Por lo que se refiere a la heroína, tenemos que señalar una potencia de tres a cinco veces superior a la morfina, y pasa más rápidamente al cerebro, especialmente cuando es inyectada pues tarda en llegar entre 15 y 30 segundos. Rápidamente el organismo desarrolla tolerancia a la droga y en consecuencia requiere de más cantidad para sostener su efecto, por tanto, la heroína es altamente adictiva.

    En cuanto a las formas de consumo, suele administrarse por vía intravenosa, intranasal mucosa, subcutáneamente e inhalatoria.

    Es importante saber, que la dependencia que puede provocar la heroína, puede ser física, psíquica y ambiental. Una vez que la sustancia penetra en el organismo comienza su ciclo metabólico produciendo una serie de efectos que corto plazo podríamos decir que son la disminución de las ganas de tener relaciones sexuales, nauseas y vómitos, falta de sensibilidad al dolor, disminución de la frecuencia respiratoria, de la presión arterial y del pulso, aumento del sueño, sensación de bienestar y placer. Y los efectos a largo plazo podríamos decir que son los trastornos de ansiedad y depresión, problemas de memoria, insomnio, caries y con ello perdida de la dentadura, ya que cada vez se nota menos el dolor, estreñimiento, anemia, desnutrición, riesgo de enfermedades y de infecciones como por ejemplo la hepatitis, endocarditis, infección por V.I.H….

     Por último cabe señalar que la falta de consumo de esta sustancia provoca la aparición del síndrome de abstinencia.