la Tierra (conocida también como Gaya o Gea). Como dato curioso, la película Final Fantasy. The spirits within adapta la filosofía del geofísico británico a la trama, en la cual la Tierra ha sido arrasada por un meteorito del que aparecen extraños alienígenas fantasmas que acaban con la vida de todo ser terrestre. Deben encontrar las ocho ondas del espíritu de la Tierra para recomponer Gea y así salvar el planeta.
A pesar del impactante proyecto de Lovelock, lo cierto es que la hipótesis de que la Tierra sea un organismo fue postulada en el pasado por los Naturphilosophen, un grupo de filósofos de la anturaleza de tradición alemana ligada al Romanticismo. Inspirada en la Crítica del Juicio de Immanuel Kat, y en la obra de Fitche, Friedrich Schelling fue su principal promotor. Su idea básica era la concepción del mundo como una proyección del observador; un ser vivo formado por diferentes órganos.
En 1965 Lovelock fue solicitado por la NASA para investigar la posible existencia de vida en Marte. Para ello, primero debía idear un sistema de criterios a seguir para poder detectar cualquier tipo de vida. En estos estudios previos fue cuando Lovelock detectó la existencia de grandes diferencias entre la Tierra y los planetas adyacentes, siendo nuestro planeta sorprendentemente singular, lo que le llevó a postular su primera hipótesis.
La idea esencial de Gaia es que la Tierra, en su proceso de autorregulación, es “hospitalaria” con el resto de seres vivos, por lo que no obstaculiza su desarrollo. Es lo que se conoce como proceso de homeostasis; es decir, la característica de un organismo vivo mediante la cual se regula el ambiente interno para mantener un ambiente estable y constante. De este modo, un fallo en la homeostasis derivará en un mal funcionamiento de los diferentes órganos. Este acto de generosidad se demuestra en que, si bien la atmósfera debería contener un 99% de dióxido de carbono para que la Tierra estuviese en equilibrio, actualmente la atmósfera muestra un índice del 0,03% de dióxido de carbono, en contraste con el 78% de nitrógeno y el 21 % de oxígeno, haciendo habitable la biosfera para muchas clases de vida. La prueba está en que Marte y Venus (los planetas más cercanos a la Tierra, y que por tanto deberían tener las mismas características que esta) presentan un porcentaje de más del 95% de CO2, cuando el de la Tierra, con vida, es del 0,03%. De este modo, lo que postula la hipótesis de Gaia es que estas clases de vida que habitan en la superficie son las que han modificado las características del equilibrio natural de la Tierra, de manera que las condiciones resultantes son mera consecuencia y responsabilidad de la vida que habita la biosfera. En otras palabras, podría decirse que el cambio climático es consecuencia de nuestros actos sobre la biosfera y la atmósfera, como señala Lovelock en su libro La venganza de la Tierra. La teoría de Gaia y el futuro de la humanidad. Así, Gaia se presenta también como un fuerte punto de ayda en lo referenta a la ecología y la prevención de cambios futuros.
Son diversos los argumentos que sostiene Lovelock para convencernos de que la teoría de Gaia pueda ser una realidad. En primer lugar, llama la atención que la temperatura global de la superficie haya permanecido siempre constante, a pesar del incremento en la energía proporcionada por el Sol. Otro argumento es la composición química de la atmósfera, que permanece constante a pesar de que debería ser inestable. Por último, también hay un régimen de constancia en la salinidad de los océanos.
La teoría, no obstante, recibió duras críticas al ser considerada como metafísica, en tanto que se concebía a la Tierra como un organismo vivo. Lynn Margulis se defendía de la siguiente manera: “Se ha llamado Gaia a la diosa de la Tierra o a la Tierra considerada como un organismo. Estas frases pueden conducir a conclusiones equivocadas [...] Rechazamos la analogía de que Gaia es un organismo individual, principalmente porque no hay ningún organismo que se nutra de sus propios residuos ni que recicle por sí mismo su propio alimento. Es mucho más apropiado decir que Gaia es un sistema interactivo cuyos componentes son seres vivos”.