El tabaco es un
estimulante el sistema nervioso central que, sin embargo, en los adictos produce
relajación. El hábito de fumar aumenta la tolerancia (se aguanta más), con lo
que los efectos agudos (mareos, vómitos, sudoración), se notan cada vez menos.
A largo plazo, el tabaco afecta principalmente a los sistemas broncos pulmonares
y cardiovasculares. Las estadísticas señalan que el tabaco es la principal causa
de cáncer de pulmón, aunque por supuesto existen otras causas, como la
contaminación industrial.
El tabaco también se asocia con los cánceres de boca y del tracto respiratorio,
sin olvidar que otras enfermedades respiratorias (bronquitis, enfisema...)
inciden más en los fumadores que en los que no lo son, especialmente cuando
ambos están expuestos a la contaminación industrial o urbana.
Existen muchos datos que indican que el fumador es más propenso a sufrir otro
tipo de dolencias, como úlceras de estómago, enfermedades cardíacas y de los
vasos sanguíneos y que, por si esto fuera poco, tiene menos inmunidad a las
infecciones que los que no fuman.
La evidencia de que fumar es uno de los principales riesgos para la salud es
aplastante. Hasta tal punto es así que, según el Real Colegio Británico de
Médicos, cada cigarrillo acorta la vida del fumador en más de 5 minutos.